En las últimas semanas, ha habido un aumento de denuncias de maltrato en el ámbito médico, especialmente entre los residentes, tras el trágico caso de Catalina Gutiérrez Zuluaga.
El 19 de julio, se hizo pública la noticia de que Catalina, una joven residente de cirugía en la Universidad Javeriana en Bogotá, se quitó la vida debido al maltrato que sufría. En su nota de despedida, Catalina agradeció a sus compañeros residentes y dejó claro que no podía soportar más el trato recibido por parte de algunos profesores.
La Universidad Javeriana emitió un comunicado lamentando profundamente el suceso y honrando la memoria de Catalina. La muerte de la joven médica provocó una ola de rechazo y preocupación en distintos sectores, incluidos el Ministerio de Salud, la Superintendencia de Salud y la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR), quienes hicieron un llamado a revisar y atender las denuncias emergentes.
En redes sociales, particularmente en una cuenta de Instagram llamada Don Anestesiólogo, se han publicado varias denuncias de residentes de diferentes especialidades. Aunque muchas no implican maltrato físico, revelan un patrón de abuso verbal y psicológico.
Relatos de malos tratos y abusos
Un residente relató cómo un profesor lo envió a buscar trabajo con una vendedora ambulante, insinuando que nunca sería médico. Otro testimonio describe un incidente en el quirófano donde un profesor movió la blusa de una residente para ver su brasier, una situación que dejó a la joven médica sin saber cómo reaccionar.
Además, se han reportado casos de maltrato misógino. Una residente narró cómo fue obligada a realizar procedimientos íntimos a pacientes varones bajo la supervisión de un residente mayor, quien justificó la acción como una “lección”. También se denunciaron situaciones en las que las estudiantes fueron forzadas a ver contenido sexual inapropiado.
Algunas de las denuncias provienen de estudiantes de pregrado y residentes embarazadas o madres recientes, quienes afirman haber sido castigadas y maltratadas durante su formación.
Un caso especialmente perturbador describe cómo una residente embarazada fue obligada a permanecer de pie durante cuatro horas mientras era insultada por una doctora.
Tras el suicidio de Catalina, surgieron comentarios insensibles por parte de algunos profesores, quienes sugirieron que los programas de especialización estaban admitiendo a “enfermos mentales”. Esta situación ha generado un intenso debate sobre la salud mental de los estudiantes de posgrado en medicina y ha llevado a una mayor reflexión sobre las condiciones de formación en el ámbito médico.
En respuesta, la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME) ha instado a una revisión urgente y a la implementación de acciones que transformen la educación médica, subrayando la importancia de priorizar el bienestar integral de los estudiantes.