En la mayoría de los hogares, congelar botellas de agua se ha convertido en una práctica común para mantener las bebidas frías o prepararse para emergencias. Sin embargo, lo que muchos desconocen son los riesgos asociados con este hábito aparentemente inocente. Guardar botellas de agua en el congelador podría no ser tan seguro como se cree, según expertos en salud y seguridad alimentaria.
Las botellas de agua de plástico son el recipiente de elección para muchas personas, gracias a su conveniencia y reutilización. Sin embargo, congelarlas puede plantear preocupaciones de salud que la mayoría pasa por alto. La Dra. Ana Martínez, experta en salud pública, advierte sobre los posibles peligros: “El principal problema radica en el material del que están hechas las botellas de plástico”.
El plástico utilizado en la fabricación de estas botellas contiene productos químicos, como el bisfenol A (BPA) y los ftalatos, que pueden filtrarse en el agua cuando se exponen a temperaturas extremas, como las del congelador. Estos productos químicos son conocidos disruptores endocrinos, lo que significa que pueden interferir con el funcionamiento normal del sistema hormonal del cuerpo humano.
La congelación y descongelación repetidas pueden acelerar el proceso de liberación de estos productos químicos en el agua. Esto se agrava aún más cuando se deja que el agua se descongele a temperatura ambiente antes de consumirla.
Además del riesgo de contaminación química, congelar botellas de agua también puede tener consecuencias físicas. El agua se expande cuando se congela, lo que puede hacer que las botellas de plástico se deformen o se rompan. Esto no solo puede resultar en fugas y desperdicio de agua, sino que también podría representar un peligro de asfixia si se ingieren pequeños trozos de plástico.
A pesar de estos riesgos potenciales, muchos consumidores continúan congelando botellas de agua sin considerar las implicaciones para su salud. La conveniencia y la creencia errónea de que el agua embotellada es segura pueden ser factores que contribuyen a esta práctica extendida.
Sin embargo, hay alternativas más seguras disponibles. Para aquellos que aún prefieren usar botellas de plástico, se sugiere evitar congelarlas y optar por mantenerlas refrigeradas en lugar de congeladas. Esto ayuda a prevenir la liberación de productos químicos y reduce el riesgo de daños en las botellas.
En resumen, congelar botellas de agua puede parecer una forma conveniente de mantener las bebidas frías, pero oculta riesgos potenciales para la salud. La liberación de productos químicos del plástico y el riesgo físico asociado con la deformación de las botellas subrayan la importancia de considerar alternativas más seguras.
Al elegir materiales de almacenamiento adecuados y evitar la congelación de botellas de plástico, se puede garantizar la seguridad y la calidad del agua para el consumo humano.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.