Desde el 31 de marzo cuando se determinó que el Nevado del Ruiz estaría en alerta naranja, este ha estado vigilado las 24 horas del día durante los siete días de la semana desde el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales.
Un grupo de personas está detrás de toda la logística que implica esta vigilancia, entre ellos Fernando Arias, a quien le corresponde controlar algunas antenas de televisión.
Arias tiene 61 años y es electricista, se encarga de garantizar desde hace 15 años el funcionamiento del sistema de medios públicos RTVC en un cerro a 6,3 km de la boca del volcán y a temperaturas bajo cero. También es una de las personas que vive más cerca del cráter en plena efervescencia, ubicado en los límites de los departamentos de Caldas y Tolima.
Por períodos de 15 días vive en un apartamento rodeado de gigantescas antenas, alejado de su esposa e hija y con la única compañía de pantallas de televisión y una radio.
Confiesa que ya se habituó a las condiciones de su oficio en la colina, donde solo viven soldados en medio de una borrasca que entumece el cuerpo.
Esta semana la agencia de Servicio Geológico Colombiano, asociada al Ministerio de Minas y Energía, compartió en su cuenta de Twitter oficial que el volcán Nevado del Ruiz continúa en nivel naranja, lo que significa una mayor probabilidad de erupción a la que ha hecho en los últimos diez años.
“Para cambiar de nivel y retornar a nivel amarillo se requiere un tiempo prudencial donde se puedan observar tendencias y patrones que permitan inferir la posible disminución de la actividad, aspectos que la actual actividad el volcán todavía no muestra”.
Ahora, para Fernando Arias hay una nueva labor. Todas las mañanas toma una fotografía del Ruiz para los medios estatales. “El volcán es la única preocupación en el momento”, sostiene, pero el olor a azufre y la fumarola del cráter no lo espantan: “la televisión y la radio no pueden faltar un minuto”.
El león dormido
Otro de los encargados de estar alerta a lo que suceda con el volcán es el soldado Héctor Trejos, quien tendrá máximo siete minutos para alertar por radio a miles de personas y luego huir a un búnker dotado con cascos, máscaras antigases y gafas de protección.
Vestido de camuflado en un camión que el Ejército adecuó como emisora radial informa día y noche sobre los movimientos del denominado “león dormido”, que en su último gran estallido hace más de tres décadas causó unas 25.000 muertes.
Ante una erupción el soldado y locutor aficionado de 35 años deberá avisar a más de 57.000 campesinos vecinos del Ruiz que se han negado a evacuar y abandonar sus tierras, animales y cultivos.
“Voy a estar las 24 horas (...) A menos que haya una tormenta eléctrica, un apagón de luz, la emisora siempre va a estar prendida”, dijo el soldado a la AFP.
Trejos sabe que la suerte de un puñado de municipios que lo escuchan montaña abajo depende de su velocidad de respuesta. Cerca de los 5.400 metros de altura del volcán las radiocomunicaciones y la tecnología serán claves para ganarle minutos a la lava, rocas volcánicas y avalanchas de lodo.
“A cualquier momento que llegue a pasar (...) tengo que venir a pasar (la noticia) a viva voz y al aire”, agrega.
En otro punto de la cordillera, el sargento Miguel Rodríguez acomodó unos binoculares especializados que antes utilizaba para calcular la posición de guerrilleros y otros enemigos en medio del conflicto armado.
Por su parte, Leonel Ortiz, que ha vivido 55 de sus 77 años junto al volcán, hoy comunica por radioteléfono a sus vecinos las novedades sobre el volcán para no repetir el peor desastre natural en la historia de Colombia, la tragedia de Armero, que cobró la vida de 25.000 personas y despareció el municipio de Armero en el Tolima, el 13 de noviembre de 1985.