La historia de la aviación está plagada de accidentes, que gracias al avance de la tecnología son cada vez menos frecuentes. Pero también de hazañas y de hechos milagrosos como el que ocurrió en las últimas horas en el Caquetá, cuando 4 niños que viajaban en una avioneta accidentada hace 17 días aparecieron vivos.
Cuatro de esas historias milagrosas ocurrieron en el accidente aéreo que más ha impactado a Cali, el 20 de diciembre de 1995, cuando un avión de American Airlines procedente de Miami, con 163 personas bordo, se estrelló, a pocos minutos de aterrizar, contra el cerro San José del municipio de Buga.
A pesar de la violencia del impacto contra la montaña y de las duras condiciones meteorológicas de la zona, cinco personas lograron sobrevivir (finalmente una de ellas murió a las pocas horas). Tres de los sobrevivientes fueron Gonzalo Dussan y su hija Michelle y Mauricio Reyes.
Al conmemorarse diez años de la tragedia, Gonzalo le dio su dramático testimonio acerca de lo ocurrido esa noche a El País.
¿Cómo fue ese 20 de diciembre, antes del accidente?
Llevábamos dos días de nevada en el lado noreste de los Estados Unidos. El vuelo desde Nueva Jersey a Miami inicialmente lo habían cancelado, pero después nos llamaron a decirnos que sí volaríamos. Corrimos nuevamente y cuando íbamos en el carro por la carretera principal al Aeropuerto Newark, el carro patinó y trató de voltearse, pero gracias a Dios no ocurrió ese accidente. Abordamos el avión con mucho estrés, llegamos tarde a Miami y también nos tocó correr para abordar el avión a Cali.
¿Pasó algo inusual en el vuelo a Cali que le hiciera pensar que algo ocurriría?
No hubo ningún inconveniente ni turbulencia fuerte, el vuelo fue tranquilo. De pronto la persona que viaja muy frecuente a Colombia desde Miami sí se dio cuenta del giro tan fuerte que hizo la aeronave cuando los pilotos tratan de corregir el vuelo, pero no se dieron cuenta de la altura que traía el avión y eso es básicamente lo que lleva a que la nave impacte contra la Cordillera.
Mauricio Reyes (otro de los sobrevivientes) me dijo que cuando el avión giró a la izquierda -el vuelo normalmente viene de norte a sur para aterrizar en el Valle- se sorprendió mucho, él estuvo más consciente en estos momentos de pánico tan fuertes que se vivieron antes del impacto.
¿Recuerda los momentos previos al siniestro?
Yo quedo inconsciente y no me doy cuenta sino hasta el otro día cuando abro mis ojos y creo estar en mi cama y mi casa, pero cuando comienzo a sentir dolores, frío y soledad, voy tomando conciencia de que en efecto ha ocurrido un accidente.
Solamente escucho la voz de mi hija y murmullos de gente quejándose alrededor; trato de pedir auxilio porque dentro del fuselaje estaba completamente oscuro. Me acerco al cuerpo de mi hija, la toco y cuando me doy cuenta que tiene fracturas y que no puede pararse, la dejo ahí y trato de salir del avión.
¿Qué pasó cuando logró salir del fuselaje?
Veo la luz del día y escucho los helicópteros que estaban rodeando el lugar tratando de hallar señales de vida. Me motivé mucho, más cuando me di cuenta que mi hijo estaba vivo. Ese fue el momento de más motivación y emoción. Yo no me veía heridas muy protuberantes y eso también me llevaba a tratar de caminar dentro del lugar para tratar de auxiliar a las personas.
¿Cómo fue el momento del rescate?
Después de que me bajaron, me trasladaron del lugar de la tragedia al helipuerto que habían hecho en el corregimiento de El Placer. Recuerdo que me traían en una camilla y sentía mucho pánico, por eso le dije a un muchacho de la Cruz Roja que yo no me subía en la camilla si el no se subía conmigo y el prácticamente arriesgó su vida. No vengo sino a crear conciencia como dos días después de estar en el hospital que veo a mis hermanos alrededor de mi cama y les pregunto automáticamente que cómo están mis hijos.
¿Cuándo se da cuenta de cómo murió su hijo?
En el hospital me contaron que él había muerto, pero después de dos o tres años mi madre me dijo que me veía un poco fuerte para decirme lo que había ocurrido. Cuando yo escuché que el niño había quedado colgado de un árbol, quedé impactado y recordé que cuando salí del fuselaje veía los árboles y la naturaleza y él me hablaba cuando escuchaba mi voz, pero yo no podía verlo.
Cuando mi madre me contó, me dolió mucho. La pérdida de un hijo no se lo deseo a nadie, pero cuando una verdad llega, el alma descansa un poco. Eso lo que te puedo explicar con respecto a la verdad que me dijeron del niño mío.
¿Sueña con ese momento?
No. De hecho, nunca he tenido sueños de miedo ni de accidentes a pesar de que los primeros meses me estaban afectando nuevamente los ataques de pánico. No obstante, al haberme acercado a Dios me di cuenta que ese era un espíritu de muerte que estaba atormentándome para llevarme a depresiones, para tratar de acarrear un ataque al corazón o cerebrovascular.
¿Para usted es difícil viajar en avión?
Los primeros años fue muy duro, incluso me demoré casi dos años en poder regresar a Nueva Jersey, que es donde vivía. Yo era muy nervioso, le temía a las alturas, a volar y cuando ocurre este accidente yo no quería saber nada más de aviones. Ahora ya puedo volar normalmente, sin ninguna medicina y sin nigún tipo de anestésico en mi cuerpo.