Ómar Carmona es el tanatólogo que preparó el cuerpo de Pablo Escobar, el capo que desafió al Estado en Colombia. El 2 de diciembre de 1993 la noticia estaba en todas las pantallas de los televisores: ‘El Patrón’ había sido abatido en el tejado de una casa en el barrio Los Olivos, de Medellín.
La hermana de Escobar escogió la funeraria La Piedad y minutos después de que la alerta se difundiera en todo el país, Carmona recibió una llamada para atender ese servicio, su mayor secreto durante 27 años. En 2020 le contó a SEMANA todos los detalles de sus 24 horas con el cadáver de Escobar, el hombre más temido en Colombia.
“Con la decisión de ella empezaron mis 24 horas con Escobar. Ese día la mayoría de empleados no estaban, así que yo me seleccioné porque estaba como director de servicios”, explicó Carmona. Acostumbrado a arreglar y maquillar cuerpos completamente solo, el tanatólogo tuvo que embellecer el cuerpo de Escobar delante de familiares y más de 30 uniformados.
Carmona no creía en la muerte de Escobar, pero pudo comprobarla. Una vez en la sala de necropsias se encontró con el hombre de contextura gruesa, cabello largo, canas y abundante barba que había visto en todos los carteles de “se busca” en los que se que ofrecía una exorbitante recompensa de 2.700 millones de pesos.
Cuando Ómar se disponía a arreglar el cadáver, un compañero de la funeraria recibió una llamada que ponía en evidencia una verdad, estar cerca de Escobar era peligroso hasta después de su muerte. “Si aceptan el servicio les ponemos una bomba”, fueron las palabras del desconocido.
Aun así, tenía 24 horas para organizar las honras fúnebres del narcotraficante. Normalmente, al terminar la necropsia en el anfiteatro, se traslada a la funeraria, pero con Escobar fue distinto. Su familia advirtió que “ni por el berraco” podía sacar al capo a las calles y todo debía hacerlo allí.
Con alcohol, algodón, maquillaje, formol y peinilla, lo que tenía a su alcance en ese momento, Carmona arregló al capo. “No le pude hacer una preparación adecuada como debí hacerla, pero me ajusté a lo que había. Lo bañé, lo peiné, taponé sus heridas con algodón y lo maquillé”.
Contrario a lo que creía, no hubo ningún reparo sobre cómo debía vestirlo, solo le pasaron un jean, una camiseta azul apretada, y no hubo zapatos ni medias, pues al capo le gustaba andar descalzo. La otra petición fue conseguir un cofre sencillo para Escobar, escogió uno de color gris plomo y fabricado en madera tradicional.
La muerte de Escobar ha estado rodeada por muchos mitos. Ómar desmiente que fuera enterrado con lujos, joyas o dinero. Lo que sí vio es que la familia puso en el cuerpo de Escobar unos papelitos con frases, pero nadie sabe qué decían.
Ómar, un ayudante y la mamá de Escobar se subieron en la carroza fúnebre donde estaba el capo. Al salir del anfiteatro, le pareció que el traslado fue eterno. Aunque salió escoltado, metros después la Policía desapareció, por lo que llegó a arrepentirse de asumir ese servicio.
En ese momento, recordó el prontuario criminal de Escobar, la amenaza que recibió la funeraria y lo que le dijeron sobre recorrer Medellín con el cuerpo y llegó a creer que sería su último día de vida. Por orden del hijo del capo, el entierro fue rápido. Días después, la familia de Escobar lo buscó para agradecerle por su trabajo durante esas 24 horas. Además del pago, le dieron un “obsequio” con el que se fue para San Andrés.
Luego de que su historia se hiciera famosa, en 2022 Carmona empezó a recibir amenazas de muerte que lo tienen exiliado en Estados Unidos.