Acostumbrarse a la comodidad del hogar para muchas personas fue difícil, cuando inició el distanciamiento social y la estadía obligatoria en casa, como mecanismo de protección social por la pandemia del Covid-19. Medida que le dio la vuelta al mundo, al punto que ciudades que se encontraban en constante movimiento y que “no dormían”, como Venecia, Tokio, París o Nueva York, se vieron desérticas.
Sin embargo, después de unos meses de aprender a hacer las labores diarias desde casa, es fácil enamorarse de las comodidades que esta ofrece, además de la seguridad que da, al disminuir las probabilidades de contagios del virus. Es por esto que el Síndrome de la Cabaña ya es muy usual entre las personas, durante los confinamientos obligatorios y aún en medio de la reactivación económica y de las actividades sociales por las que pasa el país.
Fue llamado así de manera coloquial para describir una situación psicoemocional de incomodidad, a la hora de abandonar el lugar donde una persona ha tenido que permanecer durante un largo período: “Empezaron a hablar de este síndrome porque estuvimos encerrados mucho tiempo, entonces la gente comenzó a sentir miedo de contagiarse o que los niños enfermaron. Con esto la casa se convirtió en un lugar seguro donde ‘no nos contagiamos, aquí no nos pasa nada’. El Síndrome de la Cabaña es ese miedo a salir de la casa y enfrentar la rutina de la vida, después de esos meses que pasamos desde el año pasado”, expresó Frauky Jiménez, psicóloga clínica, especialista en terapia de pareja.
Este síndrome no es una enfermedad psicológica, es más bien el conjunto de síntomas que se presentan en un grupo de personas que se han aferrado al encierro y viene presentándose desde hace mucho tiempo con los cuidadores de faros en altamar; ellos vivían solos y encerrados y cuando iban a los pueblos o se reunían en la ciudad, sentían pénico a la gente, porque estaban mucho tiempo lejos de las comunidades y no estaban acostumbrados al trato social.
Ahora con la llegada de las vacunas y las formas de cuidado que hacen más fácil el salir de casa y socializar. se busca que las personas vuelvan a sus espacios de trabajo de forma presencial, no obstante el teletrabajo ha abierto unas puertas, a la forma de responder en las labores, que serán muy difíciles de cerrar, al punto que los ingresos de ventas y alquileres de predios en uno de los lugares más caros del mundo como Wall Street han caído en 26 % después de la pandemia. “Las personas han visto que pueden hacer su trabajo desde casa, y que yendo a la oficina gastan más tiempo, dinero y transporte. Entonces, no quieren salir y hasta algunas piensan en renunciar si les piden volver a las oficinas”, comentó Daniel Martínez, psicólogo interno.
El Síndrome de la Cabaña no es considerado un trastorno o una enfermedad mental, sino una condición de apego a la zona de confort.
Es importante tener en cuenta también que, aunque sí es más cómodo trabajar desde casa y en algunos momentos se ahorra tiempo y dinero, el trabajo de las personas ha aumentado, pues día a día resultan tareas “pequeñas” o el colaborador trabaja el tiempo que gastaba en transporte público o al tener el mismo espacio para trabajar y descansar, su cerebro no logra establecer las diferencias y el estrés laboral es constante.
Sin contar que los canales de comunicación personales se van convirtiendo en canales laborales. “Una de las contras de este síndrome es lo que algunos llaman la hiperdisponibilidad, el jefe sabe que estás en casa entonces te pide favores después de los horarios y como a la persona no le ‘quita mucho tiempo’ lo hace, pero de favor en favor termina trabajando más horas”, expresó Daniel Martínez, psicólogo interno.
Hay muchas personas que ahora, porque sus trabajos se lo permiten, seguirán manteniendo ese estado romántico con el encierro y los placeres que genera estar en casa, sin embargo para quienes deben volver a las oficinas y no lo desean, este es un proceso natural, ya que están acostumbrados a un estilo de vida y poco a poco se volverá a construir una nueva normalidad entre la presencialidad, la cabaña y los cuidados de bioseguridad.
Para Jiménez, “la gente está pasando por una situación que se llama el duelo de la pérdida de la zona de confort donde estaban, y este trae unas etapas, entre estas depresión. Entonces qué pereza volver a la oficina, pero es una situación por la que se debe pasar y poco a poco las personas lo volverán a aceptar”.
El Síndrome de la Cabaña no necesariamente debe ser negativo, pues algunas personas empiezan a a adquirir nuevos hábitos que suelen ser saludables, como una mejor alimentación, leer o a practicar un deporte.
Pero es claro que el ser humano tiene la necesidad constante de socializar, es por eso que la psicóloga Frauky Jiménez recomienda salir a reuniones de manera esporádica, si es posible, asistir una vez a la semana a la oficina, entre otras, para superar el Síndrome.
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