El Adviento es para los católicos un tiempo de espera previo al tiempo mágico de la Navidad. Uno de sus símbolos es una corona cuyo círculo no tiene principio ni fin.

Según Aciprensa, esta es señal del amor de Dios que es eterno, por ello se dice que no tiene comienzo ni final.

En dicha reunión se deberá rezar una oración preparatoria para el nacimiento de Jesús, también habrá una lectura de una cita bíblica y se podrá cantar villancicos para animar el momento.

Color de las velas

Cada color tiene su significado. El morado significa el tiempo de penitencia, oración y sacrificio; el rosado de la vela del tercer domingo, significa la alegría; el color blanco recuerda a Jesucristo en su nacimiento.

Las velas se deberán distribuir de la siguiente manera:

La vela morada se debe utilizar el primer domingo, el segundo domingo y el cuarto domingo de Adviento.

El tercer domingo se debe utilizar la vela color rosada y en la Nochebuena la vela color blanco.

Corona de Adviento | Foto: Getty Images

Oración de la corona

La Oración de la Corona de Adviento es un recordatorio del verdadero significado de la Navidad. Los pasos para realizar la oración son:

Primer domingo: El amor familiar

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lectura que realiza la persona que guiará el rezo:

Lectura tomada del Evangelio de San Juan: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió a su Hijo único. A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros (Juan 3, 7-11)

Todos los que están reunidos: Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos esta familia, de manera que estemos bien dispuestos para tu llegada, Señor, el día de Navidad.

La persona que lee: Al encender la primera vela recordamos qué significa la penitencia, y qué es la conversión de corazón. (Uno de los participantes enciende la primera vela de la corona de Adviento).

Momento de reflexión en silencio: Quien lee dice: ¿Cómo hemos amado a cada uno de los que forma parte de esta familia, nuestra familia? El que desee compartir o responder a la pregunta, puede hacerlo libremente.

Después de la reflexión, cada participante dirá cuáles serán sus propósitos para mejorar en su relación con Dios y con los demás en esta semana.

Otro participante leerá: Dios Padre, gracias por darnos una familia. Te pedimos que, ahora que comienza el Adviento, en nuestro hogar podamos demostrarnos todo el amor que nos tenemos y vivamos cada día más unidos. Te pedimos que llenes nuestra casa de tu amor divino. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Para terminar, se toman de la mano y rezan juntos un Padrenuestro.

Segundo Domingo: el servicio mutuo en la familia

Antes de empezar se debe encender la vela del domingo anterior.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lector: Lectura tomada del Evangelio de San Marcos:

No ha de ser así entre vosotros; antes, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos, pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Mc 10, 43.45).

Todos: Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos esta familia, de manera que estemos bien dispuestos para tu llegada, Señor, el día de Navidad.

Lector: Al encender la segunda vela recordamos qué significa el servicio, luz que despeja la oscuridad del egoísmo. (Uno de los participantes debe encender la segunda vela de la corona de Adviento).

Momento de reflexión

Lector: En nuestro hogar, ¿cómo nos ayudamos unos a otros diariamente? El que desee compartir o responder a la pregunta, puede hacerlo libremente.

Después de la reflexión anterior, cada quien dirá cuál será su propósito o compromiso a cumplir en la semana, en torno al servicio.

Lector: Padre, que nos has dado una familia en la que todos queremos ayudarnos y ser felices, te pedimos que bendigas nuestros trabajos y tareas de todos los días para que cumplamos con más ganas y alegría lo que nos toca hacer a cada uno en nuestro hogar. Amén.

Para terminar, se toman de la mano y rezan juntos un Padrenuestro.

El motivo del tercer domingo es ser mejor en familia. | Foto: Getty Images

Tercer Domingo: Ser mejor en familia

(Antes de empezar: Se encienden las velas de los dos domingos anteriores).

Todos En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Quien lee: Lectura tomada del Evangelio de San Mateo: Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo nuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos. (Mt 5, 13-16).

Todos: Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos esta familia, de manera que estemos bien dispuestos para tu llegada, Señor, el día de Navidad.

Quien lee: Al encender la tercera vela recordamos qué significa la santidad, que es asemejarnos a Cristo, aspirando y poniendo medios concretos para corregir nuestros malos hábitos y crecer en las virtudes.

(Uno de los participantes enciende la tercera vela de la corona de Adviento).

Momento de reflexión:

Después de la lectura del Evangelio en silencio preguntémonos: ¿Qué hago yo para que mi familia sea mejor?

Cada miembro de la familia puede decir cuál es su propósito o compromiso a cumplir durante la semana.

Quien lee: Padre, en nuestra familia crecemos y aprendemos a ser mejores, te pedimos hoy que nos ayudes a ser una familia cristiana y ser un buen ejemplo para los que nos rodean. Te pedimos fuerzas para mejorar o cambiar lo que sea necesario de nosotros para que nuestra familia sea mejor cada día. Amén.

Para terminar, se toman de la mano y rezan juntos un Padrenuestro.

Solo o en compañía de la familia se puede realizar la oración. | Foto: Getty Images

Cuarto Domingo: la presencia de Dios en nuestra familia

(Antes de empezar: Se encienden las tres velas de los domingos anteriores).

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lector: Lectura tomada del Evangelio de San Mateo:

Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca (Mt 7, 24-25).

Todos: Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos esta familia, de manera que estemos bien dispuestos para tu llegada, Señor, el día de Navidad

Quien lee: Al encender la cuarta vela recordamos qué Dios nos ama y ha enviado a su único hijo como rescate por nosotros. Dios hecho hombre permanece entre nosotros, nos regala su presencia amorosa, que va transformando radicalmente nuestras vidas según el amor y la caridad.

(Uno de los participantes enciende la última vela de la corona de Adviento).

Momento de reflexión: Después de la lectura del Evangelio preguntémonos: ¿De qué manera se ha manifestado la presencia de Dios en nuestra familia durante el año? ¿Hemos dejado actuar a Dios o le hemos estorbado?

Cada miembro de la familia puede decir cuál es su propósito o compromiso a cumplir durante la semana.

Lector: Padre, que nos has dado una familia en la cuál te hemos conocido y amado, ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te pedimos que en esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros corazones y sentir que vives en nuestro hogar, en nuestras familias. Amén.

Para terminar, se toman de la mano y rezan juntos un Padrenuestro.