La foto más famosa del carro que ‘voló’ fue tomada por la reina de belleza Luz Marina Zuluaga, la primera colombiana en ganar Miss Universo. Sucedió en Manizales, cuando el carro, un Ford Fairlane 500 sedan modelo 1957, subió a toda velocidad una de las tradicionales lomas de la ciudad y, tras pasar la cima, quedó con sus cuatro ruedas en el aire, como si volara. Fue justo cuando Luz Marina disparó su cámara.

Unos días después, Miss Universo le entregaría el trofeo que lo acreditaba como campeón del Circuito Central Colombiano, la carrera de carros que paralizaba al país, al piloto de aquel auto: Hernán Gaviria Mejía.

Desde el 1 de junio de 1967, Hernán ostenta un récord que hoy pareciera imbatible: recorrer en carro la distancia entre Bogotá y Cali (505 km) en apenas 4 horas, 41 minutos y 11 segundos, como volando, en un automóvil familiar, de cuatro puertas, grande y pesado.

El piloto Hernán Gaviria Mejía tiene a sus 84 años el récord Nacional de Automovilismo. Foto: Aymer Andrés Álvarez | Foto: El País

A sus 84 años, Hernán sigue entero, como el carro, que acaba de ser restaurado para conservar la leyenda por sus amigos del Obelisco Classic Car Club Cali Colombia, entre ellos Hugo Suárez Fiat, el fundador de Caliwood, el Museo de la Cinematografía, el economista y restaurador Luis Fernando Durán Falla y Daniel Delgado, el yerno de Hernán, todos coleccionistas de autos clásicos.

Me acaban de entregar el carro y está como una uva – dice Hernán con la alegría de quien recibe por fin el regalo prometido. Está vestido con una camisa a cuadros, un pantalón caqui y una gorra con un estampado que delata su pasión por las carreras de carros; Daytona 500, se lee.

También carga un álbum repleto de fotos de sus carreras y artículos de prensa, así como un libro en el que narra su hazaña: ‘Historia Triunfal, memorias automovilísticas del ‘Circuito Central Colombiano 1967’.

El Ford Fairlane 500 fue restaurado por los integrantes del Obelisco Classic Car Club Cali Colombia. Foto: Hugo Suárez Fiat. | Foto: Hugo Suárez Fiat

A su lado está su esposa, Gloria Villegas, quien lo acompañó en las correrías a toda velocidad por Colombia, y confirma lo que aclara Hernán: solo aceleraba cuando le certificaban que la carretera estaba despejada y era día de carreras. Conduciendo con su esposa y sus cuatro hijos, jamás se salta los límites de velocidad. A sus 84 años, Hernán Gaviria Mejía aún maneja por Cali y sus alrededores.

Debo renovar mi licencia cada año. Desde que tengo pase de conducción, hace siete décadas, no he pagado un solo daño, ni me han dañado a mí. En las carreras ni siquiera maté a algún perro en el camino – comenta sentado en una de las butacas de los teatros antiguos que conserva el Museo Caliwood, donde repasa las fotos de las competencias y cuenta su historia.

Hernán Gaviria Mejía nació en Pereira, pero su familia se trasladó a Cartago, donde tenían una finca. Eran agricultores. Cuando tenía 8 años, en 1948, descubrió su pasión por las carreras de carros. En ese entonces se realizaba una competencia llamada América del Sur que conectaba a Buenos Aires con Caracas y pasaba por Colombia. Hernán presenció en una esquina del pueblo a los hermanos argentinos Óscar y Juan Gálvez pasando a toda velocidad y quedó flechado por el automovilismo.

El Circuito Central Colombiano de Automovilismo era la Vuelta a Colombia de los años 40 y 60. La gente salía a las calles a recibir a los pilotos. | Foto: El País

En Cartago vivían campeones nacionales de carreras de carros, entre ellos Jaime Villegas, quien le recomendó que, si quería competir de verdad, debía conseguir un Ford Fairlane 500 modelo 57.

A ese carro no hay que hacerle nada. Solo incorporarle un carburador grande, y listo. El motor es de persecución. Es el que usan los carros de los policías en Estados Unidos para atrapar a los ladrones – le dijo Jaime.

Hernán descubrió que en Pereira estaban vendiendo el carro. Tenía placas de Manizales. Fue hasta la compraventa y tardó media hora para que el Ford fuera suyo, por $80 mil pesos cuya mitad la pagó en efectivo y el resto con una camioneta. La fábrica promocionaba el carro así: “Fairlane: Veloz, como flecha al viento”.

La licencia para competir en el Circuito Central Colombiano. | Foto: El País

– ­En ese tiempo corríamos tres o cuatro carros, Ford y Chevrolet, sobre todo. El alcalde de Cartago nos daba permiso de cerrar las calles, con una condición: debíamos ser pilotos expertos. No podía competir ningún buñuelo – cuenta Hernán.

El automovilismo colombiano de entonces, cuando el país se podía permitir cerrar las carreteras entre las principales ciudades durante una mañana, fue influenciado por lo que sucedía en Argentina, dice al teléfono el periodista y fundador de la revista Motor, José Clopatofsky, quien compitió contra Hernán en el famoso Circuito Central Colombiano.

En ese tiempo se hacía automovilismo de ruta. Una carrera muy famosa era Buenos Aires – Caracas. El Circuito Central Colombiano fue la consecuencia de esos carros que pasaban por el país. Era un automovilismo más empírico, acrobático, con esos Fords grandes como en los que corría Hernán, que era espectacular verlos en carretera. Esa era la Vuelta a Colombia, la gente salía en los pueblos a ver pasar los pilotos. Hasta el año 1969, cuando el gobierno dejó de dar permisos para cerrar las carreteras y el automovilismo se trasladó a los autódromos, el primero el de Ricardo Mejía, en Bogotá, y luego Tocancipá – recuerda Clopatofsky, mientras Hernán, en el Museo Caliwood, lleva su memoria intacta al 1 de junio de 1967, cuando logró el récord histórico de recorrer Bogotá hasta Cali en solo 4 horas, 41 minutos y 11 segundos, con un promedio de velocidad de 107 km por hora aunque hubo rectas en las que la aguja del velocímetro se ubicó en 200.

Hernán Gaviria y su esposa, Gloria Villegas | Foto: El País

Era jueves, y los carros partieron desde las 6:00 a.m. frente al cuartel de la Policía en Bosa, Cundinamarca. Se trataba de una contra reloj, por lo que cada auto, en su respectiva categoría, salía con dos minutos de diferencia del anterior. Como copiloto de Hernán iba su amigo Jairo Grajales.

– Salimos del punto de partida, después de un Ford Falcon automático, modelo 1966, conducido por Diego Sanín, al cual dimos alcance llegando al Alto de San Miguel, y lo sobrepasamos. Al descender cruzamos las poblaciones de Fusagasugá, El Boquerón, Melgar y Girardot. A pesar de la velocidad con la que viajábamos, (180 km/h), el carro no sufrió alteraciones de ninguna clase, y llegando a Girardot adelantamos a Heinz Shon”, recuerda Hernán.

El Fairlane marcaba 5.000 rpm y el velocímetro 190 km/h, cuando su copiloto gritó que detrás venía un carro acercándose, el de Luis Rafael ‘El Ganso Garzón’, el más famoso piloto de Colombia en el momento.

Hernán Gaviria tiene en su casa más de 40 copas. Compitió en automovilismo durante 5 años. Foto Aymer Andrés Álvarez. | Foto: El País

Mi copiloto me dice: se acerca a 200 y nosotros vamos a 190 y a full revoluciones, entonces le dije: cierre bien las ventanas que vamos a volar – rememora Hernán.

La lucha por el primer puesto mientras atravesaban el Tolima fue intensa. Al llegar a Ibagué, ‘El Ganso’ los sobrepasó con una maniobra imprudente, “haciendo un ruido infernal”, mientras Hernán levantaba el acelerador para evitar un accidente con el público a orillas de la carretera.

Más adelante, en el Alto de la Línea, le dio ‘caza’ de nuevo. ‘El Ganso’ estaba en una curva, estacionado en la mitad de la vía para no dejar pasar otros carros – era un ‘viejo zorro’- mientras cambiaba una llanta. Hernán vio un espacio entre un barranco y pasó a 100 km por hora.

Pilotos listos para partir en el Circuito Central Colombiano de 1967, el equipo de Manizales. Foto: Gustavo Mejía. | Foto: El País

En ese punto de la competencia empezó a llover, por lo que bajó la velocidad y su hermano Jaime lo sobrepasó. Sin embargo, en una curva, debido al barro, Jaime se golpeó con una cuneta. Hernán dio dos ‘trompos’, pero salió indemne.

En Calarcá, Quindío, se detuvo para llenar de nuevo sus dos tanques de gasolina de 18 galones, el del carro y uno auxiliar que se permitía, pero en ese momento, en la estación de servicio, vio un desfile de carros hacia la meta. Así que ordenó llenar un solo tanque para acelerar, “aferrado al Señor de los Milagros de Buga para llegar con ese combustible”.

Íbamos por todos los pueblos del Valle con las luces del carro prendidas y la bocina sonando para indicarle a la gente que estaba pasando la carrera. Después de atravesar la meta en Cali nos quedamos varados por falta de gasolina, pero la gente que me recibió emocionada me ayudó a empujar el carro hasta la estación más próxima, a unos 300 metros – comenta Hernán y toma, del álbum, la libreta de calificaciones de la etapa en la que se certifica su tiempo: 4 horas, 41 minutos, 11 segundos.

Hernán Gaviria Mejía, en la previa de una competencia. Foto: Gustavo Mejía. | Foto: Especial para El País

Ese día rompió el récord de 5 horas y 4 minutos, impuesto por su amigo Jaime Villegas años atrás. Hernán fue noticia porque lo hizo en un carro sin modificación alguna, el “carro de la casa”, con sus bumpers originales, caja de tres velocidades al timón y con un carburador estándar de cuatro bocas que consumió 54 galones de gasolina en 505 kms, es decir que rindió a un promedio de 27.270 kms por galón. La premiación se realizó en el teatro Aristi del centro de Cali, en días en los que la ciudad buscaba ser sede de los Juegos Panamericanos de 1971. Esa misma tarde se encontraba de visita el general mexicano José de Jesús Clark Flórez, vicepresidente del Comité Olímpico pro sede de los Juegos.

En total, Hernán Gaviria Mejía corrió durante 5 años, incluyendo un rally, y después de ser campeón nacional y que llegaran carros Camaro con los que no podía competir, “se me fue la fiebre por las carreras”. Además, el automovilismo se trasladó a los autódromos, y a Hernán le gusta es competir en carreteras, recorrer pueblos, “no dar vueltas a la manzana como en esas pistas”.

Fue entonces cuando guardó su amado Ford Fairlane 500 en un taller, de donde fue desapareciendo a lo largo de los años. Le robaron partes del motor, y su carrocería se fue oxidando, pudriendo.

El carro restaurado partió este sábado en caravana hacia Cartago, con Hernán Mejía al volante. El hijo prodigo vuelve a casa. | Foto: El País

Hasta que, en 2023, a Daniel Delgado, su yerno, se le ocurrió restaurarlo para proteger la historia del automovilismo colombiano y recibió el apoyo de varios de los integrantes del Obelisco Classic Car Club Cali Colombia, como Hugo Suárez Fiat, Francisco Mejía, Ramón Borja, Jaime Correa Castro y Jorge Castrillón González, el mecánico que donó su trabajo para dejar el motor como salido de la fábrica, además de Luis Fernando Durán Falla, quien se encargó de la restauración en su cochera.

En las pruebas que le hice antes de entregarle el carro a Hernán, quedé muy satisfecho. El Ford Fairlane llegó a los 120 km por hora y se comportó perfecto – cuenta Luis Fernando.

Este sábado, 23 de noviembre de 2024, los integrantes del Obelisco Classic Car Club Cali Colombia partieron en una caravana desde Cali hasta Cartago, con Hernán conduciendo su Fairlane 500 con el número 30, el mismo con el que logró el récord. El hijo prodigo volvió a su casa.

Hernán Gaviria con su Ford en una carrera en 1968. Foto: Gustavo Mejía. | Foto: El País