Cuando finalmente llegó la ayuda, ya no tenía la fuerza suficiente para luchar por su vida; por eso no opuso la más mínima resistencia. El instinto de conservación la había abandonado a su suerte.
Seguramente permaneció allí semanas enteras al vaivén de las olas sacudiendo sus aletas e intentando desesperadamente liberarse del trasmallo que algún barco pesquero industrial dejó tirado a su paso. Pero el milagro para ella estaba aún muy lejos.
A 164 kilómetros de allí, en el puerto de Buenaventura, apenas se alistaba en la tarde del viernes 27 de septiembre el buque Golfo de Tribugá, de la Armada Nacional, para navegar durante 16 horas a la isla de Gorgona y adelantar junto a Parques Nacionales, la Infantería de Marina y empleados del Municipio de Guapi una jornada de recolección de basuras de las playas.
Dos días después, mientras los buzos de la Armada retiraban del lecho marino las redes de pesca atascadas en los corales y los demás recogían en la playa botellas, plásticos, icopores y cuanta cosa arrastra la corriente hacia Gorgona, la danza de las ballenas a escasos metros de distancia interrumpía de vez en cuando el trabajo.
Pero lo que en principio pareció el lomo de un ballenato por su tamaño y color, terminó siendo el inicio de un desesperado y apasionante rescate.
Jorge Orozco, reportero gráfico de El País intentaba hacer imágenes de la que parecía ser una cría de ballena, pero la lente le mostró que era un juego de boyas atadas a un trasmallo flotando en las olas. Ya el milagro asomaba.
Quizá no con la premura que alguien atrapado espera, pero tres horas después, y tras dejar la basura en el sitio de acopio, la atención se centró en regresar a retirar la red que misteriosamente flotaba frente a Gorgona.
No se sabe cuántos días permaneció inmóvil y hambrienta, pero lo que debió ocurrir, si la acción humana no hubiera distorsionado el natural transcurrir, es que la protagonista de esta historia llegaría a Playa Palmeras a inicios de agosto para anidar y dejar sus huevos antes de volver al mar.
Había llegado la hora
Teo, operario de la lancha de Parques Nacionales en Gorgona, advirtió al ver la red que era el tipo de malla que despliegan los barcos de pesca.
La capitán de Fragata María Antonia Garcés, buzo de la Armada Nacional, y Juan Camilo Vargas, contratista de Parques Nacionales, se dispusieron a recuperar el trasmallo y casi de inmediato anunciaron la sorpresa.
“Hay una Tortuga”, gritó juan Camilo. Desde la lancha seguíamos con expectativa la maniobra en el agua, mientras Teo aproximaba el bote para facilitar la acción de los buzos que de a poco cortaban la red sobre el caparazón de ‘Salvada’, como decidimos bautizarla. Pero bien pudimos llamarla ‘Esperanza’, ‘Milagros’ o ‘Victoria’.
Durante más de un minuto la capitán Garcés y Juan Camilo estuvieron aferrados a ella intentando romper la red, pero ‘Salvada’ no daba señales de vida. El temor era que la ayuda hubiese llegado demasiado tarde.
De repente la capitán se sumerge y da el más esperanzador de los reportes: “Está viva... se está moviendo”. La emoción inundó a quienes permanecíamos en la lancha atestiguando un hallazgo que ya daba visos de milagro.
“Está muy mal de salud; hay que sacarla rápido”. El tiempo pareció detenerse. El momento era angustiante, pero el interés supremo por rescatar a ‘Salvada’ en el menor tiempo demostró una vez más que no hay cabida en el mar para los lobos solitarios.
Sobre la lancha Héctor Fabio Valencia, jefe del Parque Nacional Gorgona, y el sargento Viceprimero Jeisson Rojas, comandante del puesto de avanzada de la Infantería de Marina apostada en la Isla, intentaban rápidamente cortar la red. Un trabajo interinstitucional que de haberse planeado no habría sido tan impecable.
Ya con ‘Salvada’ sobre la lancha, la tarea era recoger cuanto antes la red y las boyas para llevar al debilitado animal a brindarle la atención necesaria. La única recomendación fue cubrirle los ojos para tranquilizarla y con los buzos abordo llegaron los aplausos; ya habían motivos para celebrar.
Sin embargo el silencio durante los 15 minutos que tardó la lancha en llegar al puesto de atención de Parques Nacionales dejaba entrever la expectativa por el estado de salud de ‘Salvada’.
Geraldine Núñez, bióloga de Parques Nacionales, verificó su condición. Tenía varias heridas de anteriores batallas; se encontraba delgada, con algunos cortes y una aleta afectada. ‘Salvada’ lucía más fuerte y mostraba aleteos firmes.
Antes de liberarla, le fue adherida una etiqueta en una de sus aletas, un número y el correo del Parque Gorgona a la espera de que reporten su avistamiento desde algún lugar del mundo. Saber que permaneció con vida.
Con su cuerpo limpio y las heridas curadas, ‘Salvada’ volvió al mar. La última liberada de Gorgona, la isla prisión que cerró sus puertas hace 40 años y que albergó a 4526 de los reos más peligrosos de Colombia.
Una tortuga caguama que quedará anclada en la memoria de quienes la vivimos, y en la satisfacción y el orgullo de quienes la rescataron.