Un nuevo capítulo se registró este miércoles en el caso que se surte por la muerte del ingeniero y estudiante de derecho Javier Ordóñez, ocurrida el pasado 8 de septiembre, presuntamente, a manos de dos uniformados de la Policía.
En la diligencia disciplinaria, el patrullero Juan Camilo Lloreda, investigado por tales hechos, revocó el poder a su abogado y solicitó la nulidad del proceso, porque a su juicio se habían vulnerado sus derechos.
En la petición dijo que el Ministerio Público no le había suministrado abogado de oficio, no obstante, el procurador delegado para la Fuerza Pública, Hermán Rincón negó las pretensiones del uniformado.
Seguida de tal solicitud, la diligencia siguió con el testimonio del patrullero también investigado Harby Damián Rodríguez, quien aseguró que en la noche de el 9 de septiembre, junto con Lloreda fueron notificados sobre una riña cerca al CAI Villa Luz donde estaban adscritos, por lo que se dirigieron al lugar y hallaron a Javier Ordóñez, Wilder Salazar y Juan David, en estado de alicoramiento.
“Cuando llegamos nos decían palabras soeces. Que nos fuéramos de ahí. Nos decían groserías, ladrones, tombos, váyanse a trabajar a otro lado”, señaló Rodríguez a la vez que añadió que mientras esperaban que los tres hombres de contextura gruesa ingresaran al lugar de residencia, seguían siendo insultados.
De acuerdo con el relato del patrullero, “Javier se viene de frente a la motocicleta trata de rasgarse la camisa y golpea a mi compañero en el rostro, en el pómulo, y también le da una patada en la rodilla”.
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Rodríguez afirmó que fue necesario que él accionara su arma de dotación con impacto en el piso para disuadirlos “porque eran más grandes que yo, pero me dieron un golpe en el portaproveedor y lo rompen”.
En el marco del procedimiento, Rodríguez aseguró que el taser, que era arma de dotación de Lloreda, se cae al piso, y en ese momento procedió a reducirlo por un brazo y cayeron los tres al suelo. El patrullero afirmó que era difícil reducir a Ordóñez porque era de contextura gruesa, de aproximadamente, 1.85 centímetros y al menos 90 kilos.
“Logro esposarlo de una sola mano, pero no logro ver el accionar del taser porque tenía puesto el casco, escucho que (Lloreda) la accionó aproximadamente tres o cuatro veces. Además yo no puse mi rodilla como se ha dicho, sino todo mi cuerpo. Yo me encontraba cojo, no podía sentar bien mi pie”, aseguró el patrullero investigado.
Rodríguez confirmó que no golpeó a Ordóñez, sino que por el contrario solicitó apoyo policial cuando el hoy fallecido agredió a su compañero. “Cuando lo redujimos llega el apoyo y el compañero que no pertenece al CAI ayudó a esposarlo”.
Cuando lo subieron a la patrulla, el uniformado aseguró que Ordóñez fue esposado de manos y de un pie a la silla, para evitar que se golpeara cuando el vehículo se moviera. Tras esto fue trasladado al CAI.
“Cuando llegamos se abre la puerta, Wilder se baja por sus propios medios, Lloreda y el otro patrullero ingresan a Ordóñez. Lo llevaban como alzándolo”, aseguró Rodríguez y confirmó que ya en el Centro de Atención evidenció que Lloreda golpeó a Ordóñez en el estómago y en las costillas, a lo que le manifestó que dejara de hacerlo.
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Rodríguez aseguró que él fue quien se percató que estaba teniendo mal estado de salud por lo que Lloreda le quitó las esposas para verificar la situación. “Yo coloco los dedos en la nariz de Javier y veo que todavía está respirando. Le soltamos las esposas a Wilder, yo lo levanto (a Ordóñez) con Wilder y Juan David y lo llevamos hasta el vehículo para trasladarlo al centro asistencial”.
“Lo subimos a la camilla, yo ingreso con Javier y los acompañantes hasta reanimación. Ahí me dicen: 'hijueputa lo mataste'”, aseguró el patrullero que fue señalado por Wilder Salazar y Juan David del crimen de su amigo.
A juicio de Rodríguez, una vez se conoció la muerte de Ordóñez, su primera reacción fue de “desesperación y tristeza porque no sabíamos cuando había sucedido eso”, finalizó su intervención y confirmó que no es idóneo para utilizar el taser, por lo que esa labor estaba encargada al patrullero Lloreda.
La otra cara de la moneda
Wilder Salazar, quien estuvo al lado de Ordóñez en sus últimos momentos de vida también relató ante el procurador lo que ocurrió. Aseguró que fueron abordados por “una motorizada” y sin mediar palabra le dijeron a Ordóñez que “de esta no se salva” a lo que según Wilder, Ordóñez respondió que pusiera el comparendo.
“Lloreda se baja de la moto y le da una descarga. Llega Damián, le dan más descargas y le rasgan la camisa. Le ponen la rodilla en el cuello y la espalda. Mi amigo Juan David y yo le decimos que pare” aseguró Salazar.
El hombre, que esa noche estaba departiendo unos tragos con Ordóñez, aseguró el accionar del taser sobre la humanidad de su amigo fue desproporcionado e inhumano porque fueron descargas prolongadas de cinco, seis, y siete segundos.
Salazar afirmó que Rodríguez lo golpeó con un objeto contundente. “Se ve que le pegan en el rostro, en la cara. Se ve una descarga en el estómago”. Señaló que una vez llegó la patrulla al lugar, los uniformados empujaron a Ordóñez y le ocasionan un golpe en la cabeza con la panel, el vehículo a donde fue subido para trasladarlo al Cai.
“Cuando vi a Javi tenía sangre en la cara porque le rompieron en la parte del ojo. El todavía estaba vivo, decía -me duelen los brazos y el pecho, no me lastimen más-”, argumentó y confirmó que una vez estuvieron en el Cai, hubo un forcejeo entre los uniformados y Ordóñez en el que este último cae y se golpea con un mesón que hay en el lugar.
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“Damián Rodríguez le dice groserías, le pegan puños en la cara en la espalda, con esos golpes Javier queda en posición recta y luego queda en posición fetal”, dijo el testigo y afirmó que su amigo convulsionó en el lugar, de ahí que mencionaran días atrás que se había autoinflingido.
“Le dije a Damián que lo llevara a un hospital”, dijo Salazar a la vez que señaló que además de las heridas ocasionadas por el taser, Ordóñez presentaba moretones e hinchazón en su cara, pechos y brazos. Incluso, Salazar aseguró que tenía una herida profunda en el pecho, de la que le salía sangre. Cuando finalmente deciden trasladarlo a un centro asistencial, según el testigo, fue Juan David, su otro amigo, quien fomentó tal actuación.
Informó que se metió a la fuerza y halló a Ordóñez tirado en el piso con respiración leve.
“JuanDa, molieron a palo a mi amigo”, fue una de las reacciones de Salazar al ver a su otro amigo dentro del CAI. “Juan David se bota al piso trata de sentarlo, le pone la mano en la nariz y dice: no está respirando. Cuando yo siento a Javier tenía el pecho morado la garganta morada, tenía morados por todo el cuerpo. Tenía en el abdomen morado, estaba pálido y frío. Cuando le cojo la cabeza, entre el labio y la lengua tenía la saliva seca”, argumentó.
Salazar, según su relato, pidió que llamaran una ambulancia, pero esto nunca ocurrió por lo que tuvieron que llevarlo en una patrulla hasta el centro asistencial, y en medio del recorrido las últimas palabras de Salazar a Ordóñez fueron: “Javi, aguanta, ya vamos para la clínica”.
“Nunca me imaginé que mi amigo Javier iba a morir. Si yo hubiera sabido que eso iba a pasar, yo actúo de otra manera”, mencionó mientras continuaba su relato argumentando que apenas Ordóñez fue puesto en la silla de ruedas, él de desgonzó “pero él ya llevaba muerto cuando íbamos en la patrulla”.
Una vez Ordóñez ingresó a urgencias, según Salazar, no pasaron más de cinco minutos cuando la doctora que atendió el caso le confirmó la muerte de su amigo. “Lo siento mucho, no se pudo hacer nada porque su amigo ya llegó muerto”, con esa declaración, para el testigo es claro que su amigo no murió en la clínica, ni dentro de la patrulla, sino dentro del CAI.
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Lo que pasó en video
En el marco de la diligencia, el abogado Jorge Páramo, quien defiende los intereses de Rodríguez, expuso un video en el que se ve los momentos previos a que empezara el procedimiento policial.
En la imagen se logra ver a los tres amigos, Juan David, Javier Ordóñez y Wilder Salazar, caminando hacía una unidad residencial cuando son abordados por la patrulla motorizada. Los hombres se acercan a los uniformados, intercambian una conversación y continúan su camino hacía la unidad.
No obstante, un poco más de seis segundos después, los uniformados avanzan hasta donde están los hombres, uno de ellos, al parecer, Ordóñez se acerca a los patrulleros y es allí en donde comienzan las agresiones.
En otro video, expuesto, esta vez por el delegado de la Procuraduría se evidencia el ingreso de Ordóñez al CAI, casi arrastras por parte de dos uniformados.