Montería, Barranquilla, Cali y Bogotá son las ciudades del país que tienen hoy en día mayor número de contagios y muertes de asociadas al covid-19. Las autoridades sanitarias están en alerta porque en algunos centros médicos de ellas ya se ha reportado la ocupación total de camas de UCI, destinadas a los casos más críticos de la enfermedad. ¿Qué se hace cuando se desborda la capacidad de unidades de cuidado intensivo en una ciudad? ¿Qué hacen los médicos para seguir salvando vidas?
Francisco Castellanos es el director de la Organización Defensa del Paciente. Él asegura que esta es una etapa muy dura para el personal, pues ante la falta de camas y de especialistas para atender la emergencia, hay que determinar quién puede acceder al servicio y quién no.
“Es una situación muy crítica y en ese momento los médicos tienen que decidir qué personas ingresan a una unidad de Cuidado Intensivo, ya que con la cantidad de pacientes, el sistema no da a basto. Su decisión debe basarse en parámetros éticos que rigen la profesión. Depende de las comorbilidades y la edad: si una persona tiene tres o cuatro enfermedades de base, es poco probable garantizar su supervivencia; más aún si es un adulto mayor porque la esperanza de vida con respecto a alguien joven es más reducida”, explicó. Reiteró que en países como España e Italia, se tuvo que recurrir, como medida extrema, a dar prioridad en las UCI a los pacientes más jóvenes. “No se deberían tomar esas decisiones tan críticas, pero tristemente, esa es la posición en la que nos encontramos porque la capacidad hospitalaria está rebasada.
No quisiéramos acudir a medidas indeseables, sin embargo, hay otros factores que inciden en la decisión, como pagos de seguros o medicina prepagada. Aún así, queremos seguir trabajando para salvar la cantidad de vidas posibles”, indicó. Con respecto a la capacitación de personal de atención en las UCI, Castellanos resaltó que el Ministerio de Salud está actualmente trabajando en la preparación de profesionales de la salud para atender la emergencia. Sin embargo, llevar a cabo esta medida por el afán de la emergencia tampoco es aconsejable, porque se requiere de una preparación extensa para brindar los cuidados adecuados a los pacientes. “El personal de salud necesita formación y experiencia, no obstante, por la emergencia, las capacitaciones pueden ser válidas siempre y cuando se haga a personal de salud calificado e idóneo para este trabajo”, enfatizó.
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Por su parte, Maribel Arrieta, epidemióloga, anestesióloga y miembro del Sindicato de Anestesiólogos de Bogotá y Cundinamarca, afirmó que no es expandible el personal que está laborando en las UCI, ya que la formación de estos profesionales toma de 2 a 4 años para que tengan experiencia en este campo. “Algunos campos, como el mío que es anestesiología, requieren un entrenamiento para trabajar y tratar pacientes en UCI. La respuesta nuestra como profesionales de la salud, es que estamos dispuestos a apoyar esta área con solicitudes que hemos hecho de claridades jurídicas, de movilización y de contratación para que se garanticen nuestros derechos”, recalcó Arrieta.
En cuanto a la capacidad de personal en las UCI, Arrieta destacó que ha sido necesaria la rotación de profesionales de la salud. Cabe resaltar que por cada dos pacientes de UCI, se debería contar con un auxiliar de enfermería, y por cada diez un auxiliar de enfermería. Sin embargo, en muchas zonas del país no se cuenta con otros especialistas esenciales para el funcionamiento de esta zona hospitalaria. “Lo que se está haciendo por el momento para tratar la emergencia que se vive actualmente es movilizarnos a quienes no somos intensivistas para tratar a los pacientes.
En casos extremos se ha tenido que acudir a personal que está aún en entrenamiento para que comiencen las rutinas de atención a los pacientes”. Otro aspecto que parece ser preocupante, es que se ha venido evidenciando escasez de sedantes y anestesia para entubar a los pacientes, lo cual dificulta más la labor del personal médico para salvar más vidas, en la medida de lo posible.
“Esa es una sensación terrible, porque cuando entubamos a una persona, requerimos de ciertos medicamentos para generar el menor trauma posible, los cuales actualmente, se están acabando como lo son los relajantes y la anestesia. Algunos pueden sustituirse pero en cambio, hay otros indispensables, y son los que más se utilizan para relajar el cuerpo ante una reacción desagradable de la entrada del tubo a la tráquea”, explicó la experta.