Los mortales no tienen derecho a conocer la vida íntima de los dioses, observados muy de cerca pueden parecer demasiado humanos. Por esta razón —cuenta una leyenda—, el poeta Homero quedó ciego. Cuando los dioses supieron que en La Ilíada y La Odisea eran descritos con las debilidades y defectos de cualquier griego, decidieron castigarlo.

Algo parecido sucede con los biógrafos de grandes artistas, aunque en este caso son sus seguidores, fanáticos, amigos y hasta sus familiares, quienes juzgan con dureza, y a veces pueden hasta perseguir con abogados y en medios, a quien revele algún detalle personal, trivial o polémico que ensucie la perfecta imagen de sus deidades.

Nadie mejor que Benjamin Moser para hablar de las consecuencias —y placeres— que acarrea contar las vidas ajenas. Nacido en el estado de Texas (EE.UU.), este escritor ha dedicado 20 de sus 44 años, a indagar en las vidas de dos diosas literarias del siglo XX: Clarice Lispector y Susan Sontag. Desde sus 24 años cuando aprendió la lengua portuguesa —también habla español, alemán y francés—, y descubrió la obra de Clarice Lispector quedó seducido por la originalidad de su prosa y hechizado por su enigmática belleza, como afirma en su biografía ‘Por qué este mundo’ (2009), “cuando murió en 1977, Clarice Lispector era una de las figuras míticas de Brasil, la Esfinge de Río de Janeiro”.

Para conocerla, Benjamin Moser no solo recorrió Brasil, desde el puerto de Recife adonde llegó la familia de la escritora cuando huían de la miseria y el antisemitismo europeo, hasta su apartamento en Río de Janeiro; el biógrafo también recorrió ese pueblo perdido de Ucrania, llamado Chechelnik, donde la escritora había nacido en 1920.

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Después de publicar la biografía de Clarice Lispector, Moser llegó más lejos en su devoción por la autora y se convirtió en su traductor al inglés, por lo que el gobierno de Brasil le concedió en 2016 el Premio Itamaraty de Diplomacia Cultural.

No obstante, para concluir su biografía, Moser tuvo que enfrentar la censura social que existe en Brasil sobre las vidas de sus artistas, y ser rechazado por un sector literario que se consideraba dueño del legado de Lispector. Así mismo, sus seguidores tampoco estuvieron de acuerdo en que el biógrafo contara algunas infidencias de la escritora, como que al final de su vida vestía con ropa pasada de moda, o que ocultaba en las fotos la cicatriz de una quemadura en el rostro, debida a su propio descuido, cuando se quedó dormida con un cigarrillo prendido y ocasionó un incendio.

En 2019, Benjamin Moser publicó su segunda biografía ‘Sontag: vida y obra’, dedicada a la gran escritora y crítica neoyorkina Susan Sontag, fallecida en 2004. A esta obra dedicó más de 7 años, leyendo y hablando con todos aquellos que podían aportar información sobre su vida —el libro contiene 20 páginas de agradecimientos—. Sontag ha sido la única mujer en Estados Unidos que logró reunir el genio literario, la erudición cultural y el pensamiento crítico, junto al mundo del espectáculo y la moda, como cuenta Moser en su biografía, podía escribir un ensayo sobre literatura inglesa del siglo XVIII y luego asistir a una fiesta con Andy Warhol y John Lennon, quienes tenían que exigirse bastante para sostener una conversación con la dama del mechón blanco. De hecho, el biógrafo viajó hasta Honolulu —en Hawái— para entrevistarse con el peluquero que creó el estilo de cabellera por el cual la escritora sería recordada.

Sin embargo, "las biografías son peligrosas, si la gente se enoja por algún motivo, aunque tengas fundamento, documentos y derecho legal para decir lo que dices, también te pueden complicar bastante la vida. Aunque la gente piensa que las cosas escandalosas tienen que ver con sexo y dinero, pero en realidad son otras cosas más personales que desde afuera tú no puedes adivinar, no puedes saber qué cosa va a ofender a alguna persona. Siempre me ha llamado la atención que las personas se ofenden por cosas que a mí nunca me llaman la atención”, cuenta el escritor, quien recibió en 2020 el Premio Pulitzer por la biografía de Susan Sontag.

Desde su apartamento cerca de Bordeaux (Francia), y acompañado de Basso, su perro italiano; Benjamin Moser, uno de los invitados al Hay Festival 2021 que se está celebrando de forma completamente virtual hasta el 31 de enero, habla sobre su fascinación por las grandes escritoras y el delicado juego de espejos, entre apariencia y realidad, que se debe dominar para contar sus vidas.

¿Cómo logró controlar la gran cantidad de información que obtuvo para sus biografías?

Yo empecé muy joven a escribir biografías, y no sabía cómo hacer este tipo de investigaciones, así que me reinventé la forma de construir una vida. Hasta entonces no había escrito nada que tuviera más de cinco páginas, y de repente me encuentro con una vida entera. En todo ese tiempo yo escribía mientras investigada, porque en una biografía cada capítulo es una investigación aparte, que te permite avanzar en algunos momentos y luego empezar otros. Yo fui haciendo las biografías cronológicamente, ya que como es demasiada información es muy difícil escoger dónde empezar, entonces la organización es fundamental.

¿De algún modo el oficio de biógrafo es detectivesco?

Totalmente y eso es lo que me fascina, porque empiezas con unos hechos que todo el mundo sabe, pones Lispector y Sontag en Google y encuentras infinidad de información. Pero cuando tú investigas, vas encontrando vacíos, cosas que faltan por contar y también te surgen preguntas, entonces quieres llenar esos huecos y obtener un retrato más completo de la persona. Descubrir cosas nuevas acerca de ellas te hace querer saber más y más, llevándote a la siguiente pista. Es algo que me complace mucho hacer, a pesar de todo el tiempo que exige, de lo costoso y complicado que resulta este trabajo.

¿Cómo logró traspasar el mito y llegar al ser humano real de estas escritoras?

A mí me gusta dejar un poco intacto el mito, porque yo creo que los mitos hacen parte de la vida de un artista. Pero al mismo tiempo quiero hacerle justicia a la persona real que está detrás de la imagen, y justamente esa pregunta es central en las obras de Sontag y Lispector, de cuál es la diferencia entre lo que nosotros percibimos y la realidad. 

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Los artistas se hacen su propio mito y luego lo deshacen, aunque yo siempre dejo claro que estas son personas reales que han enfrentado en la vida las mismas cosas que todos los demás, han tenido inseguridades, dudas, problemas con el dinero y el sexo.

Sin embargo, parte del trabajo del biógrafo es desvirtuar muchas anécdotas falsas, no puede ser un hagiógrafo...

Sí, como en el caso de Clarice Lispector que sigue publicando después de muerta, porque en redes sociales las personas publican cualquier imbecilidad como si fuera parte de su obra. Igualmente muchas personas quieren que seas un hagiógrafo, porque desean venerar a una diosa, y cuando tú cuentas algo de ella que realmente pasó y de algún modo los decepciona se enojan contigo. Yo creo que tenemos una necesidad de mitos, entonces mi intención no es decirles las verdades a la gente sobre una gran escritora, señalándolas, esto me parece agresivo.  Por eso en mis biografías también me gusta contar cómo se creó el mito.

¿Cómo manejó la intimidad de estas escritoras?

Es un aspecto muy delicado, porque no es tu vida, entonces estás siempre en la duda de qué puedes revelar y qué no. A mí me parece que la gente relaciona intimidad siempre con cosas sexuales, pero precisamente ese tema nadie me lo ha cuestionado. También hay momentos íntimos muy dolorosos en sus vidas, que debemos comprender con un contexto de fondo muy claro para no vulnerar. Pero para decidir si los cuento o no, yo siempre me pregunto como biógrafo si ese hecho me ayudará a entender mejor a la persona, si son infidencias de que se acostó con alguien pero que nada tienen que ver con su obra y su pensamiento, no me interesa contar eso.

¿Qué opina de la morbosidad que existe sobre las vidas ajenas?

La definición de morbo es diferente para todos, es algo que no se puede juzgar. Por ejemplo, yo dije en una entrevista que Susan Sontag había hecho un escándalo en Bogotá al criticar en su propia casa a García Márquez, yo pensé que eso era interesante, pero resulta que me llamó una señora a decirme: “A nosotros los colombianos no nos escandaliza nada”. Yo no lo había dicho por escandalizar, pero la gente lo pudo pensar así, por eso creo que es muy difícil definir el morbo. También me pasó cuando describí la forma de vestir de Clarice Lispector, mucha gente se ofendió conmigo. Pero realmente no escribo para escandalizar, mi interés es literario. Además yo entiendo a mis biografiados como entiendo a mi propia familia, no estoy de acuerdo con todo lo que hacen, pero no las juzgo.

¿Qué responsabilidad tiene el biógrafo?

Hay que ser muy justo, y yo siempre quiero ser generoso, pero eso no siempre es fácil, por ejemplo en el caso de Susan Sontag que era muy compleja, y aunque no quería omitir lo complicado de su personalidad, tampoco buscaba que el lector saliera del libro diciendo: “Qué vieja tan horrible esta”. Entonces también hay que ser honesto, además yo no quiero hacer hagiografías, a mí las santas no me interesan, a mí me gusta la gente compleja, con sus extremos, sus lados positivos y negativos.

¿Ha estado interesado en hacer la biografía de algún escritor?

Aunque es una casualidad que mis dos biografías sean de mujeres, yo pienso que las vidas de las mujeres son mucho más interesantes, y tienen aspectos ocultos que los hombres no. Las biografías de mujeres son algo relativamente nuevo y por eso tienen mucha arqueología que descubrir, hasta los años 70 no se podían encontrar biografías de mujeres que no fueran reinas o primeras damas, eso no existía, entonces tenemos millones de biografías de mujeres por hacer.

Entonces, ¿piensa completar su tríptico de diosas literarias con alguna otra autora?

Es una tentación muy grande, pero por ahora no estoy trabajando en ninguna. Si algún día me decidiera a hacerla me gustaría que sea sobre una mujer de otro país, o de otro mundo. Las de Lispector y Sontag se podrían considerar un díptico, pero con dos miradas distintas sobre el lenguaje y la metáfora, un tema que me fascina. ¿Tienes alguna colombiana que no conozca?

¿Conoce a la poeta María Mercedes Carranza? Puede ser una buena opción.

Hay Festival, virtual

El miércoles 27 de enero, a la 1:30 p.m., el escritor Benjamin Moser tendrá una conversación virtual con el crítico colombiano Mario Jursich.
La conversación, que se realizará en el marco del Hay Festival 2021, es de acceso gratuito. Puede verse a través de las redes oficiales del festival y también inscribiéndose previamente en la página web: www.hayfestival.com