Por: PhD. Juan Carlos Romero C. Profesor Instituto Departamental de Bellas Artes (IDBA) / Unidad Central del Valle – (UCEVA)

Mirar hacia atrás es una acción poderosa en el mundo del arte. Se mira atrás para no olvidar, para recordar, para afirmarse, para pensar en el ayer con los retos de hoy. Le puede interesar: Pedro Almodóvar, ícono del séptimo arte iberoamericano, fue galardonado con el máximo premio del Festival de Cine de Venecia

En el entorno del trabajo artístico se llaman retrospectivas, son ventanas de tiempo en la que observamos el desarrollo de una trayectoria creativa. Dos grandes personalidades del cine colombiano, no abundan las celebridades en un cine que sigue sin creer en su propia fuerza, una viva y en actividad y otra fallecida son los protagonistas de sendos homenajes retrospectivos a trayectorias profesionales que aportan, y aportaron, luces y preguntas, obras imprescindibles a la hora de intentar definir esa palabra difusa llamada cine colombiano.

Jorge Silva es recordado como uno de los mejores productores colombianos. | Foto: El País

El servicio de producción, distribución en streaming español, MUBI tiene en la sección: “Sugerencias del curador” un apartado titulado: “Camaradas colombianos, tres de Marta Rodríguez y Jorge Silva”.

Se trata de tres películas, restauradas, que ofrecen al público de hoy algunos trabajos de la extensa filmografía de la directora, y su fallecido esposo, en actividad más prolífica y toda una institución ética y profesional del cine colombiano: la directora Marta Rodríguez. Se exhiben: “Chircales” (1972), “Campesinos” (1975), “Nuestra voz de tierra, memoria y futuro” (1981).

Estas tres obras son emblemáticas, la primera es la propuesta metodológica de hacer cine utilizando las herramientas conceptuales que empezaban a ofrecer las recientes ciencias sociales llegadas al país.

Con un ejercicio paciente, la obra significó siete años de observación participativa, cámara en mano, de la vida de una familia de alfareros explotados y sometidos en las goteras de una Bogotá semirural y apegada a tradiciones religiosas y políticas. “Campesinos” es un extenso ensayo visual que reflexiona sobre la propiedad de la tierra en un país inequitativo, esta narración se hace desde la mirada y la voz de las víctimas del latifundismo imperante, aporte definitivo del cine de Doña Marta.

Nuestra voz de tierra, memoria y futuro”, película filmada en el departamento del Cauca. Hablada en lengua indígena, es la recreación de un mito del pueblo nasa. Es un cine intersecciones. Algo inédito en nuestras tímidas imágenes. Este homenaje es valioso dado que se reconoce un cine colombiano diverso, comprometido ideológicamente, un cine hecho por una mujer.

El Festival internacional de cine documental de Buenos Aires, Argentina: FIDBA ha consagrado una sección se su versión 2024 al director caleño Luis Ospina. “Foco, Ospina, Cali Colombia” se llama la retrospectiva en la que se verán 10 largometrajes documentales del miembro de la pandilla de soñadores del mítico “Caliwood” de los años 70. Ahí se verán, frescas e irreverentes: la infaltable “Agarrando Pueblo”; “Un tigre de papel”, su testamento fílmico: “Todo comenzó por el fin”.

Ospina usó el cine como recurso narrativo y estético. Su obra es una propuesta lúdica, sarcástica, crítica de su tiempo. Hay sensaciones encontradas en estos eventos internacionales que coinciden en resaltar el cine colombiano. Tenemos obras, artistas, un público necesitado, pero adolecemos de espacios, pantallas, gestiones culturales que nos permitan usar las expresiones artísticas para ver hacia atrás y encontrar nuestros propios recuerdos como colectivo.