Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Canadá son algunos de los primeros países del mundo que ya iniciaron su campaña de vacunación contra el Covid-19 la semana pasada.
El País habló con cuatro caleños que viven en dichos países para conocer sus expectativas respecto al proyecto de inmunización y su experiencia hasta la fecha con la pandemia por fuera de su ciudad de origen.
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“Los profesores hemos estado en primera línea”Isabel Rodríguez
Guzmán es profesora de educación primaria en una escuela pública de Hickory, en Carolina del Norte. Enseña español, matemáticas, ciencias naturales y sociales a un grupo de más de 20 niños. Lo hace de forma presencial desde octubre.
“Se supone que al estar nosotros en la primera línea, casi como el personal de salud, estamos priorizados para recibir la vacuna. Somos los cuartos en la fila después del personal de salud, los adultos mayores y trabajadores en puestos esenciales”, explica Rodríguez.
El pasado lunes el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, anunció que habían llegado las primeras vacunas de Pfizer/BioNTech a dicha población. Y al día siguiente Faye Williams, una enfermera de 65 años, era la primera en recibir la vacuna en todo el estado.
De acuerdo con Rodríguez, los contagios han ido en aumento desde que se celebró el Día de Acción de Gracias a finales de octubre. Actualmente Carolina del Norte reporta cerca de 5000 casos diarios, casi 2000 menos de los que presentaba un mes atrás.
“Uno está en riesgo permanente, pues si un niño llega a salir infectado, todo el salón y docente deben irse a cuarentena, pero aun así nosotros seguiríamos trabajando desde lo virtual”, indica la docente de origen caleño.
“Quiero reencontrarme con mi familia cuando esté vacunada”
En todas las navidades Martha Rubiano Monroy tiene por costumbre verse con su familia. El tiquete siempre lo compra con siete meses de anterioridad para partir en avión desde Londres, en donde trabaja como niñera desde hace 15 años, hasta Cali, su ciudad de origen. Este año será diferente: prefiere “pasar triste” la Navidad en Inglaterra antes que arriesgarse a estar en Colombia y a que decreten un segundo cierre de fronteras, sin posibilidad de volver a su trabajo.
“Aquí ya empezaron a aplicar las primeras dosis, pero eso lo administran a través del Servicio Nacional de Salud inglés, con el personal de salud, los adultos mayores y las personas con comorbilidades como prioridad”, señala Rubiano.
La caleña habla a través de videollamada, mientras, al parecer, haciendo fila en el puesto de correos. Es martes 15 de diciembre, un día antes de que los restaurantes y gym suspendan su actividad por orden de las autoridades.
Rubiano continúa: “Uno cree que todos o la mayoría estaremos inmunizados para el mes de marzo, pero dado que eso es un proceso largo, quién sabe si no será hasta junio que concluirá todo. Es decir, tal vez no pueda viajar para Semana Santa. Para ser sincera, no planeo verme con mi familia hasta que esté vacunada”.
“El gremio médico desconfía de la vacuna Sputnik V”
A Christian Herney Rojas, de 27 años, le es casi imposible narrar su experiencia con la pandemia si decide separarse de su dimensión de médico en un hospital de Belgorod, una ciudad rusa ubicada a 576 km de Moscú.
Recuerda que mayo, junio y julio fueron los meses por lo que el hospital, y el resto de Rusia, atravesó mayor estrés: los más de 100 cupos en UCI estaban completamente llenos. Nadie podía verse con nadie en la calle, todos los establecimientos estaban cerrados y había duras multas para quienes no usaran tapabocas en espacio público.
Tres meses después el pico regresó en diciembre, con alrededor de 27.000 casos diarios en uno de los países más poblados del mundo, con cerca de 145,8 millones de habitantes, de los cuales 2.6 millones se han contagiado de covid y más de 46.000 han fallecido.
“Es una experiencia angustiante, sin poderse uno ver con sus amigos y con el temor de contagiarse, pese a que ya me he hecho la prueba dos veces; en algunas ocasiones preocupado por lo que le pueda pasar a mi familia en Cali”, anota Rojas.
El médico caleño ya lleva dos años viviendo en Belgorod, en donde está a poco terminar su formación como urólogo. No solo prestar sus servicios en la unidad de urgencias de su especialización, sino también en la atención a pacientes covid. Ha recibido dos formaciones respecto al tratamiento de estos últimos en el año.
Rojas comparte la misma opinión que tiene el gremio médico respecto a la vacuna rusa Sputnik V, que pese a encontrarse en la Fase III de ensayos clínicos empezó a distribuirse en la población la semana pasada. “La opinión es de mucho escepticismo, pues el gremio -e incluso los ciudadanos- ve que los resultados preliminares del ensayo no son muy claros en cuanto a su efectividad; solo 60.000 personas están como candidatas en un país tan grande como Rusia”.
“Se vale llorar”
“Mi sueño más cercano es traerme a mis papás acá y hacerlos vacunar para luego irnos todos juntos a Colombia”. Verónica Figueroa, una pastusa criada en Cali, vive con su esposo y dos hijos -uno de seis y otra de tres- en Trenton, al este de Toronto, la primera ciudad canadiense en donde se aplicó la vacuna contra el covid el pasado lunes. La familia llegó a Trenton por “culpa de la pandemia”.
Figueroa recuerda: “Se suponía que íbamos a llegar en junio, pero con la entrada a clases virtuales del niño y el inicio de la pandemia, arribamos un poco antes. Previamente, había atravesado un periodo muy difícil en marzo. Creía que era el fin del mundo. Tenía miedo que mi papá, de 69, y mi mamá, de 62, se murieran a raíz del covid. Todos los días me informaba de lo que ocurría tanto en Canadá como en Colombia”.
Si bien Pekín desarrolla sus propias vacunas contra el covid-19, China importará por lo menos 100 millones de dosis de Pfizet/BioNTech para el año 2021.
Escribió ‘Se vale llorar’, un relato de 872 palabras que montó en su blog para confesar sus vivencias personales durante la cuarentena. “Está bien sentirse ofuscado, pero siempre hay que buscar algo que hacer”, admite Figueroa.
Estas últimas semanas han sido un contraste casi absoluto con las primeras. Figueroa y su familia recupera cada vez un poco de su cotidianidad pasada, mientras esperan que la campaña de vacunación avance con la mayor agilidad posible.
“Entre mi familia, puede que mi esposo sea una de las personas priorizadas al laborar en una empresa de cemento. Mis hijos parece que no serán vacunados, dado que las dosis solo las suministrarán a los mayores de 16 años. Y yo, en cambio, seré una de las últimas, pues no tengo comorbilidades”, indica. El gobierno canadiense calcula que para el mes de mayo casi todos los canadienses estén inmunizados… Ese mismo mes por que la familia de Figueroa llegó a Trenton “por culpa de la pandemia”.