De patas con rayas negras, como su madre, una cebra africana, pero con el resto del cuerpo idéntico a un asno, como su padre, así era el ‘ceburro de Barranquilla’. Se considera ‘ceburro’ al animal producto del cruce entre una cebra y un burro. Este inusual apareamiento en el mundo animal se produjo en Barranquilla, hacia 1994, cuando unos animales considerados incompatibles genéticamente se juntaron.
El padre de ‘El Pibe’, como bautizaron al ‘ceburro’, era el burro caribeño Abraham. Su destino en el Jardín Zoológico de Barranquilla por aquellos años era convertirse en alimento de los tigres. No obstante, nunca fue sacrificado y terminó en un corral del lugar donde también apacentaba Solitaria, una cebra africana.
Un asno seductor
La cebra pasaba sus días sin tener contacto con su pareja de la misma especie, Solitario, el macho cebra con el que había tenido una camada de hijos años antes. Sin embargo, pese a que el burro tenía como pareja a una burra, Manuelita, siempre buscaba a la cebra.
Y Abraham no era indiferente para Solitaria, que le daba señales de cortejo, por ejemplo, en una ocasión le mordisqueó una oreja al asno, quien un día se saltó la cerca para consumar su amor. Pero se apresuró y la cebra lo pateó para rechazarlo.
Pero Abraham no desistió en sus pretensiones. Fue tanta su insistencia, y la perseverancia del burro que finalmente la cebra cedió a sus encantos.
Para febrero de 1993, la cebra ya estaba embarazada. Pero en lugar de ser un motivo de festejo, los empleados del zoológico desterraron al burro a otra parte. La burra Manuelita y el semental Solitario, las ‘víctimas’ de tal aventura, terminaron acompañando a Solitaria en el mismo corral mientras se formaba en su vientre una especie animal poco conocida y rara.
Por esos días, el macho cebra decayó en salud y abandonó a la que fue su pareja por casi 20 años. Murió en agosto por una infección renal. Para los trabajadores del zoológico, la causa de la muerte fue más bien de pena moral, por el engaño que recibió de su compañera. A la burra Manuelita se la llevaron al poco tiempo, y no alcanzó a ver el nacimiento.
Una especie híbrida
El 16 de enero de 1994, luego de 11 meses de embarazo, Solitaria dio a luz. Al curioso animal que nació lo bautizaron ‘El Pibe’, eran tiempos de euforia por la Selección Colombia.
“Tal vez por el potente gol que le metieron al cebro Solitario, que en su propio hábitat y sin mosquearse observó los coqueteos de su pareja con el burro”, señaló un empleado del zoológico.
E veterinario de ese entonces del zoológico, Luis Estrada, aseguró que era la primera vez que nacía un animal del cruce de burro y cebra en Barranquilla. Aunque, sabían de un caso similar en Repelón, municipio de Atlántico, donde una cebra africana también había quedado embarazada por un burro en la Hacienda Veracruz.
Como se sabe, generalmente, los burros tienen 62 cromosomas, mientras que las cebras cuentan con 44 cromosomas. De ahí que el también llamado ‘cebrasno’ (o en inglés ‘zebroid’ y ‘zonkey’) resulte con 53 cromosomas, número impar que le impide tener crías y lo convierte en un animal híbrido. Son especies estériles, como sucede con las mulas, cruces de yegua y burro.
“Es realmente increíble que el cruce de cebra funcione. Hay algunas especies de ratones que tienen números de cromosomas idénticos y aun así no pueden reproducirse”, comentó Douglas Antczak, veterinario, biólogo e inmunólogo estadounidense para el diario The New York Times.
“Esperaríamos que casi todos sean infértiles, de la misma manera que lo es una mula”, dijo el experto sobre el futuro de los pocos ‘ceburros’ que han nacido en el mundo. Según los registros, han aparecido también en México, Estados Unidos e Italia, de los que se asegura tienen una expectativa de vida de entre 15 y 25 años.
Entre los casos más mediáticos de ‘ceburros’, el último se conoció en Kenia, África, en abril de 2020. “Al trabajar con la vida silvestre, uno aprende a esperar lo inesperado”, afirmó el grupo de rescate animal Sheldrick Wildlife Trust cuando vio a la criatura.
La estrella del zoológico
El ‘ceburro de Barranquilla fue una gran atracción. Con la ternura que inspiraba y la torpeza propia de un animal aprendiendo a galopar, decenas de turistas y locales acudían para verlo corretear tras su madre.
A pesar de esto, el burro Abraham no volvió a compartir con Solitaria. Luz Myriam Moreno, bióloga del zoológico por esos años, explicó que la separación se dio para evitar más crías híbridas; querían mantener las especies puras.
Ya han pasado casi 30 años de esta insólita historia, pero de Solitaria y El Pibe no hay rastro. En el Jardín Zoológico de Barranquilla no precisaron qué pasó ni cuándo murieron los animales, aseguran no tener registros. En la actualidad, no tienen cebras, aunque sí un burro.