Aprender sobre la marcha a salvar vidas
La doctora Miyerlandi Torres, actual Secretaria de Salud Pública de Cali, siempre quiso trabajar en salud, área que le atraía desde que estaba en el colegio. De niña le gustaba comprender, por ejemplo, la ciencia detrás del funcionamiento de esa “máquina sorprendente” llamada cuerpo humano, pero lejos estaba de intuir que en el futuro trabajaría en el área de salud pública y la administración de la salud.
Sin embargo, cuando Torres llegó al cargo de Secretaria, tenía mucha ilusión de poder servir a la ciudad, con un plan muy diferente al que se venía manejando. Pero la pandemia, que ha traído “enormes retos y aprendizajes”, le cambió los planes y por el momento la obligó a canalizar todas sus energía en atender la crisis, mientras adelanta las demás gestiones.
Hasta ahora, la Secretaria considera que el manejo de la pandemia tiene un balance positivo, ya que han explotado al máximo los recursos con los que se cuentan, se ha aprendido rápidamente y sobre la marcha para salvar vidas y se ha adelantado la labor con sensibilidad, responsabilidad y administrando los recursos. No obstante, no cree que su condición de mujer haya sido determinante para abordar de forma adecuada la problemática.
“Creo que con ganas y compromiso de ciudad se puede adelantar bien la tarea. Y creo que indistintamente del género a varios países les ha ido bien. Las claves siempre serán: el trabajo, la disciplina, la perseverancia, la sensibilidad frente al tema y la capacidad de articular para hacer equipo”, dice.
En cuanto a las barreras que falta por derribar en la salud para que haya más inclusión, Torres considera que la mujer “es prioridad en nuestro sistema de salud” y que en el país se ha avanzado bastante en términos de inclusión, fortaleciendo, a través de las Rutas Integrales de Atención en Salud, numerosas acciones coordinadas, complementarias y efectivas para garantizar el derecho a la salud de las mujeres.
Sin embargo, según Torres, la ciudad aún debe “fortalecer el trabajo adelantado para derribar barreras en el acceso a la información y a los recursos para ejercer derechos, así como a la inclusión en la toma de decisiones para mejorar el sistema de salud. Igualmente el acceso a la educación siempre será la mejor herramienta para generar más y mejores oportunidades, así como para mejorar la inclusión”.
Para la Secretaria, lo mejor de ser mujer es “la feminidad en todo sentido, nuestra sensibilidad, nobleza, capacidad de generar vida, cuidar y convocar entorno a la familia, además de la capacidad de tener una vida laboral activa en equilibrio con la vida familiar”. Respecto al día de la mujer, considera que la vida misma es una “oportunidad de celebrar”, pero, si hay un motivo, es aún mejor.
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“Miramos con facilidad el bosque”
María Cristina Lesmes, actual secretaria de salud Departamental del Valle, entendió que la medicina era su camino a seguir, justo cuando terminó el colegio.
Al principio, Lesmes soñaba con especializarse en pediatría y posteriormente en endocrinología, pero en los primeros semestres de la carrera se enamoró perdidamente de la salud pública y la vida terminó llevándola por senderos que le hicieron entender que esa era el área de las ciencias de la salud, a la que debía dedicar sus mayores esfuerzos de “contribución a la sociedad”.
Hoy en día, con su cargo de secretaria de Salud Departamental, Lesmes siente que ha tenido la oportunidad de llevar a la práctica ideas y realizar sueños. Y, aunque considera que su condición de mujer no le ha traído complicaciones, sí opina que el respeto y el reconocimiento se lo ha “ganado” gracias a su “arduo trabajo y dedicación” y por su compromiso de trabajar por la vida y salud de las mujeres, porque es consciente de que no todas han tenido un espacio de crecimiento adecuado.
Al respecto, la Secretaria sabe que tuvo suerte al nacer y crecer en el seno de una familia con una madre que se hizo profesional antes de casarse y comprendió la “importancia del estudio en las mujeres”, y con un padre “profundamente protector, pero impulsador de las capacidades de sus hijas”.
Esto impidió que Lesmes en algún momento se autoimpusiera límites de forma inconsciente, solo por su género, y permite que hoy ella considere que lo mejor de ser mujer sea poder reconocerse como un “humano con sensibilidad, inteligencia, capacidad, energía renovada permanentemente, que no se da por vencida, se levanta cada día con ilusiones y puede contribuir con la mirada de lo femenino, en espacios que históricamente han sido de hombres”.
Actualmente, con el manejo de la pandemia, que según ella ha sido “la experiencia laboral más dura de mi vida, especialmente la vacunación”, siente que el hecho de ser mujer, tener un cerebro que “funciona diferente”, ser controladora, ordenada, suspicaz y emotiva, le ha permitido tener una mirada “diferente frente a una realidad que implica vidas”.
Igualmente, para ella, el hecho de que los países con mujeres a la cabeza tuvieron un mejor desempeño frente a la batalla contra el coronavirus, se debe a que: “Miramos con más facilidad el bosque. Buscamos soluciones, somos administradoras, especialmente de la pobreza, sabemos del cuidado en lo personal y tratamos de poner en cada acción la mirada del otro. Buscar equidad e inclusión de todos. Creo que eso nos hace diferentes”.
También opina que, gracias a esta oportunidad que han tenido las mujeres a nivel mundial de asumir grandes retos en este momento difícil de la humanidad, “hace visible la gestión de las mujeres” e implica que la sociedad “reconozca la capacidad que tenemos” para desempeñar cargos que conllevan grandes decisiones.
“Ver a las mujeres y sus buenas gestiones aporta a la sociedad, porque permite ir transformando imaginarios de exclusión” y ayuda a “fortalecer la importancia de las mujeres y nuestros aportes para la toma de decisiones en la política, la economía, la salud y el desarrollo en general”.
En cuanto al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la Secretaria considera que más que celebrar, este es un día para recordar y conmemorar la lucha histórica que han tenido las mujeres para conseguir sus derechos, por el reconocimiento de su aporte en la creación de una mejor sociedad y en la lucha por crear espacios con una mayor presencia femenina, para que así el mundo reconozca y acepte las diferencias, en el camino de crear un mundo mejor.
En su cargo, Lesmes se ha enfocado en trabajar con servicios amigables para los jóvenes, con las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto, con mujeres embarazadas y lactantes, con las madres de niños de ZIKA y ha apoyado a muchas organizaciones externas de mujeres que lideran diversas causas.
“En una sociedad que promueve y fortalece la competencia, yo en el ámbito interno trato de aportar para que se disminuya la hostilidad y el acoso horizontal entre las mujeres en la perspectiva de lograr construir relaciones con calidez, con respecto, con reconocimiento y solidaridad”, dice.
“Tenemos ese poder transformador”
Martha Ospina, la actual directora del Instituto Nacional de Salud, INS, creció rodeada de ciencia. Con un papá médico, una mamá odontóloga y el esposo de su mamá igualmente médico, la casa vivía llena de libros de ciencia, que Ospina leía siempre que podía.
Recuerda que cuando era adolescente algunas veces acompañaba al esposo de su madre -que es como su segundo papá-, al centro de reproducción asistida que él tenía y donde podía ver con un microscopio, y con lujo de detalle, los procedimientos que realizaban y que tenían que ver con la fertilidad humana.
Tras esa infancia rodeada de ciencia y gracias a su capacidad de trabajo, en 2016 Ospina obtuvo el puesto de directora del INS, un lugar que tenía una larga tradición (casi un siglo) de directores hombres. “Creo que era el momento para que el Instituto tuviera una directora mujer, entre otras, porque las mujeres tenemos una gran capacidad de trabajo y un gran poder para transformar con ingenio y creatividad”.
Según Ospina, cuando se posesionó, el Instituto había agotado, a lo largo de su historia, muchos de sus recursos. Además había cosas desgastadas e incluso gente que creía que el INS había sido liquidado con el Incora.
“Creo que el hecho de ser la primera mujer directora en poco más de cien años de historia, me dio una oportunidad maravillosa, de mirar cómo le devolvía el brillo y lo hacía una entidad cercana a los colombianos. Es ese camino de repensar el INS, puse como meta que teníamos que hacer alianzas con los mejores y ser tan buenos como los mejores, de ahí que el INS esté en el 'executive board' de institutos de salud pública del mundo, por primera vez en la historia de Colombia”, cuenta.
En medio de la pandemia, la situación para ella ha sido de aprendizaje, temple y también de esperanza. También dijo que sinceramente cree y espera que “la humanidad salga transformada” de ella.
En cuanto a la Institución, la directora opina que el covid llegó como un tsunami que los obligó a replantear todo, en medio de una gran presión por la realización de las pruebas diagnósticas. Y, a pesar de que el INS ya venía de atender la epidemia de Chicunguña, Zika y Sarampión, el enemigo que enfrentaban era muy distinto, desconocido y con una gran capacidad de transmisión, lo que implicó grandes retos en muchos frentes, sumado a toda la atención nacional y mundial que cobró el virus, junto con gran cantidad de información científica y de todo tipo en las redes sociales, que hacía más difícil lograr la cohesión que se requiere como sociedad para enfrentar este tipo de desafíos.
Pero Ospina siente que sin duda el hecho de haber logrado transmitir a su equipo una gran visión del INS y lograr no solo que la creyeran, sino que la acompañaran, fue una gran ventaja.
“Estoy convencida de que para lograr grandes cosas y ser competitivas en nuestros campos, las mujeres no necesitamos ser iguales a los hombres, sino respetar nuestra esencia y tener una gran confianza y seguridad en nosotras mismas. Como mujeres tenemos y funcionamos con unas lógicas distintas, somos más funcionales, incluso para organizar nuestros espacios. Tenemos ese poder transformador, no el que ataca o elimina, sino el que convierte. Ese es el poder que tenemos las mujeres y en ese terreno somos casi invencibles”, opina la directora.
Para Ospina, quien considera que lo mejor de ser mujer es su capacidad de crear y de transformar, incluso los entornos más adversos, la educación es la clave para derribar las barreras que quedan para que haya más inclusión.
“Si hubiese un indicador, solo un indicador que cambiara profundamente los resultados, no solo en salud, sino sociales, es la educación de las mujeres. Que las mujeres tengan una formación obligatoria, mínimo catorce años, modificaría al menos cinco indicadores vitales en salud y está demostrado que la educación obligatoria para las mujeres, marca notables diferencias respecto a la educación obligatoria para los hombres”, comenta Ospina.
Para la directora, el ocho de marzo no es un día para celebrar. Es más un recordatorio del papel fundamental que juegan las mujeres en la sociedad y del rol tan importante que tienen. Es una fecha para reivindicar el respeto, los derechos y la igualdad. Es una fecha para conmemorar, para recordarle a la sociedad que esos actores tan importantes que son las mujeres deben ser tenidas en cuenta.