En los últimos años, ha habido un creciente interés en entender la relación entre los seres humanos y sus mascotas. Muchos dueños de mascotas se encuentran hablando con sus animales, ya sea para expresar afecto, dar órdenes o simplemente compartir sus pensamientos.

Ahora, la ciencia sugiere que esta conducta podría ser más que solo una expresión de cariño: hablar con su mascota podría ser un indicador de inteligencia.

Explorando el antropomorfismo y sus vínculos con la comunicación animal

En la era actual, es cada vez más común observar a personas entablar conversaciones con sus mascotas, un fenómeno que ha despertado la curiosidad de científicos y expertos en comportamiento humano.

Investigadores respaldan la idea de que entablar conversaciones con animales no solo refleja amor, sino también una inteligencia emocional avanzada, elevando la práctica a una expresión sofisticada de la capacidad cognitiva humana. | Foto: Getty

Raíces profundas en el antropomorfismo

El antropomorfismo, la atribución de cualidades humanas a seres animados o inanimados, emerge como el fundamento psicológico detrás de esta peculiar práctica. Según el Dr. Epley, esta tendencia innata puede intensificarse debido a la soledad o a diversas necesidades emocionales.

Aquellos que buscan controlar cada aspecto de su vida cotidiana tienden a recurrir a la conversación con sus mascotas, utilizando la experiencia interpersonal para predecir las acciones de sus fieles compañeros.

Una muestra brillante de la capacidad intelectual

Contrario a las percepciones históricas que tachaban al antropomorfismo como un signo de infantilidad o estupidez, el Dr. Epley destaca que esta práctica es, de hecho, una muestra brillante de la capacidad intelectual humana. En sus palabras, “ninguna otra especie tiene esta tendencia”, sugiriendo que la capacidad de atribuir pensamientos y emociones humanas a animales revela una complejidad cognitiva única en los seres humanos.

La ciencia subraya cómo la comunicación con mascotas fortalece no solo el vínculo emocional, sino también la inteligencia emocional, destacando la capacidad humana para entender y responder a las sutilezas no verbales en la interacción con animales. | Foto: Getty Images

Soledad y necesidades emocionales: Impulsores del antropomorfismo

El estudio también explora cómo la soledad y diversas necesidades emocionales pueden actuar como impulsores del antropomorfismo. Aquellos que experimentan períodos de aislamiento o carecen de ciertas conexiones emocionales pueden recurrir a esta práctica como una forma de llenar el vacío emocional. El acto de hablar con las mascotas se convierte así en una vía para establecer una conexión, aunque sea imaginaria, que mitiga la sensación de soledad.

El Dr. Epley destacó que “el antropomorfismo no debe ser visto como una debilidad, sino como una manifestación de la complejidad emocional humana. Es una forma de adaptarse y encontrar consuelo en entornos que pueden carecer de interacciones humanas directas”.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.