Por el ambiente en el que nació y se crió la excongresista Aída Merlano, según expertos en comportamiento psicológico, era previsible que su vida política no tendería a transitar por los caminos de la legalidad.
Tenía 15 años cuando de la mano de su padre, un empleado de la firma constructora del empresario Julio Gerlein, participaba en actos políticos en barrios del suroccidente de Barranquilla y laboraba en días electorales pescando votos para el cacique conservador Roberto Gerlein.
Antes de terminar el bachillerato en el colegio Rafael Borelly la consentida de los Merlano ya era líder barrial. Pero todo lo que aprendía de la política era que la democracia participativa tenía un costo.
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“Aída Merlano trabajaba para el Clan Gerlein y lo que se dice en Barranquilla es que fueron ellos los creadores del llamado TLC: ‘tejas, ladrillo y cemento’, que entregaban en sectores populares a cambio de votos”, dice Laura Ardila, periodista de La Silla Caribe.
Merlano nació en la capital del Atlántico en el seno de una familia humilde del barrio Buenos Aires, el 21 de diciembre de 1980, pero algunos portales dicen que su año de nacimiento es en realidad 1976, y es hija de Aída María Rebolledo y Jorge Eliécer Merlano Rincón.
Aunque esa información fue extraída del expediente de la Corte Suprema de Justicia, varios medios aseguran que el nombre de su padre es Domingo ‘Monchi’ Merlano, con quien empezó como ‘mochilera’ buscando votos para los Gerlein en los barrios La Unión, Carrizal, Las Dunas y La Magdalena.
A temprana edad contrajo matrimonio con José Manzaneda, un taxista de la ciudad de Barranquilla, según medios en la región caribe, en una relación tan fugaz como su paso por la política nacional, pero de la cual quedaron dos hijos.
La astucia, belleza e inteligencia que reconocen en ella quienes la han conocido, le permitió ver que tenía los atributos para buscar una mejor posición social. Conoció entonces a su segundo esposo, Carlos Rojano Llinás, dirigente de izquierda que militó junto al cura Bernardo Hoyos, inhabilitado por corrupción, y a quien terminó acercando a las toldas del ‘gerleinismo’.
Su cercanía con esa casa electoral le permitió a Carlos Rojano ser elegido concejal de Barranquilla por el conservatismo en el 2012, mientras Merlano seguía mirando alto.
La ‘niña bonita’ de los caciques barranquilleros empezó a ser vista luego con intereses distintos a los de la política y, tras dejar a su segundo esposo, inició una relación pública, aunque no marital, con Julio Gerlein, el empresario y contratista 40 años mayor que ella y quien terminó financiando su ambición política.
Ascenso vertiginoso
Todo en la vida de Aída Merlano Rebolledo ha sido manejado con precisión quirúrgica. Desde el juego minucioso con el que se convirtió en la baronesa electoral del Atlántico, hasta la elaboración misma del plan de fuga que protagonizó el pasado 1 de octubre saltando del tercer piso de un consultorio odontológico en Bogotá.
En el 2011 era una completa desconocida en la política electoral de ‘curramba la bella’ y aún así fue elegida diputada en la Asamblea del Atlántico con la votación más alta del departamento: 42.275 votos.
“Después de haber sido la diputada más votada en la historia del Atlántico, mi aspiración es hacer historia en mi ciudad y dejar una enseñanza a los sectores populares en el sentido de que la gente que viene de abajo puede llegar alto”, dijo en una entrevista.
Apenas ese día los barranquilleros se interesaron en saber quién era la mujer de visibles atributos, pero sin apellidos de tradición ni abolengo que llegaría a presidir la Duma con el sello de la casa Gerlein.
Tres años después, Aída Merlano continuaba siendo un personaje enigmático en Barranquilla. Esquiva a los medios de comunicación, pero señalada en círculos políticos como una habilidosa y ambiciosa jugadora electoral, repitió su hazaña en el 2014 y fue elegida representante a la Cámara por Atlántico con la mayor votación del departamento, al sumar 67.414 sufragios.
Votación que le alcanzó para llegar a la Presidencia de la Comisión Segunda de la Cámara, donde tuvo un pobre desempeño. El país no habría sabido que existía una congresista de nombre Aída Merlano, de no ser porque en marzo del 2016, fue captada por las cámaras del Canal Caracol distraída haciendo una trenza en su cabello, mientras se desarrollaba el debate sobre el escándalo de la ‘comunidad del anillo’ en la Policía.
O de no haber sido por el lío que protagonizó al agredir a funcionarios de Avianca que no le permitieron ingresar a la sala de espera luego de que ya se había dado por concluido el proceso de embarque.
En materia legislativa tampoco fue mucho lo que le dejó al país la heredera del clan Gerlein. Todo lo que recuerdan sus compañeros de comisión son dos proyectos que en los pasillos del Congreso fueron objeto de burla: en especial el de declarar el agua de panela como bebida nacional y patrimonio gastronómico de la Nación. Lo otro fue una propuesta de exaltar la obra musical del cantante Diomedes Díaz.
Aunque ella misma aseguró en una entrevista con un medio nacional que sus iniciativas legislativas no fueron tan vistosas porque estaban centradas a favorecer a las poblaciones fronterizas del país.
Pero la presunta abogada de la Universidad Libre de Barranquilla y estudiante de administración financiera ha dado muestras de la facilidad que tiene para mentir. Empezando porque ni siquiera es abogada.
De acuerdo con la consulta realizada por El País al Registro Nacional de Abogados no existe una tarjeta profesional expedida por el Consejo Superior de la Judicatura que coincida con su número de cédula.
“Hay en el proceder de Aída Merlano un comportamiento maquiavélico; casi el de un psicópata que actúa sin remordimientos y que no le importa trasgredir las normas”, aseguró un psicólogo caleño que prefiere no revelar su identidad.
Botada en el pavimento
Luego de alcanzar la cúspide en las legislativas del 2014, Merlano quedó, literalmente, tirada en el pavimento el pasado 1 de octubre tras saltar de un tercer piso para evadir una condena a 15 años de prisión por delitos electorales.
La mujer que llegó de la nada a desafiar las castas políticas de la costa logró una curul en el Senado en 2018 con 73.250 votos, pero no pudo posesionarse. Ella, quien siempre quiso hacer historia, se convirtió en la primera congresista condenada en Colombia por comprar votos.
Detalles del proceso penal conocidos por El País, señalan a la propia Merlano de ser el cerebro de una moderna organización criminal para cometer fraude electoral.
La Policía halló en marzo del 2018 en su sede de campaña $268 millones, cuatro armas de fuego, munición, documentos electorales que probaban el dinero pagado y bases de datos con las cifras millonarias entregadas a cada líder.
Igualmente, detalles de cómo rentaban terrazas de casas ubicadas cerca de puestos de votación para controlar y preparar a los votantes comprados, por lo que las autoridades creen que su campaña al senado costó cerca de $6000 millones, que habría financiado Julio Gerlein.
Pero si hubo algo más reprochable que su fuga, fue que involucrara a sus hijos en un plan que los tiene al borde de un proceso legal por favorecimiento de fuga de presos.
La tipificación de la conducta de Aída Merlano, según el psicólogo y especialista en tipología clínica Carlos Alberto Segura, sería la conducta trasgresora, que es aquella que pude desbordar los límites de la ley, los límites propios y los de los demás.
“La conducta trasgresora no piensa en los demás; es un razonamiento egocéntrico, lo que conduce a que a no anticipe las consecuencias posibles: son personas que aprenden del error y de los tropezones sobre la marcha, pero por no tener límites ajustados al ordenamiento jurídico y al ordenamiento social, siempre van a manifestar conductas trasgresoras”, indica Segura.
Es precisamente esa falta de límites lo que hizo de Aída Merlano, según la periodista barranquillera Laura Ardila, “una estrella fugaz en la política del Caribe, que pasó directamente del anonimato al desprestigio”.
Más de Merlano
Son en total 21 personas, entre políticos y particulares los que favorecen con la fuga de Aída Merlano, quien pensaba revelar detalles del fraude electoral.
Casi la mitad de los votos de Aída Merlano en el 2018 los obtuvo en Bolívar, donde no la conocen, pero hizo una alianza con el candidato del parapolítico William Montes.
En el 2010, el segundo esposo de Aída obtuvo la mayor votación de la ciudad para el Concejo de Barranquilla.
El cura Bernardo Hoyos dijo que Merlano tiene las pruebas de que en Barranquilla se les paga a los concejales para que aprueben proyectos y vigencias