Los miedos en la base de la otrora guerrilla de las Farc siempre han existido: primero, a la aceptación social; luego, a la persecución; después, a ser olvidados. El sentimiento se ha transformado en rabia y también en desazón, pero se mantenían ocultos.
En la noche del 9 de abril de 2018 la inestabilidad que ya se vivía dentro del partido que surgió tras la firma del Acuerdo para la Terminación del Conflicto empezó a aflorar con la captura de ‘Jesús Santrich’, de quien la Fiscalía General de la Nación dijo que estaría negociando la comercialización de un cargamento de cocaína a Estados Unidos, después de la negociación de la paz. El objetivo, extraditarlo.
La inseguridad jurídica para los excombatientes se reafirmó. A lo largo de estos catorce meses han ocurrido situaciones adversas para la colectividad. Han asesinado más de 130 militantes, además, ‘Iván Márquez’, jefe de la delegación que negoció la paz, no se posesionó como senador de la República en julio de 2018 y un mes después se supo que las directivas del partido no sabían dónde estaba.
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Como también dicen ignorar el paradero de otros nueve integrantes del Consejo Político de Farc, entre ellos, Romaña’ y ‘El Paisa’, quien incluso perdió parte de los beneficios otorgados con la paz por no cumplir con los requerimientos de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP).
Desde lo que muchos llaman “clandestinidad”, ‘Márquez’ ha denunciado falta de garantías y asesinatos de excombatientes; en la decena de cartas enviadas a la base del movimiento ha insistido en que “fue un error entregar las armas” como parte del acuerdo al que se llegó con el Gobierno de Juan Manuel Santos a finales de 2016.
Hasta ahora la Dirección de Farc había guardado silencio ante las críticas, pero el miércoles Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, habló.
“Actitudes y comportamientos como los adoptados por Iván Márquez y quienes lo siguen apuntan a pisotear eso que para los revolucionarios, incluso para cualquier ser humano que tenga un elevado sentido de su integridad, es algo sagrado: la autoridad moral del partido. En esas condiciones, con hondo pesar, debo reconocer la necesidad de marcar distancia de ellos. Somos un partido de paz, nunca seremos un partido de guerra”, dijo en una extensa carta pública.
De momento hubo silencio entre los excombatientes ‘rasos’ y los mandos. Al día siguiente, críticas y respaldos no se hicieron esperar. Pero, ¿qué tanto han calado las palabras de Márquez, uno de los máximos jefes de la exguerrilla, exnegociador de paz y directivo del Partido Farc entre quienes lo acompañaron en la subversión?
Según fuentes consultadas, cualquier cosa que se diga al respecto es “peligrosa” y las dudas que surgen frente a posibles fracturas dentro del movimiento político “no las responde nadie poniendo el rostro”.
De puertas para afuera dicen que “no hay rompimientos internos, ni pujas por liderazgos. Hay un debate como en toda estructura política y lamentablemente se hizo público. Farc, como partido, tiene una sola línea y eso es cierto: defender la paz”.
Pero alguien que está en el día a día fariano asegura que la carta de ‘Timochenko’ puso a “hervir” el partido internamente y lo dividió en tres bloques: los que están 100 % de acuerdo con él y lo respaldan; los que consideran que se apresuró a exponer los inconvenientes públicamente, pero es necesario llegar a la reconciliación y quienes acompañan a ‘Márquez’ en sus cuestionamientos y creen que es necesario volver al monte. Los dos primeros bloques, por ahora, serían mayoritarios.
*Roberto, quien lleva más de 20 años en las Farc, sostiene que “si no pudimos hacernos al poder cuando estábamos organizados y en el monte, mucho menos ahora que estamos visibilizados, registrados en las bases de datos del Gobierno y con una mano adelante y otra atrás para volver a la subversión”.
Cuando habla se le siente la rabia y confirma que existe nostalgia por “ los incumplimientos” del Gobierno, pero sentencia que “ya no hay retorno”.
Cuenta que ni él ni muchos de sus copartidarios están dispuestos a regresar a la guerra, pero admite que muchos hablan de rearme. Sin embargo, sostiene que “es gente que jamás le tocó combatir, como ‘Iván’ (Márquez’); él no supo lo que era enfrentar el Plan Colombia porque estaba fuera. Lozada, Catatumbo, Mauricio, sí. Nosotros sabemos qué es ser perseguidos y que lo que se viene es difícil, pero seguimos adelante con el Acuerdo”.
Un discurso similar tiene *Federico, quien explica que hay un ala radical, que otrora se dedicaba a fomentar la línea ideológica de la guerrilla desde las ciudades, y ahora considera que ‘Timochenko’ y quienes siguen su línea están hablando para complacer a los medios de comunicación y al uribismo.
Pero *Roberto agrega que los que estuvieron dentro del movimiento saben quién es quién “y esos azuzadores de ahora jamás le han tirado ni un ‘madrazo’ a un policía”.
Se va contra ‘Márquez’ porque, a su juicio, no tiene por qué crear un mal ambiente entre la base del partido. “Entonces, ¿para qué firmó un acuerdo con el que no estaba contento y nos metió en esto?”, recalca.
*Jota trata de pensar que está equivocado, pero ha visto cómo algunos de los exjefes ahora están del lado del “establecimiento corrupto, alejándose de los ideales revolucionarios” y nos dejan solos en los Espacios Territoriales de Capacitación, ETCR.
Él, desde el Cauca, habla de las necesidades de quienes se han quedado en esas zonas que en agosto quedarían sin los beneficios económicos pactados con el Estado y dice que comprende que muchos de sus compañeros hayan regresado al combate.
“Pero casi todos son hombres que no tienen una claridad ideológica y que ahora le están cuidando, por dos o tres millones de pesos al mes, los cultivos de coca a las bandas criminales y las disidencias porque a los ETCR no llega comida ni tampoco la plata mensual que prometieron”, agrega.
Desde otro extremo del país, Andrés París, directivo del Partido Farc, asegura que la colectividad sufre más éxodos que los vividos por Israel: “La mayoría se han marchado al no futuro, a la desesperanza, porque no aguantan más promesas del Gobierno y los dirigentes del partido”.
En desacuerdo total con la carta de ‘Timochenko’, explica que tres mil hombres negocian la reincorporación con el Gobierno, pero ya tres mil están con las disidencias o en otros grupos. “En agosto, cuando se suspenda la renta básica y quiten los ETCR, ¿qué resuelve la carta de ‘Timo’?”.
Sin embargo, no todos los que están en los ETCR son quienes están pensando en regresar a la vida armada. Los problemas de seguridad, el asesinato de líderes sociales y la situación de ‘Jesús Santrich’, son razones para algunos de quienes desde afuera también consideran hoy que “hay otros lugares para defender la vida”.
Paris advierte que él está en la paz, “pero veo los peligros que se nos vienen a los que firmamos el Acuerdo, ahora más cuando ‘Timo’ renuncia a defender y a representar a los perseguidos del partido”.
Para él, pronunciarse públicamente sobre la polarización que produjo la carta de ‘Timochenko’ es quedar “bajo la lupa de la Fiscalía. Una vez más se criminaliza al militante de base, que lo único que espera es que se le cumpla lo prometido cuando hizo la entrega de sus armas”.
*Nombres cambiados
Diez mil, de los más de catorce mil hombres y mujeres que se acogieron al Acuerdo de Paz, siguen cumpliendo lo pactado. El resto volvió a la clandestinidad y la violencia.