El buen clima trae consigo la aparición de molestos insectos que pueden afectar no solo la tranquilidad, sino también la salud de las plantas en el hogar. Aunque en varios países las enfermedades transmitidas por insectos, como el dengue o la malaria, están relativamente controladas, las picaduras y los daños a las plantas siguen siendo una preocupación.

Si se prefiere evitar el uso de productos químicos y optar por una solución más natural, la albahaca puede ser una planta aliada perfecta para espantar los insectos.

La albahaca es una planta que se relaciona con buena suerte y se puede sembrar en casa. | Foto: Getty Images

Esta hierba es conocida por sus múltiples beneficios culinarios, también es un poderoso repelente natural gracias a su contenido en estragol, citronelol, limoneno y trans-nerolidol. Estos compuestos volátiles actúan sobre los sentidos de los insectos, alejándolos de tus plantas.

Pasos para preparar un insecticida natural

  • Una cubeta con 2.5 litros de agua
  • Entre media y una libra de albahaca fresca
  • Una paleta de madera para mezclar

Preparación:

  • Triturar o licuar la albahaca con una pequeña cantidad de agua hasta obtener una pasta.
  • Colocar la pasta de albahaca en la cubeta con el agua restante y mezclar bien.
  • Dejar reposar la mezcla durante 10 días en un lugar fresco y oscuro para que los compuestos volátiles de la albahaca se liberen completamente.
Este insecticida casero puede mantenerse en buen estado hasta por tres meses si se almacena en un lugar fresco. | Foto: Getty Images

Uso del insecticida:

Después del tiempo de reposo, se debe colar la mezcla. Luego se debe diluir 100 cc del concentrado en 900 ml de agua.

Verter la solución en un atomizador y rociar las hojas de sus plantas una vez a la semana para mantener a raya a insectos como polillas, arañas, moscas, pulgones y orugas de mariposa.

Este insecticida casero puede mantenerse en buen estado hasta por tres meses si se almacena en un lugar fresco. Con esta solución natural y efectiva, podrá proteger su jardín sin recurrir a productos químicos, manteniendo un ambiente más saludable para ti y tus plantas.

Un alimento que sirve para el cuidado de las plantas

La búsqueda de métodos naturales y económicos para el cuidado de las plantas ha llevado a muchas personas a explorar opciones que no solo son ecológicas, sino también accesibles. En este contexto, un alimento común que se encuentra en la mayoría de los refrigeradores se ha destacado como un fertilizante casero efectivo: la cáscara de huevo. Este desecho orgánico, que normalmente se tira a la basura, puede ser un recurso valioso para enriquecer el suelo de las plantas y promover un crecimiento saludable.

La cáscara de huevo es rica en nutrientes esenciales para las plantas, como calcio, fósforo y potasio. Estos minerales son fundamentales para el desarrollo de las raíces y el fortalecimiento de los tallos, así como para la prevención de enfermedades. El calcio, en particular, es crucial para evitar problemas como la podredumbre apical en los tomates, un trastorno que afecta a muchas plantas de jardín y que se manifiesta en el extremo inferior de la fruta.

Además, la cáscara de huevo actúa como un acondicionador del suelo. Cuando se descompone, ayuda a mejorar la estructura del suelo, permitiendo una mejor retención de agua y un mejor drenaje. Esto es especialmente beneficioso en suelos arcillosos, que tienden a compactarse y dificultar el crecimiento de las raíces. Por lo tanto, agregar cáscaras de huevo trituradas al suelo no solo nutre las plantas, sino que también mejora la calidad del suelo en general.

La cáscara de huevo combate las plagas de babosas y caracoles. | Foto: Getty Images
Cómo utilizar la cáscara de huevo como fertilizante

Utilizar cáscaras de huevo como fertilizante casero es un proceso sencillo que no requiere de grandes esfuerzos. Lo primero que se debe hacer es recolectar las cáscaras de huevo utilizadas y enjuagarlas para eliminar cualquier residuo de clara o yema que pueda atraer insectos o generar malos olores. Una vez limpias, se pueden dejar secar al aire libre o en el horno a baja temperatura para acelerar el proceso.

Una vez secas, las cáscaras deben triturarse hasta obtener un polvo fino. Este polvo se puede esparcir directamente sobre la tierra alrededor de la base de las plantas o incorporarse al suelo durante la siembra. También es posible mezclar el polvo de cáscara de huevo con agua y dejarlo reposar durante varios días para crear un fertilizante líquido que se puede aplicar durante el riego.