El fallecimiento de dos niños indígenas en la Unidad de Protección Integral de La Rioja, en Bogotá, ha causado preocupación y a prendido las alarmas sobre las condiciones de salud y calidad de vida de los miembros de la comunidad indígena emberá que están asentados en este lugar.
La primer muerte que se registró este mes fue la de Licher Queregama, un niño que tenía un diagnóstico de displasia broncopulmonar, por lo que hospitalizado primeramente, según indicó la Secretaría de Salud de Bogotá.
“El menor de edad estuvo bajo protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) por un periodo aproximado de siete meses (desde el mes de mayo, cuando se solicitó el proceso de restitución de derechos) y llegó el 18 de diciembre de 2022 a la UPI La Rioja”, afirmó la entidad en un comunicado.
Sin embargo, el niño fue ingresado nuevamente a la UCI del Hospital Santa Clara, el pasado 28 de abril, debido a una coinfección por rinovirus, enterovirus y adenovirus. Dos semanas después, específicamente el 11 de mayo, el niño presentó graves complicaciones que lo llevaron a la muerte.
Por otro lado, la Secretaría de Salud informó un segundo fallecimiento de una bebé de dos meses, identificada como Saira Andrea Flaco. La bebé ingresó a cuidados intensivos el pasado 26 de abril con síntomas respiratorios graves. La menor falleció el 17 de mayo por una insuficiencia respiratoria y un deterioro infeccioso.
Según Jairo Montañez, líder de las comunidades indígenas en Bogotá, además de estos dos fallecimientos, este mes de mayo también murió un joven de 25 años. De acuerdo con el líder, con estas muertes, ya son 39 personas las que han fallecido en La Rioja desde que llegaron a este recinto hace un año, tras desalojar el parque Nacional. De esta cifra, 29 han sido menores de edad.
“Esta situación es sumamente alarmante y preocupante; al sol de hoy 15 niños se encuentran en Cuidados Intensivos y bajo pronóstico reservado. Hay un ambiente bastante hostil. Hoy el asesino número uno que hay en La Rioja, más allá del desinterés estatal o el racismo, es el hacinamiento”, dijo el líder de la comunidad en dialogo con El Tiempo.
Emberás en Bogotá
La comunidad emberá se ha asentado en Bogotá desde los años 80, por el conflicto armado que vive en su territorio. Sin embargo, se ha visto que desde el 2020, la llegada de los indígenas se ha incrementado.
Primero se asentaron al costado del parque Tercer Milenio y en 2021, unas 275 familias emberás chamí y katío se establecieron en el parque Nacional. De ahí fueron reubicadas en las UPI La Florida y La Rioja, el año pasado.
“Nos dijeron que íbamos a estar aquí por cinco meses, desde que salimos del parque Nacional. Pero ha pasado más de un año y seguimos aquí en condiciones deplorables. Si antes eran condiciones inhumanas, ahora son más graves”, aseguró Montañez a El Tiempo.
Por su parte, la Unidad para las Víctimas informó que de los 1.042 individuos que habitaban para ese entonces en la UPI, cerca de 500 decidieron retornar al Alto Andágueda, en Chocó.
De acuerdo con la entidad para este retorno se entregó kits alimenticios y un aporte económico para transportar sus pertenencias. Sin embargo, Montañez aseguró que “los retornos han sido sin ningún tipo de garantía de vivienda, seguridad, etc., generando mucha incertidumbre en la población. La gente llega y como no le cumplen se retorna a la ciudad. Luego, como no los dejan entrar a La Rioja, se están quedando en ‘pagadiarios’ " .
El líder indígena informó además, que todavía hay unos 1.000 miembros de la comunidad indígena en esta UPI, donde solo hay capacidad de 300 personas.