La Fiscalía General de la Nación abrirá investigación contra las personas y empresas socias, miembros de la Junta Directiva, alta gerencia y demás responsables de la supuesta estafa de Ultra Air, empresa que en menos de un año y con solo cinco aviones vendió más de 300.000 tiquetes a US$80, en promedio, sin la infraestructura necesaria para prestar el servicio.

Según reveló La República, entre quienes entrarán bajo la lupa del ente acusador se encuentran Carlos Ríos, en calidad de socio; David Bojanini, presidente de la Junta Directiva; y William Shaw, CEO y presidente de la aerolínea, entre otros responsables de la presunta estafa de Ultra Air. El delito que pueden haber cometido se dio conscientes de que el servicio pactado en un contrato no se iba a prestar. De hecho, sabiendo que a las 4:00 p.m. del pasado martes 29 de abril de 2023 se declararían en quiebra, sobre las 8:00 a.m. de ese mismo día, la 'low cost' seguía vendiendo tiquetes.

La aerolínea tuvo su último vuelo esa misma noche tras la crisis financiera que se advertía meses atrás luego de la indagación de la Superintendencia de Transporte, siguiendo el mismo camino de Viva Air, que suspendió sus actividades el 27 de febrero, generando un caos en los aeropuertos. Con la salida de estas dos ‘low cost’ se selló un marzo negro para el sector aéreo colombiano. Entre los dueños de los aviones naranjas se encuentran Carlos Ríos y la familia Sáenz de Autogermana, la familia Lince y otro inversionistas extranjeros.

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A pocos días de la Semana Santa, cerca de 70.000 personas quedaron sin una opción para viajar. Con el cierre de la aerolínea, que no pudo soportar más su crisis financiera, quedaron 17 rutas nacionales desatendidas, de las cuales 11 conectaban con ciudades con playas.

Pese a que Ultra Air le solicitó al Gobierno Nacional apoyo tras la tormenta que se desató cuando se quedaron sin una propuesta de compra por parte de JetSmart, la empresa no pudo seguir funcionando. Si bien había anunciado que sus inversionistas iban a realizar una capitalización, las medidas posteriores que comunicó la compañía indicaban que la turbulencia no había cesado.

Una semana antes se habían anunciado las primeras cancelaciones de vuelos y la venta de tiquetes, que posteriormente fue reanudada con el anuncio de más dinero para la empresa. No obstante, el 27 de marzo, Ultra Air confirmó que había reducido su flota por fallas técnicas, hecho que no se pudo corroborar.

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La noticia de la muerte de la aerolínea de bajo costo mantiene en tensión el mercado aéreo colombiano, teniendo en cuenta que en su primer año de operación logró movilizar más de dos millones de pasajeros. Solo hasta el 17 de marzo de este año conectaron a 510.567 usuarios en el país.

Tras la quiebra de la compañía, 8,1% de participación en el mercado aéreo colombiano queda desatendido. Además, la sociedad acaparaba 14% de la representación en los destinos a los que volaba. Por ejemplo, competía con Viva Air, que representaba 20,8% del mercado en destinos como San Andrés y Cartagena.

Con la suspensión de la operación de estas dos aerolíneas, el mercado de las ‘low cost’ se modifica, quedando solamente Wingo, con una participación de 3%, y la posibilidad de que JetSmart entre a competir en el mercado doméstico colombiano, tras la aprobación de 27 rutas por parte de la Aerocivil.

La compañía liderada por William Shaw, mismo fundador de Viva Air, y con David Bojanini en la Presidencia de la Junta Directiva de Ultra Air, indicó que la salida de la tercera aerolínea con más representación de mercado "puso en alerta a los proveedores de la industria y a los arrendadores de aeronave, quienes empezaron a exigir pagos inmediatos".