El bicarbonato de sodio es uno de los elementos más versatiles que existe y que está presente en la mayoría de los hogares. Entre sus múltiples usos están la preparación de remedios caseros, limpieza de objetos y hasta como repelente.
Antes de dar a conocer cómo se usa el bicarbonato para este fin, es muy importante recordar que absolutamente todo lo que nos rodea (incluso nosotros mismos y el resto de las personas) está formado por energía.
Así las cosas, podemos hacer que esa energía actúe a nuestro favor o en contra según interactuemos con ella. de ahí que algunas disciplinas se hayan encargado durante de años de estudiar la composición de los espacios.
Rituales con bicarbonato
El Sodium hydrogen carbonate, como se conoce científicamente, es un compuesto químico, que ha sido valorado por muchas culturas alrededor del mundo no solo por sus propiedades dentro o fuera de la cocina, sino también por los usos esotéricos que se le pueden dar. Según la ciencia, como cualquier tipo de sal, cuenta con poderes de purificación, curación y protección.
Por lo tanto, para blindar la casa de mal de ojo, deseos negativos, envidias, acusaciones falsas, rumores o chismes mal intencionados, deseos de venganza o cualquier tipo de vibra negativa que hayan conducido hacia usted, lo único que debe hacer es esparcir una fina capa de bicarbonato sobre la puerta principal y limpiarse los pies antes de entrar.
Por qué la sal es tan venerada
Tanto en espacios religiosos como en círculos paganos, a la sal se le ha atribuido desde la antigüedad propiedades casi milagrosas gracias a su fuerte poder alquímico y protector. No olvide que el bicarbonato es un tipo de sal.
Se sabe que muchas de las personas católicas de tiempos atrás–y probablemente también en la actualidad, utilizaban una pizca de sal en el agua bendita, ya que creían que así se alejaban a los demonios.
En el esoterismo, la sal también se ha vuelto imprescindible en rituales vinculados con la limpieza de malas vibras y protección de espacios principalmente por su gran capacidad para conducir la energía positiva y, a su vez, por su gran poder de ser barrera ante toda energía negativa.