Si todo sale tal y como está previsto, en las próximas horas recobraría su libertad toda la familia Ballesteros Uribe, la cual permanece presa desde agosto del 2014, cuando fue detenido el menor de sus hijos Andrés Felipe Ballesteros en Tanzania, un país recostado en el extremo oriental de África.
“Prácticamente toda la familia está prisionera con él”, relató su hermano Juan Carlos Ballesteros, para graficar el drama que empezó para todos el día en que Andrés Felipe aterrizó con la ilusión de conocer ese país, rico en fauna salvaje, y celebrar su cumpleaños.
“Quería ir a conocer África. Quería conocer las islas paradisiacas de Tanzania, Zanzíbar y Mafia, en el océano Indico. En el aeropuerto, por ser colombiano, tomaron represalia y lo arrestaron por sospecha de ingresar sobres ilegales al país”, dijo su hermano.
Sin saber pronunciar ninguna palabra en idioma Suajili, Andrés Felipe fue trasladado por uniformados a la cárcel de Keko, con altas tasas de hacinamiento y donde los internos sobreviven en condiciones infrahumanas, como relatan medios internacionales.
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Tras varias horas sin que su familia tuviera razón de él, Andrés Felipe se comunicó a través de una llamada por celular con su hermano para contarle que al parecer tenía problemas con sus documentos, pero el impasse terminó convertido en pesadilla cuando supo que estaba siendo vinculado a un supuesto caso de narcotráfico.
Solo hasta el 2015 su hermano pudo viajar a Tanzania y buscar a las autoridades consulares colombianas para implorar ayuda, pero no hubo respuesta. En el 2016 el cónsul Rafael Medina se interesó en el caso y tras ubicar el expediente le pide a la Fiscalía de ese país acelerar el trámite.
Los meses seguían pasando y el primer asomo de justicia para Andrés Felipe fue en el 2017, tres años después de ser detenido, cuando un tribunal en Tanzania lo llama a una diligencia previa a lo que debería ser su juicio.
Sin más condena que el olvido, y luego de cinco años encarcelado, en el 2019 es llevado ante la corte y el juez Hon Matupa, de la ciudad de Dar Es Salaam, lo declaró inocente, pero la celebración solo duró unos segundos.
“El juez declaró a mi hermano libre, señalando que no había pruebas firmes. Pero en ese momento conocía perfectamente el idioma; me dijo que algo malo estaba pasando y que lo van a recapturar; que apenas se ponga de pie irá de nuevo a prisión. Y, así fue”, contó Juan Carlos.
Medios internacionales relatan historias de inocentes que pasaron años encerrados en Tanzania. Y una historia similar le contó una amiga a Andrés Felipe Giraldo, twitero, escritor y politólogo con especialización en periodismo.
Respondo por cada centavo con mi reputación y vida, escribió el politólogo Andrés Felipe Giraldo, al invocar la solidaridad de la gente con la causa.
Un ángel de $120 millones
“En el 2019 una amiga en común entre Juan Carlos Ballesteros y yo me cuenta sobre la noticia, pero yo no conocía a Juan Carlos. Yo vivía en Alemania y lo llamo para conocer el caso y reuní todos los insumos para publicar una nota teniendo en cuenta que ya había sido declarado inocente y la publiqué en septiembre del 2019”, cuenta Giraldo en diálogo con El País.
Desde esa fecha Giraldo ha estado cerca de la familia, oriunda de Anserma (Caldas) y a través de su cuenta en Twitter empieza a generar ruido sobre la situación, que a su juicio injusta, se venía registrando con este colombiano preso en una cárcel de Tanzania.
Desde la Presidencia de la República se comunicaron con Giraldo y el mismo secretario jurídico, Vladimir Fernández, preparó las reuniones y estableció metas específicas que involucraban al Ministerio de Justicia, la Cancillería y la Embajada de Colombia en Kenia, incluyendo al hermano, y lograron el acuerdo de repatriación de Andrés Felipe Ballesteros.
No obstante, la Fiscalía en Tanzania fijó de manera inexplicable una millonaria fianza para dejar en libertad a Ballesteros, de 36 años, pero esa decisión ya se salía de las manos del Gobierno Nacional, y fue entonces cuando Andrés Felipe Giraldo terminó con la aureola puesta.
Andrés Felipe Ballesteros es padre de dos niños. Uno de ellos de 8 años, al que casi no conoce porque fue capturado cuando el bebé tenía seis meses de nacido.
“Yo llevo en twitter desde el 2014, sin mucho ánimo, de hecho mi cuenta se llama ‘El Antituiter’, pero supe que las redes bien usadas sirven para grandes causas y decidí emprender una campaña, teniendo en cuenta que tengo 45.000 y que podría ser una herramienta para la libertad de Andrés Felipe”, cuenta Giraldo.
El pasado 6 de octubre lanzó el mensaje a sus seguidores: Colombia entera, apelo a su solidaridad para recuperar la libertad de Andrés Felipe Ballesteros. La Fiscalía de Tanzania le fijó una fianza de 50 mil chelines que son más o menos 25 mil dólares. La familia no cuenta con estos recursos y el Estado no tiene un rubro específico”.
Otros escritores y periodistas como Jaime Honorio González, relataron la historia en sus cuentas, portales o columnas y la solidaridad fluyó, pese a la desconfianza de las campañas a través de redes sociales.
“$60 millones en dos días, nada mal para un país de desconfiados profesionales, de expertos estafadores, de consumados mentirosos y de tramposos sin límite. Por fin algo bueno para contar de nuestra sociedad”, escribió González en Cambio.
Tres días después, 1300 personas habían atendido el llamado y ya estaban los $120 millones que abren la reja de Ballesteros en Tanzania.
“Es indescriptible que la gente haya depositado su dinero y la confianza en un desconocido, a pesar de que estamos en un país en el que las redes sociales sirven para estafar todos los días”, celebra Giraldo.
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Lo que separa ahora a Andrés Felipe Ballesteros de su libertad es que el dinero llegue a Tanzania, que la Fiscalía presente al colombiano ante un juez para avalar el acuerdo de culpabilidad que le dijeron y se pague la fianza, lo que podría tardar cuatro o cinco días.