Al cierre de 2022 Colombia exportó 11,4 millones de sacos de 60 kilogramos de café verde. El principal cliente sigue siendo Norteamérica con un 52 %, seguido de Europa y África, que suman un 27 %.
Sin embargo, desde hace unos tres años, el café colombiano, sobre todo aquellas variedades que tienen sello de exclusividad, con aromas muy profundos y notas muy complejas a frutas, nueces, chocolate y especies, de la más alta calidad, han empezado a ‘tomarse’ el mercado asiático.
Jia Hang Wu, representante de la Federación en China, explicó que desde hace muchos años se vienen implementando en el país los concursos de calidad y subasta, como una estrategia para promover el cultivo del café de alta calidad para los caficultores, con el fin de que los cafés muy buenos y especiales de Colombia, se coticen a un excelente precio en los mercados internacionales.
Precisamente, el pasado 26 de agosto, se realizó en Santander de Quilichao, departamento del Cauca, el concurso y subasta ‘El mejor café del Cauca’, en el que participaron empresarios chinos, taiwaneses, japoneses, coreanos y hasta americanos.
Pese a las recientes noticias del recrudecimiento de la violencia en esta región, por la presencia de grupos armados al margen de la ley, los visitantes asiáticos no dudaron en hacer un viaje de casi 30 horas para degustar, oler y saborear las mejores variedades de café colombiano. Y, según Hang Wu: “No les dio miedo venir al Cauca, ellos son muy tranquilos”.
Al concurso se presentaron alrededor de 300 caficultores caucanos, 40 de los cuales fueron preseleccionados, para luego, después de dos días de catación, elegir las 16 mejores variedades de la región.
“Este proceso de subastas realmente inició hace mucho tiempo, pero últimamente nos hemos enfocado a los países asiáticos porque hemos visto que compran el café a un mejor precio”, indicó Hang Wu.
Dijo también que este es el primer año, después de la pandemia, que se hace el concurso de manera física, en los campos del Cauca, (el año pasado fue virtual), porque, además, se busca que los compradores se conecten directamente con los caficultores locales, sus historias, conozcan cómo cultivan el café que ellos subastan y sus dificultades para sacar un café de excelente calidad.
En la subasta en Santander de Quilichao estuvieron presentes los clientes, pero la gran noticia es que un lote de los cafés subastados llegó a US$30 la libra, casi un 60 % más alto que el precio alcanzado el año pasado.
Entre los participantes estaba la tienda china Luckin Coffee que tiene diez mil tiendas en ese país asiático.
Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, señaló, por su parte, que “el mercado chino es muy importante para los caficultores y representa el consumo en el que las familias colombianas van a crecer”.
Agregó que “las subastas y las oficinas de contacto en el exterior son clave para la caficultura colombiana, al igual que el consumo interno”.
No obstante, confirmó Hang Wu, los empresarios asiáticos compraron 175 kilos del producto, es decir, 5 sacos de 35 kilos cada uno, una cantidad muy pequeña, debido a que las fincas no tienen mucha producción y deben seleccionar solo lo mejor para poder participar en la subasta.
Experiencias conmovedoras
Además de catar y promocionar los cafés de subasta, los visitantes también tuvieron la oportunidad de probar diez cafés de macrolotes (de 2 a 4 toneladas) de asociaciones de indígenas, mujeres cabeza de hogar y también de jóvenes que encuentran en la sustitución de cultivos ilícitos una vía de escape a la guerra.
“Es decir, no solo van a llevar el café, también van a contar estas historias, para que los consumidores chinos no solo prueben café de alta calidad de Colombia, también conozcan la lucha de las comunidades por sembrar un mejor futuro para sus jóvenes y la gente que vive en medio del conflicto”, puntualizó Hang Wu.
Cultivando al gigante asiático
Darwin Riascos Martínez, de 41 años, quien vive en el municipio de Piendamó, Cauca, fue el ganador de la subasta. Su café Geisha logró alcanzar US$30 la libra.
Cuenta que desde hace tres años empezó con el emprendimiento de las nuevas variedades. “El café que sacamos en la finca La Macarena es un café diferenciado, yo no digo especial porque especial puede ser el que me sirve mi mamá o mi esposa. Es un café que siempre ha sido reconocido en el continente asiático por tener una acidez a mandarina, a fresa, y eso les gusta mucho. El Geisha es un café reconocido por su exquisitez”.
Entre tanto, Nilsa Garzón, de la vereda El Sauce, en el municipio de Rosas, Cauca, es una mujer de 56 años, madre cabeza de hogar, con una finca y tres hijos por sostener. El techo del lugar amenaza con colapsar y el piso no está en mejores condiciones, pero ella dice que es una “mina”, pues está convencida de que el cultivo del café cambiará su vida y la de su comunidad.
“Aquí la mayoría de las mujeres trabajamos en el campo. Quiero representar a la mujer caucana en el mundo. He ido a muchas ferias a nivel local y nacional, y ahora quedé tercera en el concurso del Mejor Café del Cauca, es como ganarse una competencia, porque hay gente que sabe y tiene más recursos, pero yo le he puesto mucho amor y cariño y sé que algo bueno tiene que pasar con esto”, asegura.
De otro lado, en el Valle del Cauca también hay caficultores que le apuestan a las nuevas variedades, como Alejandro Gómez Satizábal. “Entendí que debemos darle un valor agregado al producto, esto fue lo que me hizo sacar café tipo exportación con una muy buena puntuación. El café Sajonia es un café lavado, de varietal Castillo. Tenemos una capacidad de producción de 1200 libras al mes, con una tasa de 84 puntos y unas notas a panela, miel, cítricos y macadamia. Poder sacar el café directamente y entrar en subastas con clientes interesados en cafés de origen único, es decir de una única finca, permite que sean mejor valorados en el mercado”, puntualizó.