Cordura Bipolar es el título del libro de Edwin Sarmiento, diagnosticado con trastorno afectivo bipolar, y quien demuestra que se puede estar cuerdo, a pesar de padecer dicha condición.
¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre la bipolaridad?
Hay muy poca literatura sobre el tema y la que existe, que es poca, va dirigida de especialistas a pacientes. En la librería Nacional el único título que había hasta hace poco, es Locura Bipolar, mi primer libro, que escribí hace dos años. Cordura Bipolar nace porque quería continuar escribiendo lo que estaba padeciendo. Una gran amiga que leyó el libro anterior, me dijo que 267 páginas se le hicieron pocas. Un psicólogo de Popayán me sugirió sacar una guía contando cómo he hecho para manejar mi condición de bipolaridad. Y mi psiquiatra, el doctor Francisco Barrios Ayola, en un control, me dijo que ya estaba listo para escribir un nuevo libro al respecto.
¿A qué hace referencia el título Cordura Bipolar?
A un estado de tranquilidad absoluta, de calma, de sosiego, que se ve reflejado en la escritura, en la cadencia de la narración, en la estructura de los párrafos, al ser más conciso, preciso y asertivo en lo que quiero decir. Cordura Bipolar es trasladar el estado al cual el psiquiatra quiere llevar a todo paciente que padezca el trastorno, el estado eutímico, es decir, la ausencia de euforia y de depresión. Es difícil que en dicho estado, una persona nos identifique como pacientes con trastorno afectivo bipolar, porque parecemos normales, nos comportamos bajo los parámetros que la sociedad nos ha mostrado e impuesto. Es un libro escrito desde una cordura y una tranquilidad absoluta.
¿Se puede ser cuerdo siendo bipolar?
Por supuesto que sí. Toda mi vida he sido bipolar, pero fui diagnosticado cuando tenía 33 años, en los primeros años de mi vida nunca tuve un suceso o una sintomatología latente que llevara a pensar que padecía un trastorno. Y sí podemos ser cuerdos aún padeciéndolo. Mi comportamiento ante la sociedad, ante mi trabajo, ante mis hijas, es tan cuerdo, que la gente a veces desconoce o no tiene por qué saber que soy bipolar.
¿Sospechó que padecía este trastorno?
Es imposible que una persona que padezca el trastorno afectivo bipolar, se dé cuenta por sí misma que lo padece. No lo he conocido, cuando uno incurre en esos estados de alteración mental, cree que está normal. Uno cree que quien está mal es el otro, toda la sociedad está equivocada respecto a lo que uno hace.
¿Qué mensaje quiere transmitir con su libro?
¿Qué fue lo más difícil en el proceso de aceptar su diagnóstico?
Lo más difícil fue aceptarlo. Hasta que uno no acepta lo que tiene, no hay forma de recuperarse. Aunque al final no habrá una recuperación absoluta, porque la condición no se cura, se maneja y hay que mantenernos para no desfallecer. Me demoré siete años en aceptar y entender lo que tenía. Estudié sobre la condición y le puse más cuidado a lo que decían los especialistas. En los primeros siete años tomé malas decisiones.
¿Cuál es la causa?
¿Qué señales llevan a detectarla?
Hablamos más de la cuenta (verborrea) y no somos coherentes con los temas que tratamos; perdemos el gusto por dormir, tenemos una energía desmedida, de querer hacerlo todo al mismo tiempo; fuga de ideas, creamos cantidad de empresas, situaciones, sueños, en la mente. Nos volvemos compradores compulsivos, tenemos apetito voraz, incrementa la líbido. Cuando estamos en el estado eutímico, que es en el que me encuentro desde hace muchos años, cualquier señal la detectamos.
¿Algún ser humano es apolar?
Ninguno. Todos somos bipolares, ninguno va en un solo polo o hacia una sola dirección, la diferencia es que no todos padecemos del trastorno afectivo bipolar. Se toma a la ligera el término. En programas deportivos he escuchado personas que dicen que tal equipo es bipolar porque ataca mucho y defiende poco. Han vuelto el término, un cliché, una moda o recocha.
¿Cómo pueden ayudar quienes rodean a la persona?
Se debe conformar una red primaria con quienes nos conocen mucho y que van a entender comportamientos que la sociedad no. Y otra de apoyo secundario con amigos que nos dan ayuda económica, o nos consiguen un trabajo, dándonos posada o consejo.