Con una gran historia de amor, llena de épica y exuberancia, regresa la escritora caleña Ángela Becerra con una bellísima novela de sentimientos, llamada ‘Algún día, hoy’, con la cual acaba de obtener el premio Fernando Lara 2019.
Precisamente, después de presentarla en Medellín y en Bogotá, la autora hará el lanzamiento de su nueva obra en su ciudad hoy, en la Librería Nacional del Oeste, a las 6:30 p.m. Allí conversará con la escritora y periodista Paola Guevara.
Buena parte de la historia de esta nueva novela se desarrolla en la Medellín de un siglo atrás, porque esta novela que está basada en un hecho real acaecido en 1920 en Colombia.
Del lanzamiento en Medellín tiene un recuerdo único; una mujer de más de 80 años se le acercó durante el evento y le dijo: ‘Menos mal usted volvió a publicar, pensé que me iba a morir y no podría leerla más, lo cual no tiene precio”.
La novela narra la historia de Betsabé Espinal, que con solo 23 años se convierte en la heroína de una de las primeras huelgas femeninas de la historia. Becerra construye un monumento a la amistad envolviendo a sus protagonistas en un apasionado círculo de amor que tiene un final sorprendente.
En una noche de tormenta y barro nace una niña bastarda a la que, creyéndola muerta, bautizan con el nombre de Betsabé. Nadie sabe que en su interior lleva la fuerza de la feminidad, así como la magia y la rebeldía que la harán superar todos los obstáculos. Creará un vínculo indisoluble con su hermana de leche, Capitolina, una pobre niña rica, y ninguno quedará indiferente a su mirada de fuego. Ni siquiera Emmanuel, el revolucionario francés salido del Montparnasse más artístico que, al conocerla, caerá enfermo de amor.
Sobre el amor en esta novela, Becerra dice que este se encuentra “en la historia del chico revolucionario y bohemio del cual me enamoré. Uno va creando los personajes de retazos de personas cercanas, y creo que este personaje tiene mucho de mi hija, quien es filósofa, artista y rebelde. No lo hice a conciencia, pero cuando uno va creando los personajes van saliendo cosas increíbles”.
Esta historia le tomó más de seis años de escritura, “yo nunca pensé que tardaría tanto, pero se fue haciendo grande y en la medida en que iba tejiendo, cada vez me pedía más y más. Había que hacerle caso a la novela”.
Ya han pasado 19 años desde que esta caleña, siendo vicepresidenta creativa de una de las agencias más relevantes de España, abandonó su carrera para dedicarse por entero a su gran pasión: la literatura. Así, se empezaron a publicar ‘Alma abierta’, un bello poemario que aborda los conflictos del ser humano en la madurez; ‘De los amores negados’ (2003), su primera novela, que obtuvo el Latin Literary Award 2004 de la Feria del Libro de Chicago y una calurosa acogida de la crítica y de los lectores de España y Latinoamérica, y ‘El penúltimo sueño’ (2005), que la consagró como novelista y con la cual obtuvo el Premio Azorín de Novela 2005, el Premio al Mejor Libro Colombiano de Ficción 2005 y, de nuevo, el Latin Literary Award 2006.
En 2007, ‘Lo que le falta al tiempo’ recibió el Latin Literary Award como mejor novela de misterio y de sentimientos. Y en 2009 obtuvo el Premio Iberoamericano de Narrativa PlanetaCasamérica por la obra ‘Ella, que todo lo tuvo’, novela a la que le siguió ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’ (2013). Sus obras han sido traducidas a 23 idiomas.
Respecto a la investigación sobre el personaje central de su novela, Betsabé, Ángela admite que “solo se sabía que era una hija natural de una casa pobre, que la madre había acabado en un manicomio y encontramos el registro de los diarios de la época que cubrieron las huelgas, pero en un anonimato que la cubre por casi cien años, lo cual es incomprensible porque fue una heroína de una valentía impresionante y que pasó desapercibida”.
La escritora cuenta que encontró el libro ‘Betsabé Espinal la natural’ y se contactó con los autores, quienes le facilitaron todo lo que recogieron para este. “Es una parte que utilicé para cuatro capítulos”, dice.
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Además investigó mucho sobre Medellín, lugar de los acontecimientos. “Terminé con un documento de casi 300 páginas junto a una documentalista, separando todos los pormenores de esa Medellín.
Tomamos un plano de la ciudad y colocamos una hoja y pintamos el Medellín de esa época, para hacerme todo el recorrido que Betsabé realizaría. Estuve viviendo en el Medellín de otra época. También me documenté con personas de la clase alta que tenían una historia, así como de la clase baja, para mostrar en la novela cómo esclavizaban a estas niñas y las metieron en los patronatos en un estado de casi encarcelamiento”.
Respecto a la voz de femininismo que se lee a través de las páginas de ‘Algún día, hoy’. “Cuando empecé a escribir la novela en el 2013 no se había producido el Me Too, pero se empezaba a sentir que algo quería o podría pasar. Betsabé era muy femenina y tenía una fuerza maravillosa y no estaba copiando a los hombres”.
Y agrega: “Tuvimos hace algunas décadas un feminismo rancio que estaba copiando comportamientos masculinos para hacerse respetar, por eso se cayó, porque era impostado. El feminismo de ahora parte del orgullo de ser femenina y enaltecer todo lo que nos hace femeninas. Un feminismo que también respeta al hombre”.
"Me convertí en Betsabé"
“Durante seis años me convertí en Betsabé y Betsabé en Ángela, porque le pasé toda mi rebeldía de mi adolescencia. Una época en la cual tenía un padre muy machista y no me dejó vivir la adolescencia, yo me casé a los 16 años, con una rabia tremenda que saqué de mí en la novela. También estuve en un colegio de monjas muy malas y aquí también aparecen”.
“Cuando acabé la historia me quedé viendo el cursor en la pantalla del ordenador. No sabía que se había acabado pero no me salió una palabra más. Es un dolor dulce, porque también es un descanso. Un parto que te hace sentir vacío pero ya lo puedes ver afuera de ti”.