La leishmaniasis es una ‘agresiva’ enfermedad causada por más de 20 especies del género de parásitos protozoarios Leishmania. Así lo explicó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una persona queda infectada cuando el parásito entra al organismo a través de la picadura de flebótomos hembras y machos.
El especialista en medicina familiar Andrés Felipe Vargas López le explicó a El País que el insecto, de 2-3 milímetros de tamaño, generalmente hembra, pica con hábitos vespertinos o nocturnos. Añadió que “es una enfermedad que tiene amplias manifestaciones clínicas” y detalló que existen tres tipos de leishmaniasis.
En primer lugar, Vargas López dijo que la leishmaniasis cutánea genera lesiones en la piel que aparecen como ronchas, se transforman en ulceras y cicatrizan sin dejar mayores secuelas; es la forma más frecuente y menos agresiva.
La segunda es la leishmaniasis mucocutánea, que genera un compromiso mayor con destrucción parcial o completa en la piel, así como en las membranas mucosas de nariz, boca y garganta. Según el experto en salud, este tipo de la enfermedad podría perforar el paladar y la nariz.
También existe la leishmaniasis visceral (LV), que se asocia con una tasa de mortalidad elevada. Este tipo afecta a los órganos internos, generalmente el hígado. “Al final, si no hay tratamiento efectivo o diagnóstico temprano, el paciente termina llegando a la muerte”, le mencionó a El País el profesional de la salud Andrés Felipe Vargas.
El diagnóstico médico se realiza de diferentes maneras, con apoyo de exámenes de laboratorio. La correlación clínica es una de las principales, la cual se refiere al análisis de las características de las lesiones, su localización y el lugar de origen del paciente.
La leishmaniasis amenaza a quienes permanecen en zonas selváticas y potentemente ataca a las personas con elevados factores de riesgo como diabetes, cáncer e hipertensión.
Es también una enfermedad que avanza contra el tiempo y aunque no existe vacuna para su prevención, sí hay recomendaciones para que las personas se protejan: evitar la permanencia prolongada en zonas endémicas y selváticas, usar repelentes, etc.
Por otro lado, el Instituto Nacional de Salud, adscrito al Ministerio de Salud, afirmó que la leishmaniasis afecta principalmente a la población en África, Asia y América Latina. Reveló que se estima que ocurra a nivel mundial, entre 600.000 y 1.000.000 de nuevos casos de leishmaniasis cutánea.
Le ganó a la leishmaniasis
El soldado profesional Faber Esneyder Dávila entró en esas cifras de pacientes con leishmaniasis. Lo picó el mosquito simulido macho y su vida tomó un rumbo inesperado.
Cargado de ilusiones y valentía, Faber Esneyder Dávila ingresó al Ejército Nacional en 2006, sin imaginar que su vida cambiaría de manera drástica y colorida. Estuvo a cargo de patrullajes en el departamento del Cauca y después prestó sus servicios como soldado profesional desde el 2008 en la profunda y tupida selva que está repleta de animales peligrosos y adonde los rayos del sol apenas penetran y el calor y la sed son constantes compañeros.
“La selva es espesa. Hay muchas partes difíciles de caminar, lluvia y poco sol. Siempre iba con cuidado para evitar caer en campo minado”, recordó en diálogo con El País.
Su día a día era monótono: caminar, recoger agua, preparar alimentos y prestar guardia, a pesar de la lluvia y las dificultades. Así transcurrieron varios años de su vida hasta 2011, el año que marcó un antes y un después en su carrera militar, al enfrentar la leishmaniasis. Esta enfermedad infecciosa, transmitida por la picadura del mosquito simúlido macho, llevó a Dávila a someterse a tres duros tratamientos por lesiones en el rostro y en la nuca (zona posterior y alta del cuello).
Durante esos difíciles días, este militar fue testigo de muchas historias similares e incluso vio morir a un compañero en Duitama, Boyacá, lo que le produjo un inmenso dolor. “A él le dio un paro cardiorrespiratorio, una complicación que yo también sufrí, pero, gracias a Dios, salí adelante”, añadió.
Dios, su familia, sus hijos: Matías, Nicolás y Marilyn, y sus compañeros del Ejército se convirtieron en su sostén y motivación principal para superar la enfermedad. A pesar de estos desafíos, nunca pensó en retirarse de la institución militar que le brindó apoyo incondicional.
Los días fueron pasando y también llegó un cambio inesperado para Dávila: el sargento Bermúdez le ofreció la oportunidad de trasladarse al Circo Colombia. Tardó bastante tiempo para tomar la decisión, tanto así que le dijo al suboficial que rechazaba todo lo que le habían puesto sobre la mesa.
“Lo pensé mucho, inclusive dije que no. En ese tiempo, mi sargento Bermúdez me dijo ‘Dávila, vaya; es una nueva oportunidad para usted, no la desperdicie’”, relató a El País.
Aunque al principio quiso regresar a la selva, donde había pausado su vida, decidió unirse al Circo Colombia. En ese nuevo escenario que le presentó la vida empezó a acercarse a la población civil y descubrió que podía alegrar corazones y disfrutar entre carcajadas. Para el año 2014, llegó al circo sin saber nada de ese mundo mágico, pero poco a poco se enganchó y apostó todas sus ‘fichas’ como artista.
El Circo Colombia le demostró un mundo diferente y mágico, en el que pudo maquillar su rostro con colores, perfeccionar sus gestos y movimientos corporales, aprender trucos y transformarse en un artista que es capaz de asombrar a su público. Este camino le permitió descubrir muchas habilidades en poco tiempo, ya que comenzó siendo mimo, luego, payaso, presentador, mago y recreador. De hecho, estuvo a cargo del arme y desarme del circo.
“De la selva al circo fue un cambio drástico, pero bonito. Aprendí mucho y gracias a Dios, sé muchas cosas y puedo enseñárselas a mis compañeros”, dijo Dávila.
El soldado, de 37 años, considera al Todopoderoso, como llama a Dios, el responsable de poner el Circo Colombia en su existencia. Con ese escenario, se le han abierto puertas en diferentes rincones del Valle, Cauca y Nariño, donde ha conocido a varias familias a las que les ha sacado una enorme sonrisa en medio del caos.
Su vida parece un milagro y a lo largo del camino ha dejado huella en los corazones de las personas con las que ha compartido. Próximamente espera recibir la noticia de que será trasladado a otra unidad militar durante tres meses, y aunque aún no se lo han confirmado, está ilusionado y seguro de que Dios le dará lo mejor.
“Para mí ha sido duro, porque he compartido en este circo por más de diez años. Me voy dejando recuerdos, enseñanzas a mis compañeros, les dejo una bonita labor y sé que me van a recordar porque todo lo que he enseñado lo he hecho con ganas y con valor”, concluyó el soldado profesional, recordando entre lágrimas sus 18 años de servicio.