Ana Luisa, cumple 100 años el 8 de enero de 2023, heredó de su mamá, María Luisa Calero Carvajal, y su papá, Jesús Becerra Lemons, el oído musical. También tuvo a la educadora Sor Vicenta Cabrera, a quien nombra mucho por ser su mentora en muchas de las artes. Ella hoy es una gran versada en literatura, pintura, psicología y una mujer muy auténtica en todo lo que hace.
A sus 80 años quiso estudiar Teología en la Pontificia Universidad Javeriana y logró culminar sus estudios virtuales, no se le hizo difícil aprender nuevas destrezas como usar un computador o hacer una videollamada.
Su familia ha vivido siempre para el arte, en todas sus manifestaciones, porque hay pintores, actores, escritores, pero el 90 por ciento son músicos... Ella, que ya es tatarabuela, tiene cuatro generaciones delante, sabe que los Arellano han dejado la música colombiana en alto.
Su hijo Gerardo Arellano, el mayor de todos, conformó el coro con sus hermanos y padres Los Cantorcitos de Buga. Luego pasó a estudiar música en la Universidad Nacional en el área de tenor y se formó como docente.
También incursionó en el cine, logros que su madre cuenta con orgullo. Aunque no todas han sido notas felices en la vida de Ana Luisa, su esposo Alfonso Arellano García falleció el 27 de noviembre de 1969 por un infarto; y su hijo Gerardo, durante un viaje el 27 de noviembre de 1989, cuando se cumplían 20 años de la muerte de su padre.
Gerardo tomó el vuelo que salía de Bogotá a Cali para cantar en la Basílica del Señor de los Milagros en Buga, y para encontrarse con su mamá y hermanos. Pero ese día ocurrió un atentado terrorista que derribó el avión de Avianca el que debía llegar, Gerardo fue una de las 107 víctimas.
El destino había puesto fecha a padre e hijo el mismo día, sin embargo, Ana Luisa siempre tuvo la fortaleza de llevar sus penas al arte, así compuso algunos sonetos dedicados a la memoria de su hijo y esposo. Con extremada lucidez, dice: “Yo me pongo a escribir y se me van las penas”, mientras mira a sus hijos presentes.
Los dolores que causa la vida siempre se habrían de convertir en las notas o letras que iluminan a su familia, tal como lo cuenta Beatriz Arellano Becerra, su hija, quien es considerada, junto a su hermano Eugenio y su sobrino Juan Consuegra, los abanderados del folclor andino colombiano.
Beatriz siempre ha defendido una de las expresiones culturales más grandes del país que es el bambuco. Esto se lo agradece a la labor que hizo su mamá con cada uno de ellos, al transmitirles ese amor por el canto y la música.
Una historia de amor
El señor locutor y fundador de la emisora Voces de Occidente de Buga, Luis Alfonso Arellano García salía de la emisora que quedaba justo en frente de la casa de la niña bonita de ojos verdes, y le decía “Hoy te voy a dedicar este programa musical”. De esta manera se conoció Ana Luisa con quien sería el amor de su vida y padre de sus 11 hijos, ambos amantes de la música y el canto, formaron una familia para la música colombiana.
Se casaron en el año 1943 en la Catedral de Buga y siempre cultivaron en pareja el gusto por el arte, juntos llegaron a presentar una zarzuela en el Teatro Municipal, la obra ‘El callado viajero’. De esa obra, Ana Luisa recita unas líneas de memoria, que son la expresión de la vida como una viaje:
“¿De que región vienes? ¿Quién hizo pedazos tus velas tan blancas? Partiste cantando y hoy vuelves trayendo la muerte en el alma”.
“Entonces mi marido me contestaba así vestido de marinero: ‘Yo soy el viajero que alegre del puerto salió una mañana, llevando en la proa como hábil piloto la dulce esperanza, hoy náufrago torno sin barco, sin velas, sin barco y sin anclas... me fui a buscar perlas y hoy traigo collares muy blancos de lágrimas”.
Ana Luisa fue la madre amorosa, y también la directora musical de su casa, cada que uno de sus hijos estaba listo, era incluido en el coro, todos crecieron en una familia que era un conjunto vocal.
Los dirigió con exigencia para que aprendieran la afinación y el tono perfecto, les dio técnica vocal, que ella desde pequeña también había recibido.
Hoy, Ana Luisa tiene 100 años y con una gran lucidez puede dar cuenta de esos 20 nietos que con cariño le dicen “Mamá Nina”, los cuales la llaman a cualquier hora del día para pedirle consejos, la sabiduría que un centenar de años le ha otorgado. En este día, sus 71 descendientes llegaron a celebrar la vida de una mujer que hizo del arte un hogar para toda su familia.