En menos de una semana, la familia Ramos Arregocés ha sufrido dos duelos. El pasado 27 de febrero, Moisés Eduardo Ramos, de 21 años, murió por una descarga eléctrica en su casa, ubicada en la vereda de Buriticá, zona rural de Santa Marta.
Según se conoció, el estudiante de negocios internacionales de la Universidad de Magdalena salió de bañarse y se acercó a un tomacorriente para conectar su celular. Fue en ese momento cuando se presentó un altibajo eléctrico que le costó la vida.
Al parecer, el sistema eléctrico de la turística zona de Buriticá no estaba en las mejores condiciones. Justo la noche anterior, el desprendimiento de una guaya habría generado fallas en el suministro de energía de la zona.
“Era un muchacho sano, de buenas costumbres. Tenía muchos sueños. Nos duele saber que murió de esa manera tan absurda”, comentó uno de los allegados a la familia.
Moisés es recordado por su pasión hacia el deporte, pues iba al gimnasio y practicaba surf. Era el único hijo de María Isabel Arregocés y Moisés Ramos. Solo cinco días después de la muerte del joven, la familia ahora también llora la pérdida del padre, quien este viernes, 1 de marzo, sufrió un paro cardiaco.
El hombre de 62 años había sido operado de los riñones y apenas estaba recuperándose de la intervención quirúrgica. Sin embargo, no pudo reponerse de la dolorosa pérdida de su primogénito y un infarto apagó su vida.
Según testimonios conocidos por El Tiempo, en medio del duelo por su hijo único, Moisés perdió el apetito y tampoco dormía bien. “Sufrió un infarto fulminante que acabó su vida. Se puede decir que su corazón no aguantó el dolor”, dijo a ese medio un allegado a la familia.
Quienes los conocían, describieron a Moisés y su familia como personas amorosas y felices. Eran reconocidos en la zona como los propietarios de un hotel en Playa de los Ángeles, de la vereda Calabazo, en Santa Marta, negocio que en un futuro sería administrado por el hijo.