En las últimas horas, en el Parque Nacional Natural Chingaza que se encuentra ubicado en el departamento de Cundinamarca, en la cordillera oriental de los Andes, a casi una hora y media del noreste de Bogotá, un ciudadano colombiano quien se encontraba haciendo senderismo en este lugar pudo avistar de cerca un oso de anteojos, una especie que está en peligro de extinción y la cual sus avistamientos no son tan comunes.
El hombre que se identifica en la red social X (antiguo Twitter) como David Núñez Amórtegui, quien de acuerdo con su perfil es experto en innovación política y ambientalismo, publicó un video en la mañana de este domingo asegurando que: “Ayer (sábado 17 de febrero) caminando por Chingaza tuvimos un encuentro Maravilloso”.
En el video de 20 segundos se puede percibir cómo en medio de la neblina, este animal se encuentra a una distancia lejana y, tras darse cuenta de la presencia humana, decide acercarse a muy pocos metros de esta persona.
“Qué divino encuentro”, “¡Qué belleza!”, “Divino ese oso y la ambientación parece de película. Como va saliendo de la niebla entre las rocas es espectacular”, “Lindo encuentro y genial como se iban retirando para no molestarlo. Gracias”, “Que cosita más espectacular. Espero que viva feliz en su hábitat por toda su vida”, “Que miedo, lo importante es que no los atacó. Se ve súper majestuoso”, fueron algunos de los comentarios de los cibernautas como respuesta a la publicación de Núñez.
Relación entre el oso de anteojos y el ser humano en Colombia
No en todas las montañas de Colombia el oso de anteojos se pasea a sus anchas ni posa para campañas publicitarias, ya que en algunos departamentos como Cauca (suroeste), Arauca (este) o Cundinamarca (centro) es víctima de la cacería, de acuerdo con Mauricio Vela-Vargas, biólogo de la fundación WCS.
“Los osos van saliendo de sus ecosistemas naturales (...) y terminan en conflictos: osos andinos atacando animales domésticos, comiendo cultivos, particularmente plátano, maíz”, explica el experto.
Miles de personas visitan anualmente el páramo de Chingaza, a unos 35 km de Bogotá, con la esperanza de ver alguno de los esquivos ejemplares. Sin embargo, estos animales son poco usuales verlos caminando en medio de los páramos, los frágiles ecosistemas donde nace el 70% del agua que consumen los 50 millones de colombianos.
“Esta población no tiene mucho futuro”, lamenta Daniel Rodríguez, director de la Fundación Wii, nombre dado por los indígenas embera del norte de Colombia al oso andino.
En ocasiones, estos mamíferos tienen que salir de su hábitat natural a buscar comida y “los matan”, argumenta el experto, que señala otros riesgos como la creciente urbanización y las carreteras que se construyen en los alrededores del parque.
El laborioso oso de anteojos protege la biodiversidad de las zonas en las que vive y sirve como especie “sombrilla” de otras que se benefician con su presencia. “Es un buen indicador del estado de conservación de los ecosistemas”, explica Carolina Jarro Fajardo, subdirectora del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.