El más reciente informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos – Simci – elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNDOC), en Colombia, indica que los cultivos de coca vienen en aumento. Por lo menos esa es la conclusión al comparar los datos de 2015 frente a 2016.
De 96.000 hectáreas sembradas hace dos años, se pasó a 146.000 el año anterior, lo que se traduce en un aumento del 52 %.
Según el documento de UNDOC, el mayor crecimiento se registra en zonas fronterizas, sobre todo en Nariño, Putumayo y Norte de Santander.
Tumaco sigue siendo el municipio con más hectáreas sembradas, con 23.148 (el 16 % del total del país). Le siguen Tibú, en Norte de Santander; Puerto Asís, Putumayo; El Tambo, en el Cauca; Valle del Guamez, en Putumayo; Sardinata, Norte de Santander; El Tarra, Norte de Santander; Barbacoas en Nariño y San Miguel y Orito en Putumayo.
En el caso del Pacífico, propiamente, el informe reportó un aumento del 42 % de los cultivos ilícitos. El 39 % de la coca de Colombia está en esta región, de hecho. “En Valle del Cauca, el municipio más afectado es Buenaventura, donde la mitad de los cultivos de coca están asociados al centro poblado Concepción”, dice el informe. Una historia por contar.
En los Parques Nacionales Naturales del país se registró un incremento del 27% en los cultivos de coca.
“Se mantienen tres departamentos libres de coca: Caldas, Cundinamarca y La Guajira; Cundinamarca completa 5 años sin cultivos de coca. Seis departamentos tienen menos de 50 hectáreas y están cerca de liberarse de los cultivos ilícitos: Santander, Magdalena, Cesar, Guainía, Boyacá y Arauca. El mayor crecimiento de los cultivos se presentó en las zonas que ya tenían la mayor cantidad de coca en 2015 y que han tenido coca constantemente durante los últimos 10 años. Esto quiere decir que a pesar del fuerte incremento del área sembrada, las comunidades afectadas siguen siendo las mismas y han encontrado nuevos estímulos para incrementar el área sembrada con coca”.
Las comunidades afectadas siguen siendo las mismas... otra historia por contar.
¿Por qué, entonces, pese a los aparentes esfuerzos de las autoridades, los cultivos de uso ilícito siguen en aumento en el país?
Las hipótesis
Para entender el aumento de los cultivos de coca en Colombia habría que considerar varias teorías.
Carlos Serrano, comandante de la Fuerza de Tarea contra el Narcotráfico Poseidón – su misión es combatir a la guerrilla y al narcotráfico en el departamento de Nariño – dice que por un lado hubo una malinterpretación de lo que contempla el numeral 4 del Acuerdo de Paz, que trata sobre la solución al problema de las drogas ilícitas, y los beneficios para quien sustituya los cultivos de coca.
“El mismo informe de la UNDOC lo plantea: más de uno en la región comenzó a creer que iban a darse unos incentivos mayores para el que tuviera más cultivos de coca. Es decir: mucho supusieron que entre más coca se tenía, más dinero iban a recibir por parte del Gobierno a la hora de la sustitución. Eso hizo que muchos empezaran a sembrar mucho más con esa idea”.
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En el informe de UNDOC se lee lo siguiente: “En la búsqueda de generación de confianza con las comunidades, algunas de ellas tienen una percepción de reducción en el riesgo asociado con la actividad ilícita debido a la suspensión de la aspersión aérea y la posibilidad de evitar la erradicación forzosa mediante bloqueos a la fuerza pública.
Adicionalmente, se introdujeron términos como “cultivos de uso ilícito” en lugar de “cultivos ilícitos”: algunas comunidades interpretaron esto como una “autorización” para sembrar coca dado que lo ilegal era el uso y no el cultivo; se dio además un incremento de las expectativas para recibir beneficios como “contraprestación” por la sustitución de los cultivos de coca, en particular asociados con las expectativas derivadas del punto 4 del acuerdo de Paz”.
En los resguardos indígenas los cultivos de uso ilícito aumentaron en un 32%, según UNDOC; en las comunidades negras el aumento fue del 45%.
De otro lado también hay un fenómeno evidente que podría explicar en gran parte lo que está pasando: tras la salida de las Farc a las zonas veredales, sus espacios de acción fueron copados por nuevos grupos armados que están presionando a los campesinos para seguir cultivando coca.
En Tumaco, de hecho, hay dos grupos armados identificados. Por un lado está Gente de Orden, conformado por una treintena de disidentes de las Farc, que hacen presencia en barrios y en la zona rural, sobre todo al norte: corregimiento de San Juan de la Costa, Bocas de Guandipa, vereda Firme de los Coimes.
Ellos mantienen una confrontación con otro grupo que se hace llamar la banda de ‘Cusumbo’. La confrontación es por el control de delitos como la extorsión y el dominio de la cadena del narcotráfico en Tumaco.
El más reciente informe de la Fundación Paz y Reconciliación titulado ‘Cómo va la paz’ ahonda en el tema: “Aunque hasta 2016 se presentó el descenso en varios indicadores de violencia, lo cierto es que las zonas donde antes operaban las Farc han comenzado a ser copadas por organizaciones criminales, la guerrilla del ELN o sencillamente se presenta una situación de anarquía criminal. Esto ha elevado la violencia homicida en algunos municipios, por ejemplo, Tumaco”, se lee.
Los precios del oro también podrían explicar el aumento de los cultivos de uso ilícito en Colombia. Por lo menos es una teoría del investigador de la Fundación Paz y Reconciliación Carlos Montoya Cely.
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“Desde 2014 hay un aumento sostenido de los cultivos de uso ilícito. Sin embargo, entre 2009 y 2012, bajaron. Esa disminución no se debe exactamente a la suspensión del glifosato, como algunos consideran, sino al factor oro. Si se miran los mapas de los territorios donde hay cultivos de uso ilícito y donde hay minería ilegal, hubo una subida significativa del precio del oro en esos años en que bajaron los cultivos, lo que indica que las personas que se dedicaban a ellos se desplazaron hacia la minería; dieron el salto a un negocio más rentable en ese momento. Luego el precio del oro baja y es ahí cuando esas personas se comienzan a mover de nuevo hacia los cultivos de uso ilícito. La devaluación del peso frente al dólar, de otro lado, le permite a los compradores de estos cultivos obtener mayor producción a más bajo costo, por lo que es otra variable que se debe tener en cuenta”.
Otro factor que incide en el aumento de los cultivos de hoja de coca es la misma planta. Quienes se dedican a sembrarla han logrado la manera de que los arbustos evolucionen, sean más grandes, resistan plagas, tengan más biomasa: es decir, mayor concentración de hojas por árbol.
Sin embargo, el factor predominante para que las mismas comunidades que históricamente han sembrado coca continúen haciéndolo tiene que ver con lo que todo el mundo conoce: rendimientos económicos.
Los cultivos de uso ilícito pueden triplicar las ganancias que generan otros cultivos. Si un jornal en un cultivo de palma aceitera se paga en promedio a $35.000, con prestaciones sociales, el jornal en un cultivo de coca se paga a un poco más del doble: $80.000.
Pero no solo eso: en zonas donde no hay carreteras para sacar cultivos, mucho menos industria para comercializarlos, un mercado, la coca, fácil de transportar, es la única fuente de subsistencia para el campesino, aunque, claro, quienes se quedan con la mayor tajada son los intermediarios y los narcotraficantes. La falta de presencia del Estado - interesarse en llegar a donde debería - es también parte de la explicación histórica del fenómeno.
La tonelada de hoja de coca, por cierto, cuesta $2.900.000. Es lo que recibe un campesino. Un kilo de coca ya procesado cuesta $4.8 millones. En el exterior se puede vender en US$20000. Y según el informe de UNDOC, la producción de cocaína en el país se estima que aumentó un 34%. Pasó de 646 toneladas en 2015, a 866 en 2016.
“Sin embargo, hay que tener en cuenta que el informe de UNDOC no recoge los logros de la erradicación manual y los logros de la sustitución voluntaria en este 2017. Solamente en mi jurisdicción, en una campaña conjunta entre Ejército y Policía, desde 28 de marzo de este año se han erradicado no menos de 4500 hectáreas de coca, particularmente de una zona que se llama Alto Mira y Frontera, una zona históricamente sembrada con cultivos ilícitos”, dice Carlos Serrano.