El bogotano Emerson Cáceres, Cacerolo, es conocido por sus impresionantes grafitis que van desde personajes tan polémicos como los políticos colombianos o tan queridos como los deportistas.
Su más reciente obra fue en Zipaquirá, municipio en el que pintó a Egan Bernal. En entrevista con El País, este apasionado por el arte, conocido como el grafitero detrás de la sonrisa del Guasón, habló de esta pintura, de sus inicios y de la polémica que desata de vez en cuando con su ironía.
Vea además: Video: TEC celebra el mes del Teatro Buenaventuresco, detalles para no perderselo
¿Cómo nació la idea de realizar este grafiti sobre Egan Bernal?
En el 2016 realicé un mural en Tenjo, Cundinamarca, de Esteban Chaves. Esto hizo que se generara algún reconocimiento entre el grupo de ciclistas y cuando Egan estaba a punto de ganar el Tour de Francia, Luis Carlos Cifuentes, un amigo con el que trabajo los murales de gran formato, sugirió que lo pintáramos y me pareció interesante.
Luis Carlos tuvo la idea inicial de hacer el mural y preguntamos en Zipaquirá si, de casualidad, había una pared disponible, petición que tuvo mucha repercusión porque nos ofrecieron muchos espacios para hacer nuestro trabajo.
¿Cuánto tiempo tardaron en realizar el mural?
Los permisos para realizar el mural los obtuvimos el viernes pasado. En términos ciclísticos fue una verdadera contrarreloj. Comenzamos el mural de Egan el sábado, y en Zipaquirá el clima no es muy amable para realizar este tipo de trabajos porque llueve mucho, por lo que ese día nos tocó iniciar a trabajar en la tarde. El domingo trabajamos hasta las 3:00 p.m. porque había mucho turista y el lugar donde está ubicado el mural es muy transitado. Recuerdo que las personas se detenían a ver nuestro trabajo y se tomaban fotos. Finalmente, el lunes trabajamos todo el día y pudimos terminar.
En una oportunidad usted manifestó que lo que más disfruta de su trabajo en el espacio público es el contacto con la gente...
Sí, es un proceso enriquecedor. Como artista lo que más disfruto es el proceso de elaboración de cualquier obra y no tanto verla finalizada o colgada en un muro. Me gusta compartir con la gente porque las personas aportan mucho, desde su óptica, al diseño.
Desde que estábamos trabajando en la pintura de Egan algunas personas pasaban y nos hacían algunos comentarios respecto a cómo veían la figura. Tener varios puntos de vista hizo que quedará una obra mucho más completa.
¿Qué materiales utilizó en esta obra?
Vinilos para exterior, todo con el fin de garantizar durabilidad. Adicionalmente se aplicó una capa en barniz para que tenga una protección contra la radiación ultravioleta y así poder garantizar que el mural dure.
También le ha realizado pinturas a Nairo Quintana, ¿qué pretende lograr con estos retratos que se convierten en sitios de peregrinación turística?
Pretendo hacerles un homenaje a través del arte para que los deportistas sientan de alguna manera que nosotros resaltamos la labor que ellos están haciendo por construir patria.
Por la zona de Zipaquirá donde están los murales siempre hay muchos recorridos de ciclistas aficionados y profesionales. Entonces, además de exaltar la labor que hacen nuestros deportistas, este lugar se ha convertido en un sitio de visita y un atractivo turístico más.
¿Qué siente cuando está pintando un mural?
Es algo muy terapéutico y siento mucha paz. Imagínese el orgullo y la satisfacción que puedo sentir cuando mi trabajo, que tanto disfruto hacer, tiene algún tipo de remuneración.
Su madre estudió artes, ¿esto influyó en su gusto por este oficio?
Es curioso porque pintar era mi castigo en la infancia, mi mamá insistía mucho en que yo realizara dibujos y que pintara para poder salir a jugar con mis amigos o concederme cualquier otro premiso.
¿En qué momento ese castigo se convirtió en gusto?
En el bachillerato porque los que nacimos en Bogotá, a diferencia de quienes nacieron en el resto del país, somos malos bailarines, no somos tan charlatanes y somo más bien tímidos. Por este motivo mi forma de interactuar tiene que ser a través de los dibujos y así fue como yo me pude comunicar y expresar en la época de la adolescencia. Yo para enamorar a las chicas lo que hacía era pedirles que se sentaran para dibujarlas.
Usted retrata a personajes muy controvertidos, como Andrés Felipe Arias, o de amores y odios como el expresidente Álvaro Uribe y Gustavo Petro. También ironiza sobre ‘Gabo’ o Botero, pero si con algún mural molestó a muchos fue con el de Timochenko en “prisión”. ¿Qué pasó?
Ese mural surge porque unos decían que él debería estar en la cárcel y él quería ser candidato presidencial. Entonces se vivía esta coyuntura noticiosa en todo el país y yo solo quería mostrar esa realidad que estaba viviendo Colombia.
¿Qué sensación le deja que esa pintura fuera vandalizada días después?
Eso refleja la intolerancia de las personas. Sin embargo, considero que es un ejercicio muy válido porque si la gente le hizo algo a ese trabajo fue porque generó unos sentimientos, buenos o malos, y de eso se trata el arte. Si la imagen pasara desapercibida, ahí sí me parecería muy triste porque quiere decir que no transmití.
¿Cómo nace su pasión por el Guasón?
Cuando estaba joven la forma de socializar en el colegio con los compañeros era compartiendo revistas de cómics, de ahí surge el gusto por estos contenidos y me ha acompañado durante toda mi vida.
Dice que el color rojo que pinta en la boca de los personajes busca reflejar que en algún momento todos hemos hecho algo malo...
Cuando nos van a tomar una fotografía es un instinto de los humanos mostrar nuestra mejor cara y ocultar lo malo que tenemos. Yo simplemente quiero mostrar ese rasgo de humanidad que todos tenemos pero que siempre buscamos ocultar. Además, el color rojo que doy a los retratos en la boca es parte de mi firma.
¿Tiene algún mural en Cali?
No. Pero me encantaría porque me parece una ciudad muy bonita. Además, la luz y los colores que iluminan la ciudad pueden dar un resultado muy bueno en lo referente a la parte artística. Me gustaría en algún momento se invitado