Una historia de no creer tiene en preocupación a muchos profesionales del sistema de salud en Colombia, ya que la revista SEMANA dio a conocer que en la Costa Caribe hay una enfermera de 24 años que está sumergida en la adicción del fentanilo y en la actualidad se encuentra en búsqueda de trabajo. De hecho, son tres los hospitales en donde está la hoja de vida de la joven la cual es intachable y un talento inigualable en su profesión; sin embargo, su adicción a la droga la está acabando silenciosamente.
“Ella ahora solo busca trabajo para empezar a robar el fentanilo desde el primer turno y consumirlo en el baño”, aseguran algunos de los testigos al medio mencionado.
En el pasado mes de febrero se empezó a descubrir la historia que dejó al personal de la salud perplejo al ser testigos, en primera línea, de la crueldad del fentanilo. Y es que todo inició en una clínica de Cartagena cuando la enfermera fue contratada para la Unidad de cuidados intermedios y durante su primer turno en el cual fue asignada a urgencias se empezaron a perder las primeras cinco ampolletas de fentanilo del carro de reanimación a pesar de la seguridad que tenía.
“Cuando se realizó el cambio de turno a las siete de la mañana ella no estaba, lo que dijo a sus compañeras era que tenía una migraña terrible y por esa razón no podía quedarse hasta terminarlo. Sus colegas y los mismos pacientes decían que la habían visto muy ansiosa, temblaba y sudaba mucho”, le indicó a SEMANA una de sus jefes.
Del mismo modo, otros testigos consultados por el medio aseguran lo mismo: “al hacer el inventario, de los medicamentos del carro de reanimación, nos dimos cuenta que faltaban cinco ampolletas de fentanilo. Así que subí a revisar las cámaras de seguridad y me di cuenta de que la jefe durante la noche pasó varias veces por el lado del carro y lo miraba de arriba a abajo. Se ve muchas veces pasar por ahí. El movimiento de sus manos y cuerpo decían que estaba ansiosa. Ella de un momento otro empezó a meterse al baño, durante mucho tiempo y a los 20 minutos volvía y así estuvo como dos horas. A sus compañeras les dijo que era que tenía vómito”.
La enfermera habría hecho el mayor esfuerzo posible para evitar que la descubriera, por esa razón algunos de sus compañeros describe una de las escenas que más los impactó: “se subió a una silla y tapó el ojo de la cámara y alteró los zunchos de seguridad que llevan un código para ver cada cuanto se abre el carro”.
En el momento en que quedó en evidencia su consumo mediante cámaras, sus superiores le pidieron que devolviera las 10 dosis de fentanilo que en tan solo dos días se había llevado. En un principio intentó negar que eran para su consumo, pero sí dejó claro que ya se había gastado ocho. Al parecer, el argumento que dio fue que se las había llevado por un acto de caridad
Posterior a este incidente, SEMANA indica que en averiguaciones posteriores han identificado que en al menos dos clínicas más, esta enfermera habría pasado exactamente por la misma situación y en la actualidad al parecer está en búsqueda de otras vacantes en centros de salud de ciudades cercanas a Cartagena.
“La intención del equipo profesional no es tratarla como una delincuente sino salga de esa etapa de negación que atraviesan los adictos para que empiece a recibir ayuda, es una nena muy joven y muy talentosa”, aseguran desde el sector.