La belleza y astucia de los gatos cada vez atrapa a más personas en todas partes del mundo, sus ocurrencias hacen que quienes tienen uno en casa se fascinen por su inteligencia, habilidad y la forma en la que les hacen frente a los retos. Si bien cada uno de los mininos es único, hay algunas razas que se destacan sobre otras, ya sea por destreza, capacidad para ser entrenados, comunicarse o convivir con muchos humanos y animales de otras especies.
Aunque se dice que los gatos son animales de compañía muy independientes, ya que se suelen comparar con los perros, dependiendo del tipo de gato también suelen tener sus preferencias. Están los que prefieren ser solitarios y convivir únicamente con su familia humana, como otros que tienden a enfermarse o deprimirse porque necesitan compañía.
Pero también se debe tener cuidado cuando están enfermos pues, como ocurre con las personas, la forma más certera de saber si tu gato tiene fiebre es tomándole la temperatura. Para ello deberás introducir un termómetro en su recto, o acudir al veterinario para que sea él quien lo haga.
Si tienes un gato adulto, su temperatura habitual es de 38º a 39º, y si es cachorro de 39,5º. Sea adulto o cachorro, si supera estos parámetros, puedes confirmar que tiene fiebre. Otros signos que pueden orientarte a saber que un gato tiene fiebre son los siguientes:
- Toca su nariz. Igual que ocurre con los perros, la nariz de tu mascota siempre debe estar húmeda. Los gatos con fiebre la tienen reseca y caliente.
- Observa su comportamiento, sobre todo, si se muestra inquieto o angustiado sin motivo aparente. También si lo notas visiblemente afectado o permanece la mayor parte del tiempo acostado, con los ojos pesados o irritados.
- Fíjate en su respiración y en los latidos de su corazón. Otro indicio de que esté febril viene dado por el hecho de que ambos aspectos estén más acelerados de lo normal. Mantente alerta respecto a su higiene personal. Los gatos son muy limpios.
- Descuidar su aseo diario no es algo propio de ellos, y es un indicativo claro de que tu gato no se encuentra en perfectas condiciones.
¿Qué hacer?
- Toma la temperatura: utiliza un termómetro digital específico para mascotas y toma la temperatura rectal de tu gato para confirmar si tiene fiebre. La temperatura normal en gatos suele oscilar entre 38 y 39 °C.
- Mantén a tu gato hidratado: asegúrate de que tu gato tenga acceso a agua fresca en todo momento. Si tu gato no quiere beber, puedes intentar hidratarlo con una jeringa o proporcionarle alimentos húmedos que contengan líquidos.
- Observa los síntomas adicionales: presta atención a otros signos de enfermedad en tu gato, como pérdida de apetito, vómitos, diarrea, dificultad para respirar, letargo o cambios en el comportamiento. Estos síntomas pueden ayudar a identificar la causa subyacente de la fiebre y serán importantes para la evaluación del veterinario.
- Mantén a tu gato en un ambiente cómodo: proporciona un lugar tranquilo y cómodo para tu gato donde pueda descansar. Asegúrate de que el entorno sea cálido pero no demasiado caliente. Evita corrientes de aire frío o exposición directa al sol.
- Consulta al veterinario: si tu gato tiene fiebre, es recomendable buscar atención veterinaria. El veterinario podrá realizar un examen completo, identificar la causa de la fiebre y prescribir el tratamiento adecuado. No administres medicamentos a tu gato sin consultar primero con un veterinario, ya que algunos medicamentos pueden ser tóxicos para los gatos.
- Controla su temperatura: si la temperatura de tu gato es alta, puedes ayudarlo a reducir su temperatura corporal. Puedes utilizar compresas frescas y húmedas en su frente, patas y abdomen para ayudar a disipar el calor. También puedes colocar un ventilador cerca de tu gato para aumentar la circulación de aire, pero asegúrate de no dirigirlo directamente hacia él.
- Alimentación adecuada: asegúrate de proporcionarle a tu gato una alimentación adecuada y apetitosa. Si tu gato tiene poco apetito debido a la fiebre, puedes ofrecerle alimentos húmedos o enlatados que sean fáciles de comer y contengan líquidos. Si tu gato rechaza la comida, es importante informar al veterinario, ya que la falta de ingesta de alimentos puede empeorar su estado.
- Control del entorno: mantén a tu gato en un ambiente tranquilo, sin estrés y con una temperatura ambiente adecuada. Evita cambios bruscos de temperatura, corrientes de aire y exposición excesiva al sol.