Este 18 de junio del 2023 ya son 16 años de la tragedia que estremeció a once familias del Valle del Cauca y al país completo, con el asesinato de 11 de los diputados que habían sido secuestrados cinco años atrás por las extintas Farc. Esa misma tristeza sigue embargando cada año a los hijos de los políticos víctimas de ese crimen y a sus hogares, mucho más esta vez cuando esa fecha coincide con la celebración del Día del Padre en Colombia, haciendo que algunos extrañen mucho más a sus seres queridos.
El motivo de la desdicha de ese junio 2007 se originó cerca al municipio El Charco, en el departamento de Nariño, desde donde el país conoció confusas noticias que daban cuenta de la masacre de los 11 diputados y de la supervivencia de uno de ellos, Sigifredo López.
El País conversó con Ángela Giraldo, hermana de Francisco Javier, uno de los diputados asesinados, y quien hoy quisiera poder desearles un feliz día esos hombres trabajadores que cayeron en medio de la sucia guerra de la época.
“Paradójicamente, en el Día del Padre sacrificaron la vida de varios de ellos y se impidió que algunos pudieran llegar a serlo. Sus hijos, con dificultad, podrán celebrar plenamente este día”, fueron las primeras palabras de Ángela.
Juan Carlos Narváez, Jairo Hoyos, Alberto Quintero, Edinson Pérez, Héctor Arizmendi, Ramiro Echeverri, Rufino Varela, Carlos Charry, Carlos Barragán y Nacianceno Orozco fueron las otras víctimas mortales del que es conocido como el caso del secuestro de los diputados del Valle del Cauca.
Sin embargo, sus cuerpos solo fueron entregados casi tres meses.
“Hay dolores que nunca se superan, que se mantienen vigentes en lo más profundo del alma. Uno trata de buscar una explicación a tanta barbarie, pero es imposible de encontrar. Por un lado, una guerrilla deshumanizada que perdió el norte de sus objetivos. Es evidente que unos diputados del Valle del Cauca para nada podrían considerarse los enemigos del pueblo, pues hacían parte de él, buscaban la igualdad social y la reconciliación”, lamenta la hermana de Francisco Javier Giraldo.
Para Ángela, todo ello quedó en evidencia en los mensajes que desde cautiverio enviaban los asambleístas plagiados hasta el 18 de junio de 2007, cuando fueron ajusticiados con tiros de gracia por parte de sus secuestradores, quienes tenían esa orden en caso de que hubiera un intento de rescate, como creyeron que era el caso ante el arribo de tropas que resultaron ser también de las Farc.
Pero para muchos de los familiares de las víctimas no solo fueron responsables los criminales que les cortaron las alas y las ganas de trabajar por una mejor Colombia, sino también la indolencia de la sociedad civil y de las autoridades de entonces, que no cedieron ante su clamor para que se produjera en intercambio humanitario que los devolviera a la libertad.
“Un Gobierno que deseaba a toda costa reivindicar su fortaleza sin dar su brazo a torcer. Y en medio el sufrimiento de quienes guardábamos la esperanza de que quedara un mínimo de humanidad en ambas partes, que entendieran que nada justificaba el sacrificio de seres humanos, sino lo contrario: todo lo que se haga por preservar la vida vale la pena”, dijo Ángela cargada de sentimiento.
Las palabras sobran en los corazones de quienes hoy por hoy, después de más de una década, sufren como desde el primer instante la inclemencia del accionar de los grupos armados en el país, una realidad invisible a los ojos de muchos y palpable ante las heridas de quienes lo han vivido.
A Ángela no le ha quedado opción que recordar con amor a su hermano, como los otros familiares de los diputados asesinados añoran en esta fecha a sus hijos, esposos, padres y abuelos, por lo que quiso enviar un mensaje en sus nombre: “Cuando el valor de la vida está por encima de los egos, se revindica la naturaleza del ser humano. ¡Pero el ego y el orgullo estuvieron por encima del clamor por la vida! Por encima de la vida de personas irremplazables y extremadamente valiosas para quienes tuvimos el privilegio de compartir con ellos parte de sus vidas, sueños y esperanzas”.