Al menos dos menores de edad al día son aprehendidos en Cali por cometer algún tipo de delito, la mayoría se relacionan con el hurto en sus diferentes modalidades, porte de armas y comercialización de drogas.
Estos son los cálculos que refleja la detención de 616 menores infractores en lo que va corrido de 2018 en la capital del Valle, 33 aprehensiones menos comparado con el mismo periodo de 2017, según cifras de la Policía Metropolitana.
Pero, ¿qué está generando que los menores de edad se sigan sumando a los actos de delincuencia en Cali?
De acuerdo con el secretario de Seguridad Municipal, Andrés Villamizar, esto se debe, en gran parte, a que las estructuras delincuenciales son conscientes de que los menores de edad reciben un tratamiento penal diferencial que considera, por ejemplo, a los menores de 14 años como sujetos inimputables.
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“Es por eso que hemos identificado menores cada vez más pequeños cometiendo delitos graves, incluso desde los 12 años”, dijo Villamizar.
El funcionario se refirió al reciente caso de un hombre de 100 años que tras ocho días de estar internado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario del Valle, HUV, murió a causa de la gravedad de las heridas que le proporcionó un adolecente en la parte alta de Siloé, ladera de Cali.
“Un caso muy dramático porque este hombre fue víctima de joven de 13 años, alias Chayane, el cual también agredió a las autoridades en el momento de su detención. Sin embargo, quedó en libertad”, relató el Secretario de Seguridad.
Del desalentador panorama que pintó Villamizar fue víctima Mauricio Rojas, habitante de un condominio del sector de Pance, en el sur de la ciudad, quien en la noche del pasado jueves fue asaltado en su vivienda por cuatro menores de edad.
“Entraron por la ventana de la cocina y todos estaban armados. Mi reacción fue intentar forcejear con ellos pero me redujeron amenazándome de muerte. Me insultaban y preguntaban dónde estaba la caja fuerte, el dinero y las joyas. Se ponían más agresivos cuando yo les decía que no tenía ninguna de las tres”, relató Rojas.
El hombre de 38 años cuenta que solo pasaron unos minutos de la situación, cuando el rondero del condominio se percató del hecho e hizo el llamado a las autoridades. Entonces, los jóvenes, entre los 15 y 17 años, emprendieron la huida.
“La reacción fue inmediata. La Policía alcanzó a detener a dos de ellos, los cuales yo reconocí por la ropa que vestían porque las caras las tenían tapadas. Sin embargo, las esperanzas eran pocas debido a que no hay registros de que fueron ellos los que cometieron el delito y lo más probable es que quedaran libres. Tanta era la convicción de que eso iba a pasar que uno de los chicos sonreía y no parecía sentir ningún temor de sufrir alguna consecuencia por lo que hizo”, señaló la víctima.
En últimas, la predicción del hombre fue certera, pues casi 20 horas después de lo sucedido, las autoridades informaron que el proceso de judicialización de los capturados no prosperó, pues “el juez de turno que atendió el caso determinó que los dos delincuentes no representan un peligro para la sociedad, por tal motivo, los dejaron en libertad”.
¿Qué está fallando?
Rosalina Vanegas, magíster en sociología, explicó que existen muchos factores sociales que inciden en la vinculación de menores en la delincuencia. En primera instancia, la experta resaltó la importancia de la familia.
“Yo pude evidenciar hace un tiempo que muchos de los niños que incurren en el delito, por lo general, pertenecen a comunidades vulnerables, hacen parte de familias monoparentales (que cuentan con solo uno de los padres) y son víctimas de violencia intrafamiliar”, explicó la experta.
En este sentido explicó que, en busca de una aceptación, estos menores de edad encuentran organizaciones delincuenciales que les ofrecen un lugar importante en su grupo.
“Ahí radica la importancia del afecto de la familia y la educación, así como las oportunidades que el Estado y la sociedad brinde a estos chicos”, afirmó Vanegas, quién además ratificó que este es un factor que no cumplen los llamados centros de resocialización a los que son llevados los menores infractores mayores de 14 años.
“Está comprobado que no existe un modelo efectivo de reclusión de menores en Colombia. Estos lugares en lo que realmente se convierten es en escuelas del delito, donde los jóvenes siguen siendo maltratados, comparten sus experiencias, aprenden, y al salir reinciden con gran facilidad”, aseveró la experta.
A la opinión de la socióloga se sumó el secretario Andrés Villamizar, quien hizo una reflexión sobre la crisis que actualmente sufre el sistema de responsabilidad penal para adolescentes, el cual, según dice, “comenzó mal y se ha desarrollado mal”.
“Yo pienso que hay que replantear el tema de que eso solo depende del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, una institución que no quiere hacer, ni está haciendo bien la resocialización. Creo que eso hay que revertirlo a las alcaldías, con apoyo técnico y financiero del Gobierno Nacional y el Ministerio de Justicia, en coordinación con el Icbf, pero no encabezado por ellos”, puntualizó.
Ley para menores infractores
De acuerdo con la Ley 1098 de 2006, mediante la cual se creó el Código de Infancia y la Adolescencia, solo quienes cometan un delito a partir de los 14 años ingresan en un proceso penal.
Los menores de 14 años que incurran en algún delito ingresan a un proceso de restablecimiento de derechos. No tienen penas.
Si un menor comete un delito y es capturado cuando ya es un adulto, será penalizado como menor de edad por los delitos que haya cometido antes de los 18 años. Si delinquió siendo mayor de edad, también será judicializado como un adulto.
Actualmente la Alcaldía de Cali, en trabajo conjunto con el Instituto Cisalva y la Policía, están desarrollando el programa TIP Jóvenes Sin Fronteras. La iniciativa ha logrado que 1700 jóvenes de la ciudad, entre 12 y 28 años, se alejen de las calles y exploren sus talentos.