En Navidad, los abuelos y abuelas del Hogar San Vicente de Paúl de Popayán recibieron un suculento asado, organizado y preparado por un grupo de personas que todos los días llevan en su corazón a estos adultos mayores.
“Trabajé en este hogar como coordinadora salud, con ellos aprendí a luchar por los derechos de los abuelos y abuelas, de atenderlos, escucharlos, de asistirlos en los procesos de cuidar su salud, por eso se fortaleció en mí el amor por estas personas que lucharon por muchos años por nosotros, como el caso de mi mamá Miriam de Urbano por eso este asado, como un auténtico regalo de Navidad”, explica María Elizabeth Urbano, figura visible de la actividad.
Por eso, en la mañana de este miércoles 18 de diciembre, esta ama de casa y su familia se pudieron el delantal para atasajar las porciones de pollo, res y cerdo para después ponerlas en los dos asadores que se dispusieron para la ocasión, como sucede desde hace diez años cuando comenzó este regalo para los integrantes del hogar geriátrico, uno de los más importantes de la región.
“Acá estamos con mi familia, compartiendo más que un plato de comida, es un momento para brindarle amor a nuestros abuelos y abuelas en esta fecha especial del año, con ayuda de mis hijos, sobrinos y otros seres queridos preparamos todo con toda la buena energía del mundo para que la Navidad sea especial para los adultos mayores”, agrega María Elizabeth Urbano al momento de ir sirviendo los platos en las mesas donde están los integrantes de esta numerosa familia.
Es un compartir ya institucionalizado, cuando esta gerontóloga empezó a celebrarle el día de abuelo cada mes de agosto, pero al ver que un día no bastaba para poder compartir con ellos, decidió adelantar la actividad también en el mes de diciembre, en el marco de la Navidad, porque como aprendió en la carrera que la convirtió en cuidadora, lo más importante son los actos de cariño y ternura que reciban en vida, porque son las más poderosas vitaminas para el alma.
Por eso es la mañana de este miércoles se vivió todo un compartir en uno de los patios de este asilo, más cuando el grupo de la chirimía amenizó el encuentro, creando un ambiente de felicidad entre los adultos mayores, quienes llegaron poco a poco a este lugar para así almorzar en familia.
“Mi mamá siempre nos inculcó el arte de servir, de ahí que como familia estamos con nuestros abuelos, porque no es una tarea fácil el cuidado y atención a este grupo poblacional, por eso apoyamos estos procesos para fortalecerlos, aportar para qué continué en el tiempo, por eso venimos a preparar la carne, a encender el fogón, a picar la yuca, la papa, en fin, dar lo mejor de nosotros por ellos”, confiesa Sebastián Muñoz, uno de los integrantes de esta familia, protagonista de este acto de solidaridad.