Cuando gané las elecciones, todos me preguntaban por qué no era tan efusivo. Para mí, más que un momento de jolgorio, era un momento de enorme responsabilidad por lo que sabía que iba a enfrentar”.
A pocos días de cumplir su primer año como uno de los mandatarios más jóvenes de la historia de Colombia, el presidente de la República, Iván Duque Márquez, hizo un balance de lo que ha sido la primera etapa de su gobierno.
En entrevista con un grupo de directores de medios afiliados a Colprensa, Duque negó que esté usando el retrovisor para culpar a su antecesor de los problemas del país o que le esté poniendo trabas a la implementación del Acuerdo de Paz, como lo afirman sus críticos.
También aseguró que todos los indicadores muestran que el país está mejor ahora que hace un año.
“A mí me llama la atención cuando leo columnistas diciendo: ‘¡oh, mucho cuidado!’. Yo pregunto: ¿cómo estábamos hace dos años y medio? ¿En cuánto estaba el déficit fiscal? En el 4 % del PIB, y en cuánto está este año: en el 2,4 %. ¿Estamos mejor o estamos peor?”, manifestó el Jefe de Estado.
Entre muchos otros temas, el Presidente habló sobre el asesinato de líderes sociales, la lucha contra el narcotráfico, las fumigaciones con glifosato, el Ejército de Liberación Nacional ELN, y la situación de los migrantes venezolanos.
Casi un año después de haberse posesionado como Presidente de Colombia, ¿qué lecciones le ha dejado su paso por la Casa de Nariño?
Un año es mucho y es poco, pero una gran lección que me deja es que siempre hay que ser capaces de mantener la llama prendida en cuanto al optimismo, sin dejar de ver la realidad. Ser capaz de mostrarle a la ciudadanía lo que se va avanzando, sabiendo que siempre va a haber cuentas pendientes. Es una paradoja.
¿Fue duro asumir el rol de Presidente?
Yo diría que una de las cosas que a nosotros nos funcionó para engranar rápido fue que teníamos una visión clara de país. Teníamos las propuestas que queríamos adelantar. En un año, gran parte de las 203 propuestas nuestras están en ejecución.
Creo que a mi llegada hubo muchas cosas que nosotros dimensionamos, pero ya cuando terminamos el empalme había cifras y realidades que no eran las que se conocían abiertamente, particularmente en temas fiscales.
Hablando de cifras, hace pocos días se presentaron varios reclamos con los datos preliminares del censo del Dane. ¿Qué pasó?
Es que el censo no lo hizo este Gobierno. Cuando en el mismo año de un proceso electoral se inicia un censo, se hace más difícil la asimilación de la información. Entonces, cuando nosotros empezamos, nos tocó consolidar y entregar las cifras.
Teníamos lugares del territorio donde el levantamiento preliminar empezó a tener una reacción verbal de gobernantes locales porque decían ‘cómo así, me están bajando la mitad de los habitantes’. Y eso al final del día repercute en las finanzas territoriales.
¿Pero qué está haciendo su Gobierno al respecto?
El director del Dane, Juan Daniel Oviedo, es un hombre muy capaz. Él ha hecho un ejercicio de consolidación, pero también hizo algo muy valioso que fue llamar al comité asesor internacional. Acá estuvo la OCDE, la Unidad General de Censos de las Naciones Unidas y todos validaron ya las cifras que se entregaron públicamente. Hemos tratado de armonizarlo.
¿Pasó lo mismo con la corrección del crecimiento económico en 2017?
El crecimiento de 2017 tuvo una corrección, pero no una corrección amañada, no es que el director del Dane haya dicho ‘venga y las corregimos’. Fue que cuando se empezaron a mirar series nos dimos cuenta de que había un problema y por eso el crecimiento bajó del 1,8 al 1,4 en 2017.
¿Qué le dice a los críticos que afirman que usted gobierna con espejo retrovisor?
Mal haría un Gobierno en no hacer evaluación. De hecho, si usted se da cuenta, una de las características que nosotros hemos tenido es la de respaldar iniciativas de la Administración anterior cuando le sirven al país.
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Como senador apoyé iniciativas, fui ponente de muchos proyectos de ley, porque yo no le pongo mezquindades a eso ni mucho menos política.
Por ejemplo, nosotros llegamos al Congreso a defender el presupuesto que había radicado el Gobierno anterior. Haga de cuenta que a usted lo acaban de nombrar en el cargo que está ejerciendo, pero le dicen que arranque con el presupuesto que le dejó su antecesor. ¿Usted hace referencia o no hace referencia al presupuesto que le dejaron?
Frente al Dane, debía hacerse una revisión metodológica. Eso no es retrovisor, eso es rigor, que es distinto. Y sí, siento que las cosas hay que decirlas. Uno no usa el retrovisor para justificar un Gobierno, pero el país sí tenía que saber desde dónde empezábamos.
Presidente, ¿lo que acaba de mencionar también aplica para la economía?
A mí me llama la atención cuando leo columnistas diciendo: ¡oh, mucho cuidado! (con la situación económica). Yo pregunto: ¿cómo estábamos hace dos años y medio? ¿En cuánto estaba el déficit fiscal? En el 4% del PIB. ¿Y en cuánto está este año?: En el 2,4 %. ¿Estamos mejor o estamos peor?
Es la mayor reducción desde que existe la regla fiscal y vamos este año rumbo al primer superávit primario en ocho años. ¿Cómo estábamos hace dos o tres años en inflación? Teníamos inflaciones de 6 %, del 7 %, hoy estamos con una inflación que está entre el 3,2 y 3,3 dentro del rango meta del Banco de la República.
¿Cuánto creció la economía en 2017?: 1,4. ¿Cuánto cerró el año pasado?: 2,8. ¿Cuánto va este año? Por encima del 3,4. Sería el mayor crecimiento en cuatro años. No es retrovisor, es sencillamente evidencia. Hay hechos que muestran que vamos mejor.
Sin embargo, hay cifras que no están bien...
No me tiene contento el desempleo, porque ha crecido, según el Dane, debido a que hay 1,5 millones de migrantes en el país. Entró el 3 % de la población en tres años.
Países que han tenido choques menores que este han decrecido, nosotros seguimos creciendo a pesar de ese choque. A países en situaciones similares se les ha crecido el desempleo dos, tres y hasta cinco puntos. Colombia muestra la resistencia que tiene.
A la gente le sigue preocupando la seguridad...
Cuando empezó este Gobierno la tasa de homicidios estaba creciendo al 5 %, lanzamos el plan ‘El que la hace la paga’ y logramos bajarlo a uno, pero en lo que va corrido de este año vamos en menos cinco por ciento en homicidios, menos 43 por ciento en secuestro, menos once por ciento en hurto de vehículos.
¿Dónde tenemos un problema? En hurto, porque la gente hoy denuncia. Una de las propuestas de mi campaña fue la denuncia electrónica, que el año pasado entró a regir. Hoy el ciudadano, en lugar de tener que ir a una estación de Policía a esperar dos horas, coge un celular y hace la denuncia electrónica del robo.
Sabíamos que eso nos iba a traer esa consecuencia. Prefiero tener información veraz de los ciudadanos que un subregistro.
Pero no solo es la seguridad, la sensación en la opinión pública es que las cosas no van bien. ¿A qué se debe esto?
El ánimo y la realidad van en caminos distintos. Cuando hay algo que sale mal, esa es la noticia y si hay algo que está saliendo bien, no lo es. Yo creo que eso no es un problema solo de Colombia, es un problema en general en el mundo.
Es curioso porque, pese a esa percepción, los empresarios están invirtiendo más. Yo no pretendo decirles a ustedes que estamos como en Suiza, pero lo que les quiero decir es que los problemas se están enfrentando como se tienen que enfrentar.
¿Ha influido el fenómeno de la migración venezolana en esta percepción y con las cifras de la economía?
Lo que está pasando con la migración venezolana es una muestra de la solvencia de la economía colombiana, porque perdimos un mercado de 7.000 millones de dólares. Se nos cayó el segundo mercado más importante a nivel internacional y el primero regional, pero aun así la economía ha crecido, se ha defendido.
A propósito, ¿qué está haciendo el Gobierno frente a la situación de Venezuela?
Por un lado, seguimos manteniendo la presión del cerco diplomático para que se dé la transición democrática en Venezuela. Esa transición puede que sea rápida o lenta, pero va a generarle una esperanza a la región.
Sin embargo, no podemos estar dejando todo bajo el supuesto y por eso lanzamos una iniciativa que busca tener más asentamientos industriales en las zonas de frontera.
Presentamos el proyecto de ley de la zona económica especial de Cúcuta. Ese proyecto está haciendo su trámite. Esa herramienta nos va a permitir ser mucho más efectivos para atraer inversión.
¿Y qué pasará con la población migrante de Venezuela?
Cuando se tiene una frontera de más de 2000 kilómetros uno no se puede poner de bravucón a atajar la inmigración, ni pretender que la política migratoria se haga con nacionalismos populistas porque la gente está huyendo de Venezuela muerta de hambre.
La decisión que nosotros hemos tomado es que es mucho mejor tener una política migratoria ordenada. Eso nos ha permitido dimensionar y tomar decisiones frente al fenómeno migratorio.
Yo destaco que hoy Colombia le ha demostrado al mundo que se puede tener una política migratoria fraterna, pero tenemos retos, como el de la salud.
Tenemos que atender a muchos de los migrantes y, cómo no están asegurados, se vuelve una deuda creciente para el Estado, por eso destinamos recursos importantes para pagar deudas que se estuvieran generando por presión migratoria en Norte de Santander y otros lugares del país.
En los próximos días el Gobierno sacará una reglamentación para resolver el fenómeno de niños de padres venezolanos que nacieron en Colombia, pero que no tienen nacionalidad. ¿En qué consistirá esa normatividad?
Yo estoy jugado a que a esos niños les podamos dar la nacionalidad colombiana. Hay que tomar decisiones audaces y humanitarias. Son cerca de 20.000 niños que están en un limbo de ciudadanía. Ese va a ser uno de los grandes mensajes de Colombia hacia el mundo en momentos donde hay tanto nacionalismo, tanta xenofobia, tanta discriminación al migrante.
Pasando a otro tema, ¿qué pasará con la aspersión aérea luego de la decisión tomada de la Corte Constitucional en los últimos días?
Lo primero es que el debate se ha centrado en torno a un herbicida. El problema es que, a más coca, menos paz, porque detrás de este negocio ilegal hay una industria criminal que intimida poblaciones en el país y que les está dando combustibles a los Caparrapos, Caparros, Pelusos, ELN, Clan del Golfo, Gaos residuales, Pitufos, Pachelis y Panchencas, para que incrementen el fenómeno de asesinatos de líderes sociales.
La coca es una amenaza por la captura del poder local, porque esas mafias quieren tener alcaldes, después gobernadores, concejales y diputados, como en otras épocas. Esas mafias son las que lavan plata, traen contrabando y distorsionan la economía. Entonces, ¿vamos a centrar el debate en un herbicida? Hay glifosato en la papa, en la yuca, en el plátano, en todos lados, es el herbicida más usado en el mundo con fines agrícolas.
La aspersión no la estamos buscando para salir a hacerla en todos lados. Es una herramienta que necesitamos para combinarla con otros factores.
Combinar significa que, si vamos a utilizar aspersión, tiene que ser una aspersión con precisión, con todos los estándares sociales y ambientales. Obviamente, no vamos a hacer aspersión por encima de poblaciones ni muchos menos vamos a estar haciendo afectaciones a acuíferos. Vamos a tomar todas las precauciones.
Presidente, usted habla de que el narcotráfico tiene relación con los asesinatos de líderes sociales. Más allá de las fumigaciones, ¿qué se está haciendo en este sentido?
Nosotros lanzamos el Plan de Acción Oportuna y desde ese momento se ha reducido el número de asesinatos en un 50 %. ¿Qué nos toca hacer? Trabajar, porque yo no puedo sentirme feliz con esta cifra, quisiera que llegara a cero.
Hay un factor complicado. Según las 23 caracterizaciones de la ONU, en Colombia hay siete millones de líderes. Ni gastándonos todo el presupuesto nacional logramos tener un esquema para esta cantidad de personas, por eso la protección colectiva es fundamental, pero esto es una causa de todos y necesitamos que los alcaldes y gobernadores también se involucren.
Y en esa misma línea, ¿qué pasa con los excombatientes?
Hemos estado atentos. Lanzamos 26 medidas para atender ese problema. La gran mayoría de excombatientes que han asesinado han estado en regiones donde tenemos coca, y el esclarecimiento de la Fiscalía, al igual que para el caso de los líderes sociales, muestra que los responsables son los grupos armados ilegales.
Ahí tenemos un reto, pero estamos avanzando.
Muchos critican que hay tropiezos en la implementación del Acuerdo de Paz...
Nosotros nos la hemos jugado por la reincorporación. Algunos decían que quería hacer trizas la paz, porque se objetaron 6 artículos de una ley que tiene 159. Ya dimos esa discusión, pero esas objeciones mostraron lo que nosotros teníamos como preocupación y la evidencia mostró que era válida. Dijimos: ‘Jesús Santrich’ es un mafioso, se va a volar, hay que tenerlo en la cárcel, pero yo respeto las decisiones de la justicia.
Ninguna de esas objeciones tenía como objetivo nada distinto a reforzar la legalidad en defensa y en beneficio del país, sobre todo, amparado bajo el principio de la no reincidencia, la no repetición. Yo seguiré perseverando en eso.
Cuando empezó mi Gobierno, después de 20 meses de implementación, nada más había dos Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, hoy tenemos 16. Hemos logrado que 42 empresas desarrollen 41 proyectos a través de obras por impuestos superando los 400 mil millones de pesos. En 20 meses de implementación no se tenía un catastro multipropósito, no solamente sacamos un documento Conpes de catastro multipropósito, sino que entró el BID y el Banco Mundial a financiarlo.
Cuando empezó el Gobierno teníamos prácticamente dos proyectos productivos colectivos para beneficiar a 87 personas por 1000 millones de pesos, hoy vamos para 25 que están beneficiando a cerca de 1500 personas.
Hablando de paz, ¿se arrepiente de no haber seguido el protocolo de regreso al país de los miembros del ELN? Si se hubiera cumplido el protocolo no seguirían en La Habana en un limbo jurídico.
El protocolo no tenía ninguna fuerza. ELN pone un carro bomba, masacra 22 muchachos, se adjudican el hecho. ¿Yo debía mandar un avión de la Policía para traerlos a Colombia? No, eso no lo voy a hacer jamás siendo Presidente de este país.
Los jefes del ELN son terroristas y están pedidos en extradición. El Gobierno cubano tiene que entregarlos y si ellos son tan guapos, que salgan de allá porque ahí va a estar la Fuerza Pública colombiana confrontándolos.
¿Es decir que por ahora no habrá posibilidad de un proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional?
Lo que yo no acepto es que sigamos hablando de paz mientras se cometen crímenes. El ELN no es un actor del conflicto, es un grupo terrorista, criminal, asesino, secuestrador, que ha cometido los más grandes ecocidios de la historia.
¿Quieren hablar de paz? Liberen todos los secuestrados y suspendan todos los actos criminales. Y si no lo hacen, tendrán que cumplir con la justicia, pero jamás me prestaré yo para una pantomima de mandar un avión de las Fuerzas de Colombia para que parqueen en Venezuela y sigan allá sus fechorías.
Gracias a Dios el Congreso de la República también aprobó que ni el narcotráfico ni el secuestro son delitos políticos y por eso no son amnistiables.
Se le ha criticado que su Gobierno vaya a otorgar licencias de fracking a pesar de que en campaña dijo que no lo iba a hacer...
¿Yo qué dije en la campaña?: en Colombia no se puede hacer fracking que afecte acuíferos, que afecte biodiversidad, que afecte regiones estratégicas. Esto no es un debate ni político ni ideológico, esto es un debate serio.
¿Cuándo se otorgaron licencias de fracking en Colombia?, ¿cuál fue la diferencia con lo que aprobamos? Este Gobierno conformó una misión de expertos ambientalistas y de la industria para que hicieran unas recomendaciones: que aquí no se puede hacer fracking hasta que no se hagan unos pilotos de investigación, no pilotos de extracción. Y lo que se ha aprobado son pilotos de investigación para nosotros entender si en el país se puede o no hacer esta práctica. Eso se hace con la misma consistencia con la que lo ha hecho Canadá.
Cambio de vida
Hace unos años usted estaba en Washington, con una vida mucho más privada, más tranquila. ¿Cómo ha afectado este año su vida familiar?
Les cuento una infidencia: yo sigo viviendo en mi casa, lo que me mantiene muy conectado con la vida tradicional y tranquila que nosotros llevábamos, pero ya estamos próximos a mudarnos a la Casa de Nariño por comodidad, seguridad y practicidad. Ha sido una cosa muy bonita para los niños seguir manteniendo nuestro núcleo. Hay que entender la Presidencia como una solemnidad por lo que representa para el país, pero llevarla con afecto y desapego nos ha permitido no perder la vida cotidiana”.