La caleña María Claudia Rojas Lasso, presidenta del Consejo de Estado, pide predicar con el ejemplo para devolverle credibilidad a la justicia. Propone revisar elección de Procurador y Contralor.

A María Claudia Rojas Lasso, la caleña que es hoy presidenta del Consejo de Estado, se le nota a leguas que es disciplinada, ordenada y perfeccionista. Casi un milagro, porque pudo haber sido todo lo contrario, ya que nació 25 años después de su hermana mayor, que ya estaba casada y tenía tres hijos. Ni que decir que su papá, un hombre ya de cincuenta y tantos, se dedicó a consentirla hasta el día en que se murió, cuando ella tenía solo 13 años. Es una mujer rubia, alta y atractiva. Trasmite un aire de eficiencia y todo en su persona luce impecable: peinado, uñas, maquillaje y atuendo. De expresión fácil y risueña, cuenta que fue muy buena estudiante pero que así tuviera parcial a las 7:00 de la mañana, si tenía fiesta esa noche, ella iba contra viento y marea. Un recorrido por su hoja de vida revela que estudió Derecho en la San Buenaventura de Cali, que es especialista en Bioética de la Javeriana, experta en Análisis y Resolución de Conflictos de la Universidad Militar y graduada en Derecho Tributario Internacional, del Externado. Se declara gran defensora del Medio Ambiente y su tesis de grado en bioética se tituló ‘Implicaciones jurídicas del transexualismo’. Se ha pasado la vida estudiando, trabajando y sacando adelante-se separó hace diez años- a sus tres hijos. Admite que le encanta la salsa, que le fascinó el Salsódromo y que se ha sentido feliz de ver a una Cali recuperada, llena otra vez de fe y de confianza.Hace 25 años emigró a Bogotá, donde ha trabajado en cargos diversos con Planeación, con Procomún, creada por Rodrigo Escobar Navia para apoyar a los municipios en el proceso de descentralización. “Rodrigo era inteligentísimo y muy creativo; tomaba toneladas de tinto y un día me dijo: “Claudia, cuando yo me muera me van a decir el ex tinto”. Risa. Luego entró a la carrera jurisdiccional como magistrada auxiliar en la Corte Constitucional y después en el Consejo de Estado, hasta que en 2008 fue elegida consejera titular y, en enero de este año, presidenta de una de las entidades más importantes de la justicia en Colombia.Durante años fue magistrada auxiliar entre la Corte Constitucional y el Consejo de Estado del cual es hoy presidenta. ¿Cómo logró esa hazaña en un país tan machista?Fui nueve años magistrada auxiliar de José Gregorio Hernández en la Corte Constitucional -hasta el 2001- y ese mismo año me nombraron magistrada auxiliar en el Consejo de Estado hasta que fui elegida consejera titular en 2008 y, en enero de este año, presidenta. Si bien es cierto que este es un país con mucho rezago machista, yo nunca tuve obstáculos en mi carrera por ser mujer.Pero ese nombramiento suyo en la presidencia fue bien difícil...No por ser mujer, sino porque hubo muchas votaciones, alrededor de 50. Pero al menos se logró la elección en el mismo día, ya que hemos tenido elecciones que han durado uno, dos meses y hasta más.¿Qué tipo de ‘lobby’ debe hacer un magistrado para que lo elijan presidente?Esa es una labor de día a día desde que uno se posesiona como magistrado titular, tanto en sus providencias, como en su comportamiento, en su desempeño laboral y hasta en su personalidad. Ya en la campaña se usa visitar a cada uno de los magistrados para informarlos sobre el interés en llegar a la presidencia y explicarles cuál es la labor que se quiere desarrollar allí.¿Y cuáles fueron sus argumentos?El fundamental fue que yo quería devolverle la credibilidad y la confianza de la ciudadanía en una Justicia con mayúsculas. Lograr que gracias a nuestro comportamiento y nuestras providencias la gente vuelva a creer en la Justicia y en los magistrados de las altas cortes.Difícil… ¿Cómo piensa lograrlo?Mostrando estadísticamente lo que estamos haciendo. Por otra parte, el último jueves de cada mes haremos una conferencia vía ‘streaming’ a todas las Facultades de Derecho, a los jueces administrativos y a los tribunales de todo el país, sobre un tema o una sentencia de interés. Queremos mostrar resultados, que hay gente trabajando seriamente en la administración de justicia, que hacemos una buena labor por el país y que somos gente honesta. Y que esta mala fama que nos hemos ganado por actuaciones de algunas personas -que no podemos negar que han ocurrido- no la merecemos todos. ¿Cómo la afecta esa mala fama?Me duele mucho porque cuando uno estudia Derecho siempre piensa que el mayor honor es el de llegar a ser magistrado de alta corte, como culminación de su carrera. Por eso estoy luchando, Margarita, la mayoría de los magistrados somos honestos y estamos dedicados a administrar justicia en una forma seria, estudiosa y proba.No se debe generalizar, pero en las cortes ha habido casos de gran resonancia, no solo de politización, sino de corrupción. Para la opinión resulta intolerable el ‘trueque’ entre unas cortes y otras, con nombramientos arreglados... Yo encuentro que hay parte de razón en algunos de estos señalamientos y yo misma he sido siempre muy crítica de esas circunstancias. Lastimosamente ha habido politización debido al hecho de que algunos magistrados son elegidos por el Congreso, lo cual hace que en muchos casos se mezclen política y justicia.¿No cree que una reforma de la justicia debería quitarle a las Cortes la facultad de hacer ternas y nombramientos?Mi opinión personal en cuanto a una reforma a la justicia es que definitivamente para alejar la contaminación política los magistrados no deben ser nombrados por el Congreso de la República, algo que necesariamente crea, por lo menos, tentaciones que derivan en connivencia de la política y la justicia. También creo que las facultades que tenemos para intervenir en la elección de Procurador, Contralor y de Fiscal -en el caso de la Corte Suprema- deberían revisarse. No nos causaría mayor traumatismo que nos quitaran esas funciones, por el contrario, podría ayudar. Tampoco veo como algo positivo la elección de nuestros propios magistrados, ni la intervención de la Sala Administrativa en la elaboración de las listas. Hoy, es duro reconocerlo, hay ya cifras indicativas de que estamos casi por debajo del Congreso en materia de credibilidad y ambas cosas son malas para la democracia.¿Qué tan graves son las limitaciones de presupuesto para la Rama Jurisdiccional?Dentro del presupuesto general de la nación, es muy pequeño: no llega ni siquiera al 1 %. Entiendo que hasta el año pasado eran dos billones de pesos anuales y entonces, es lógico que todo sea limitado. Tenemos, por ejemplo, unos jueces de descongestión, pero estamos siempre sujetos a que haya presupuesto. Eso crea inestabilidad e incertidumbre porque para nadie es un secreto que la administración de justicia demanda unas condiciones especiales de tranquilidad y de dignidad para sus servidores. ¿Qué otros factores han incidido en el descrédito de la Justicia?El narcotráfico definitivamente permeó todas las instituciones. Produjo una avalancha que llegó a todas las esferas y la justicia no fue ajena a esto. Desafortunadamente hemos visto algunos casos de jueces que se dejaron llevar por las veleidades del dinero fácil y, aunque no podría citarle casos concretos, no se puede dejar de reconocer que en Colombia la corrupción del narcotráfico permeó casi todo. ¿Y qué tan grande es la corrupción dentro de la justicia?Yo creo que el problema no es de grandes mayorías sino de casos aislados que fueron dejándose llevar por esas situaciones y que son en parte responsables del deterioro paulatino de la imagen de la justicia. Hemos estado oyendo sobre compra de fallos y coimas, y ha habido una serie de escándalos que, lamentablemente, tienen a la rama con un exiguo 23 % de credibilidad. ¿Está de acuerdo con que se estudie una posible reforma a la tutela, motivo Petro?La acción de tutela es indiscutiblemente una de las instituciones más importantes que creó la Constitución del 91, porque acercó la Constitución al ciudadano común y corriente. Cualquier persona puede interponerla, aún sin abogado. Sin embargo, se ha ido desnaturalizando. La tutela contra sentencias es un tema que necesita reglamentación porque los procesos no terminan nunca.¿Cree que los hombres del Consejo de Estado están contentos de tener dos mujeres en Presidencia y Vicepresidencia?La verdad es que he sentido un apoyo total de los hombres de la Sala Plena. Mucho. Por el contrario, quizás si alguna dificultad he tenido, ha sido por parte de las mujeres.