Victoria González dice que hay días en los que se siente como aquellos peces que nadan río arriba, contra la corriente.
– Cuando tu negocio está a punto de cerrar, es un golpe horrible. Ves a todo el mundo progresando y yo métale y métale plata a la empresa. A veces me pregunto: ¿sí fue algo bueno haber emprendido? Es cuando me siento nadando en la dirección contraria.
Victoria aún nada, en todo caso. Hace siete años abrió su propia tienda de zapatos en cuero y marroquinería, Incline Shoes. Desde el principio quiso posicionarse como una marca ética en el informal gremio del calzado -como un factor diferenciador- y para Victoria eso significaba cumplir con cada uno de los requisitos de ley para formalizar una empresa: pagarles a los empleados no solo su salario sino la seguridad social; utilizar materiales certificados; evitar procesos tóxicos de fabricación; construir estaciones de trabajo saludables para sus artesanos; adquirir software licenciado; pagar los impuestos.
El costo de cumplir con todo ello ha sido uno de los obstáculos para consolidar su emprendimiento.
–Cuando te formalizas entras en el dilema de que hacer las cosas de manera formal es mucho más costoso que si te mantienes en el sector informal o bajo la figura de persona natural. Por ejemplo, el IVA. Debes responder por ese impuesto cuando generas las facturas, no cuando te las pagan, y en los casos de pedidos grandes, el pago tarda en llegar. Eso hace que debas conseguir una plata que no has recibido para pagar el impuesto. Siento que el sistema de alguna manera obliga a los emprendedores a que se mantengan como personas naturales para ser rentables y, por el contrario, da miedo formalizarse por la responsabilidad que implica, la carga impositiva. Da miedo crecer.
Martín Niño supuso que el día en que sus pasabocas llegaron a las góndolas de los grandes supermercados, su empresa –Productos Nime- iba a crecer tanto como las multinacionales famosas. Sin embargo, los supermercados se permitían la comodidad de devolverle sin más los productos que sus clientes no compraban y que estaban vencidos o a punto, lo que a Martín le significó pérdidas considerables.
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–Nos hacían pedidos por $5.000.000 y al final me devolvían productos que costaban alrededor de $2.000.000 porque estaban vencidos y se perdían. Por eso decidimos no trabajar más con las grandes superficies y nos dedicamos a explorar el mercado de los colegios, las universidades, las mamás que procuran hacer loncheras saludables con nuestros snacks a base de maíz orgánico. Fue un momento muy complicado.
El día a día de los emprendedores consiste en eso: capotear ciertas prácticas de los monopolios que los perjudican, con la ilusión de encontrar el punto de equilibrio.
El empresario Esteban Satizabal, de Iproyect, un estudio de diseño enfocado en el desarrollo de productos y prototipado con impresión 3d, dice que no solo lo ha escuchado de boca de los emprendedores que su compañía apoya, sino que lo ha vivido: el gran reto para mantener una empresa a flote en Colombia es lidiar con la falta de flujo de caja, afectada por el pago tardío de las facturas.
–Hay clientes, sobre todo grandes compañías, que pagan los servicios o productos a 60, 90 días (algunos a 120 o 180), y mientras llegan esos pagos el emprendedor debe endeudarse para garantizar los costos de operación de su negocio. Es una situación que merma enormemente la posibilidad de crecimiento de los emprendimientos. Nosotros lo solventamos con bancos, mientras entra el dinero. Aunque la clave es ofrecer un producto o servicio que nadie más ofrece en el mercado, lo que te da capacidad de negociación para, por ejemplo, solicitar anticipos.
La tardanza en los pagos de las facturas ha permitido el auge de un nuevo modelo de negocio: el factoring. Básicamente consiste en empresas que se dedican a comprar esas facturas que se pagan tarde, ofreciendo un menor dinero por ellas, pero asumiendo el costo financiero de esperar el tiempo para que sean canceladas. De una manera u otra, al emprendedor al final le ingresará menos dinero.
–Si te pagan a 90 días o más, terminas subsidiando la operación de empresas que tienen el dinero para operar, y eso es dañino para los emprendedores. Con otro problema: el emprendedor no tiene acceso fácil a la bancarización. Que pueda tener una cuenta bancaria de manera rápida o una tarjeta de crédito para hacer compras internacionales o pagos de servicios digitales, es bien difícil –dice Hegel González, mentor de emprendimiento del programa SiliconValley.travel.
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Hay, además, una especie de regla de los bancos: entre mayor riesgo, mayor tasa de interés. Por eso los emprendedores, cuando les prestan dinero, deben pagar más por él.
Las mujeres que deciden emprender enfrentan, además, otro tipo de barreras.
–En mi caso entré a solicitar servicios en la industria de los plásticos, en la que gobiernan los hombres. Algunos te ven sola, luego piensan que eres débil, ingenua y que te sobra la plata, por lo que te cobran más por lo que requieres. También te incumplen con los tiempos de entrega o con la calidad del producto. Una forma de machismo –dice Katherine Arredondo, propietaria de Shugs, una empresa que fabrica y comercializa protectores de calzado femenino para que las mujeres no dañen sus tacones con la fricción que hacen con el tapete del carro al conducir.
Sin embargo los emprendedores también deben enfrentar obstáculos que están en el interior de sus negocios o que tienen que ver con su carácter.
Isabela Echeverry, directora de Emprendimiento e Innovación de la Cámara de Comercio de Cali, se ha encontrado con emprendedores que no tienen muy claro sus planes de negocio y por lo tanto no están resolviendo las necesidades del mercado, lo que por supuesto es un gran problema.
Alexánder Riascos, director de la Fundación Emprende Mejor, ha notado que algunos emprendedores no creen en sus ideas, o por lo menos no están muy seguros de poder convertirlas en una gran empresa. Algo similar ha identificado el Secretario de Desarrollo Económico y Competitividad del Valle, Deninson Mendoza.
–El emprendedor es un empleado que por lo regular se paga mal a sí mismo. Pero la principal barrera es no creerse el cuento desde el principio. Los dueños del mundo hoy –basta leer sus biografías– empezaron en un garaje –dice el Secretario en su despacho, mientras lo escuchan atentos otros emprendedores que continúan nadando río arriba, a veces con corrientes a su favor.
90 %
de los colombianos consultados están dispuestos a sacrificar su tiempo libre para trabajar en su idea de negocio, según el Reporte Global de Emprendimiento 2018.
Al teléfono, la congresista caleña Catalina Ortiz recuerda que ella fue la fundadora y primera gerente de Innpulsa Colombia, la entidad del Gobierno Nacional que promueve el emprendimiento en el país.
En ese entonces, mediados de 2012, hablar de emprendimiento era un asunto difuso, extraño. Algunos miraban para otro lado o ponían como ejemplo empresas fundadas hace cien años. Hoy, en cambio, el emprendimiento es una posibilidad mucho más cercana, con referentes más recientes como Rappi.
–Siento que se ha avanzado un montón, sobre todo del lado de los emprendedores, que son unos berracos, pero hay unas lecciones que el Estado parece no aprender frente a la tarea de apoyar sus negocios, como la diferenciación. Todos los emprendedores son importantes, pero no todos son iguales y por lo tanto no se pueden intervenir igual. La señora de las arepas es muy importante, pero a ella no se le puede apoyar de la misma manera que a una empresa que, por citar un caso, aprovecha los residuos industriales. Del lado del Estado no estamos aprendiendo lo suficientemente rápido para tener buenos programas de apoyo y una de las causas es que todavía no se sabe diferenciar los tipos de emprendimiento –dice Catalina.
En el Valle pareciera que se está buscando aprender más rápido esa lección. Desde hace cuatro años la Cámara de Comercio de Cali tiene como objetivo consolidar un ecosistema de emprendimiento a través de programas de incubación de negocios, aceleración de empresas, redes de mentores, una Red de Inversión para Emprendedores próxima a lanzarse, con una idea: las empresas deben primero crecer, y luego formalizarse.
La Gobernación del Valle creó la Secretaría de Desarrollo Económico y Competitividad y el programa Valle Inn en alianza con la Universidad del Valle, para –dice el secretario Deninson Mendoza– “democratizar el emprendimiento, hacerlo posible tanto para la persona que tiene una venta de empanadas como para aquel que está tras el nuevo ‘Unicornio’ que cambiará al mundo”.
Aún al teléfono, la congresista Catalina Ortiz enumera otros esfuerzos para hacerle la vida más fácil a los emprendedores, como la ley de Pronto Pago, todavía en trámite, presentada por el congresista Mauricio Toro Orjuela, que exige que a los emprendedores les paguen máximo 30 días después de despachar sus pedidos o realizar sus servicios.
–Y en mi caso, soy la vicepresidenta de la Comisión de Emprendimiento de la Cámara de Representantes. Entre los temas que lidero está una mesa con la Dian, en lo que tiene que ver con los impuestos. No que le vayan a cobrar menos a los emprendedores, pero sí brindar alternativas como que el IVA se exija cuando les paguen las facturas, no cuando las generan. Otro proyecto tiene que ver con el Invima, que certifique las plantas, pero no que por cada producto que se haga en una planta se deba pedir un permiso distinto.
Al final nadar río arriba, aunque difícil, tal vez sea el camino indicado. El salmón regresa contra la corriente para desovar, al igual que las anguilas y, pese a algunos depredadores que les cierran el camino y los devoran, es su única alternativa para sobrevivir.
Nuevos negocios
La presentadora Anita Giraldo abrió, junto a su familia, Vidafit Market, una tienda de productos saludables con sede en Cali, Buga y próximamente en Jamundí.
Igualmente, los emprendedores Giovanna Zapata y Andrés Valencia están próximos a abrir un negocio único en la región: Spa para bebés.
Otro de los emprendimientos familiares más exitosos del momento es Chonta Arepas: arepas hechas a base de chontaduro.
Uno de los más recientes restaurantes de comidas rápidas de Cali surgió tras la idea de una pareja de caleños: Glutton Food Factory.
En el Valle, entidades como las secretarías de Desarrollo Económico de la Gobernación y de la Alcaldía, la Cámara de Comercio de Cali, Comfandi, Icesi, Reddi, Colciencias, y empresas como Iproyect y Dimapro, acompañan a los emprendedores para hacer realidad sus ideas.