La junta directiva de Opain, empresa encargada de administrar el aeropuerto internacional El Dorado, informó en la noche de este martes que aceptó la renuncia del gerente de esa empresa, Álvaro González.

González dimitió del cargo ante las múltiples críticas que ha recibido de entes como la Procuraduría y la Contraloría por las medidas tomadas en la terminal aérea ante la emergencia por el coronavirus. El gerente, además, protagonizó un polémico hecho el pasado domingo, al negarse a responder una pregunta del periodista Juan Lozano, director de Noticias RCN.

"Frente al infortunado episodio ocurrido en el aeropuerto El Dorado el pasado 15 de marzo, en el cual el gerente de Opaín se rehúsa a dar declaraciones legítimamente pedidas por el periodista Juan Lozano del Canal RCN, nos permitimos informar que dicha actitud no refleja la forma de relacionarse de Opaín, ni la de sus accionistas con sus diferentes grupos de interés", indicó el presidente de la junta directiva, Mauricio Ossa, en un comunicado.

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El directivo añadió que "lamentamos profundamente este suceso y, en vista de esto, hemos decidido aceptar la renuncia que ha presentado el señor gerente y ofrecer públicamente excusas a los colombianos".

Según Ossa, "Opaín ha estado plenamente comprometida con la implementación de todas las medidas de salud pública" y afirma que "no escatimará esfuerzos" en implementar medidas para evitar la propagación del Covid-19 en la terminal aérea.

Finalmente, anunció que Andrés Ortega Rezk asumirá el cargo de gerente de la compañía en calidad de encargado. Ortega se ha desempeñado como gerente financiero y gerente general de Opaín.

Procuraduría advirtió falencias

El pasado domingo, la Procuraduría dio a conocer que "evidenció fallas en los controles y la prevención de contagio del coronavirus a los pasajeros que se movilizan por los muelles nacional e internacional del Aeropuerto El Dorado de Bogotá".

Entre los hallazgos del ente de control, está la insuficiente cantidad de personal de sanidad portuaria, el hacinamiento de los viajeros mientras hacían la fila para el control migratorio, el reducido espacio de la sala para los viajeros que llegan con sintomatología, la falta de información sobre las medidas de prevención y la ausencia de gel antibacterial en la terminal aérea.