Thomás, un niño de 10 años que llegó desde Barranquilla a Santander para ser atendido en la Fundación Cardiovascular de Colombia, se convirtió en el primer paciente pediátrico del país en recibir un trasplante de corazón en medio de la emergencia ocasionada por la pandemia del Covid-19.
“Fue una enfermedad que nos tomó por sorpresa. Él era un niño totalmente sano y en diciembre pasado comenzó a presentar síntomas como dolor de estómago, mareo y vómito, como si fuera una gastritis, pero terminó siendo una cardiopatía dilatada”, afirmó Yuleini Díaz Noguera, madre del menor.
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Javier Castro Monsalve, jefe del servicio de cardiología pediátrica de la FCV, precisó que Thomás presentaba una miocardiopatía dilatada idiopática, una enfermedad en la que el corazón se debilita, se crece y no es capaz de bombear la sangre que el cuerpo necesita. En el caso de Thomás, su corazón estaba severamente afectado.
Ante la situación, Thomás fue incluido en lista de espera para trasplante. Mientras esperaba por un donante se encontraba en la unidad de cuidados intensivos con medicamentos intravenosos para mantener las funciones mínimas de su corazón. En tiempos del Covid-19, encontrar un donante se convirtió en un gran reto.
“El mayor número de nuestros donantes son adultos. La cantidad de donantes pediátricos es mínima, lo cual quiere decir que cuando un paciente pediátrico requiere un corazón para ser trasplantado, tiene muy poca posibilidad porque la mayoría tendrá una desproporción en tamaño respecto a la que él está necesitando”, explicó Antonio Figueredo Moreno, jefe de cirugía cardiovascular de la FCV.
Además de la dificultad de encontrar un donante, se sumó la disminución dramática del número de donantes por razones derivadas de la pandemia como el aislamiento, las limitaciones para la consulta y las restricciones en la movilización.
“Me comentaron sobre algunas alternativas porque la búsqueda del corazón era un tema complejo, y más ahora por la cuarentena, pero yo mantuve la esperanza de que ocurriría y así se dio”. recordó la madre del menor ante la posibilidad de un trasplante.
De repente llegó la noticia que se estaba esperando: había un posible donante en una ciudad cercana a la capital santandereana. Inmediatamente se empezaron con los análisis para determinar si era compatible. Además de las pruebas requeridas para la donación, se desarrolló una adicional para descartar que el donante estuviera infectado por el Covid-19.
“En cuatro horas y media se realizó el rescate del órgano (extraerlo seguramente del donante y transportarlo de forma segura al hospital) y el trasplante, pero esto tiene detrás un arduo proceso de coordinación, que al sumarlo todo hablamos de 24 o 30 horas de trabajo”, manifiesta el jefe del servicio de cardiología pediátrica de la FCV.
El día en el que se hizo el proceso, se coordinó con la Aeronáutica Civil para ampliar el horario del Aeropuerto Palonegro, de Bucaramanga, que durante el tiempo de emergencia sanitaria, en el que no hay vuelos comerciales, opera hasta las 5:00 de la tarde.
“La posibilidad de continuar realizando trasplantes de forma segura en medio de la emergencia se debe al compromiso y trabajo arduo de un equipo compuesto por diferentes profesionales de la salud. Además, el apoyo de las instituciones que generan potenciales donantes y las familias que aceptan la donación es fundamental”, afirma Laura Hernández, coordinadora de Trasplantes de la FCV.