Detrás de los combates registrados en las últimas semanas en el municipio de Corinto, Cauca, se encuentra la disputa de dos grupos armados que hacen presencia en esta zona del país y que están detrás del negocio que registra el fenómeno del tráfico de la marihuana tipo creepy.
Pero, ¿qué hay en común entre la reciente captura de un soldado profesional, tras ser sorprendido transportando alucinógenos por la vía Panamericana y los hechos violentos que suceden en Corinto? La respuesta estaría orientada a este tipo de marihuana, genéticamente procesada.
Pese a la sencillez del interrogante, este esconde la complejidad detrás de la siembra de este alucinógeno, así como los desplazamientos masivos de campesinos e indígenas, los combates y muertes que ya se contabilizan en esta nueva guerra por el control de la siembra y comercialización de esta clase de marihuana, y, en un segundo reglón, los productos derivados de la base de coca.
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El hecho en común entre el soldado que transportaba la marihuana y los violentos que se disputan Corinto son las millonarias ganancias que deja la comercialización del alucinógeno y eso explicaría, en parte, por qué las autoridades decomisan en un día un promedio de 50 kilogramos de este tipo de marihuana en los diferentes retenes que se adelantan en las vías del departamento del Cauca.
Solo en lo que va corrido de febrero ya son tres toneladas que las autoridades han decomisado, según información de la Policía. El viernes pasado, precisamente, la Institución anunció el decomiso de una tonelada más.
Por eso es que si se analiza el valor que tienen estos cargamentos incautados, se podría responder al por qué los disidentes de las Farc y los integrantes del EPL o ‘Los Pelusos’ ahora se pelean a muerte en zonas como El Playón, El Crucero y La Laguna de Corinto, porque toda esa marihuana proviene de estos poblados de la zona rural de este municipio del norte del Cauca, ubicado en la Cordillera Central, así como de localidades vecinas de Miranda, Toribío, Jambaló y Caloto.
El negocio y la nueva guerra
Para el jefe del grupo antinarcóticos de la regional cuatro de la Policía, teniente coronel Árlex de Jesús Escobar Bedoya, detrás de los combates registrados en Corinto están las millonarias ganancias que deja esta actividad ilegal.
“Son dos razones para incautar este veneno de alucinógeno: primero, porque como alteran genéticamente la planta para elevar sus efectos adictivos, entonces evitamos el daño a la salud de las personas; y segundo, para evitar que con su comercialización, los grupos armados que están detrás de este criminal negocio se financien de esta manera”, relata el oficial mientras anuncia que en días pasados, en Panamá, incautaron una tonelada de creepy, proveniente de Corinto.
Sobre la preocupación por los efectos negativos en la salud de las personas, el Coronel explica que al alterar la constitución de esta planta, para generar mayor adicción, los narcotraficantes elevan los niveles de tetrahidrocannabinol, THC.
“Es infortunado para los colombianos que en el norte del Cauca se cultive esta clase de marihuana, que posee un poder adictivo siete veces mayor que la común, ya que los narcotraficantes, en su afán criminal de mayores ganancias, elevan el THC, que es la molécula que le da un poder psicoactivo, es decir que la creepy tiene una concentración del 32 % de esta molécula en comparación del 5 % que posee la cannabis ordinaria”, precisa el oficial.
Ahora bien, si se fija la atención en el valor de un kilo de esta cannabis, se deduce fácilmente que tras la salida de las Farc de la región, era de esperarse que los grupos residuales o disidencias se dedicaran a esta actividad, como forma fácil de financiarse, para seguir con sus actividades delincuenciales.
Por eso las autoridades reconocen que desde Norte de Santander, el EPL mandó unas comisiones de delincuentes para que coparan esas veredas, porque allí están los más grandes invernaderos donde se produce este tipo de marihuana.
“Un kilogramo de creepy en Colombia alcanza un valor de $100.000, el mismo se triplica si es comercializado al menudeo. Esto en relación con el mercado local, pero como el afán de los narcotraficantes es lucrarse más, entonces por eso se entiende que esta marihuana se comercialice en las calles de países como Ecuador, Perú, Chile, Argentina o de Centroamérica, donde ese mismo kilo cuesta $15 millones”, ilustran funcionarios de la Sijín de la Policía.
De ahí se comprende que, como hormigas, las personas intenten sacar cargamentos de esta yerba hacia el exterior en cualquier vehículo que facilite la tarea. Los destinos son las ciudades capitales o el exterior. El pasado 11 de febrero dos personas fueron capturadas tras ser sorprendidas transportando 45 kilogramos en un carro particular, su intención era llegar a Ipiales, Nariño, donde después sería llevada al Ecuador.
“Quien controle militarmente estos municipios tendrá uso de los corredores para el transporte de este alucinógeno porque, por ejemplo, desde Corinto se sale hacia el Valle, Tolima, Huila y el centro de Colombia, pero también hacia Popayán, por ende, hacia el sur del país, eso sería otra de las causas de esta nueva guerra”, explican con cierto temor funcionarios de la Alcaldía de este municipio.
Esa misma postura la comparte Giovany Yule, uno de los consejeros mayores del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), al reconocer que los narcotraficantes están dando un uso criminal a plantas consideradas como sagradas por sus comunidades, como la coca.
“En el caso de la marihuana, los delincuentes no le dan un uso medicinal como nosotros. Están abusando de ella para propósitos criminales, de ahí que en Corinto, como en los demás municipios de la zona, los guerrilleros que quedaron por fuera del proceso de paz, así como narcotraficantes de otros municipios, estén peleando por el control de las zonas donde están los sembradíos, los cuales son nuestros territorios ancestrales, de ahí todo ese fenómeno de desarmonización”, explica el líder nativo.
Ahora bien, para el caso de Corinto y su vecino Miranda, desde mediados de 2018 llegó una comisión de ‘Los Pelusos’, enviada desde Norte de Santander, para tener el control en el primer eslabón de esta cadena delictiva. Por eso, en estos municipios empezó primero una serie de asesinatos selectivos en los cascos urbanos y luego comenzaron a enfrentarse en las veredas y corregimientos con otras organizaciones armadas.
“Tras los combates de principio de mes llegó el Ejército, permaneció unas semanas y luego se retiró, oportunidad aprovechada por ‘Los Pelusos’ para llegar de nuevo a El Playón, presentándose otro combate, entonces este problema está latente y no sabemos hasta cuándo”, relatan nativos de la zona, quienes libran una batalla de expulsar a estos grupos, a través de su guardia, pagando un alto precio por ello. Ahora los disidentes de las Farc amenazaron a seis gobernadores nativos mediante un panfleto.
Así las cosas, y mientras se siga cultivando esta clase de marihuana, esta nueva guerra continuará, afectando la vida de las comunidades campesinas e indígenas, que ven cómo llega, cada día más, la inversión del narcotráfico con sus ejércitos.
Violencia en Cauca
El año pasado, en Corinto se presentaron 56 homicidios y Miranda cerró el 2018 con 21 muertes violentas, cifras mucho mayores que las contabilizadas en 2017.
Para este inicio de año, la tendencia viene en alza.
En la primera localidad ya van seis homicidios y en la segunda se contabilizan cuatro de estos casos.
El pasado martes se presentaron de nuevo combates entre las disidencias de las Farc y el EPL, donde una persona, identificada como José Eder Solarte Henao, murió tras ser alcanzado por una ráfaga de fusil.
Hasta el momento, las autoridades no han logrado establecer a qué grupo pertenecía, lo único cierto fue que los indígenas fueron los que se encargaron de trasladar su cadáver hasta el hospital.