La limpieza es uno de los elementos fundamentales en cada hogar para evitar la presencia de bacterias, hongos o insectos no deseados dentro del mismo. Incluso, uno de los lugares que más exige un buen aseo son los baños y regaderas, donde, se supone, es donde más se cuida la higiene personal.

Pero, por la humedad y demás factores, los baños suelen acumular mucha suciedad que si no se elimina inmediatamente se convertirá en un problema más grande: el sarro.

Este, también conocido como depósitos de cal, es el resultado de la acumulación de minerales, especialmente calcio y magnesio, que están presentes en el agua. Para acabar con él, existen múltiples productos comerciales, al igual que ingredientes caseros, como el vinagre blanco, un gran aliado de la limpieza en el hogar.

La limpieza es uno de los elementos fundamentales en cada hogar para evitar la presencia de bacterias, hongos o insectos no deseados dentro del mismo. | Foto: (c) Copyright 2022, dpa (www.dpa.de). Alle Rechte vorbehalten

Este líquido se define como un ácido suave que tiene la capacidad de disolver los depósitos de calcio y magnesio que forman el sarro. Además, es una solución no tóxica, económica y fácil de encontrar en cualquier lugar.

¿Cómo utilizarlo?

El primer paso es poner una bolsa de plástico llena de vinagre en el cabezal de la ducha, y después cerrarla con una banda elástica. Dicha bolsa se debe dejar en la regadera el tiempo que sea necesario, pues entre más horas actúe más efectivo será el resultado.

Por este motivo, se recomienda dejarla en reposo durante toda la noche, aunque el tiempo mínimo de actuación sea de unas 3 horas.

Pasado ese tiempo, la bolsa debe ser retirada de la regadera para que, posteriormente, sea frotada con la ayuda de un cepillo por toda la superficie. Es importante que dicho elemento sea pasado por todas las partes del cabezal, incluidos los agujeros.

El vinagre se define como un ácido suave que tiene la capacidad de disolver los depósitos de calcio y magnesio que forman el sarro. | Foto: Pat_Hastings

Cuando todo esté limpio, se recomienda utilizar un paño seco para retirar cualquier otro resto de suciedad presente. Finalmente, se debe abrir el grifo para que el agua pueda eliminar y expulsar el resto del sarro.