La médica farmacóloga y escritora caleña Natalia Jiménez Cardozo recuerda que sorprendió a todos en su casa pues aprendió a hablar de manera precoz. Ella atribuye su buena relación con sus pacientes al poder que tiene con las palabras para ganar su confianza, construir con ellos una narrativa necesaria y acercarse a su historia de dolor, tan personal.
Para quienes la conocen no es extraño que, en medio de sus estudios de doctorado en Ciencias Biomédicas en la Universidad del Valle, esta docente de farmacología de pre y posgrado de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Javeriana Cali, sea además guionista de cómics y libros de poesía ilustrados.
Tampoco es raro para su legión de seguidores y lectores que haya recibido, en Bogotá, el Premio El Barco de Vapor, uno de los más reconocidos premios de literatura infantil y juvenil de Iberoamérica, por parte de la Fundación SM y la Biblioteca Nacional de Colombia (BNC).
Con su novela ‘No es un país, es un mundo’, fue la ganadora entre 79 manuscritos que llegaron de todo el país. Recibió $20 millones, la publicación de su obra y su presentación en la próxima FILBo.
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La doctora ya ha cautivado con el poder de sus palabras a los lectores con el libro de poemas ilustrado ‘Río Dormido’ y con ‘Ser Uno en Miles’, cómic sobre las enfermedades huérfanas. Y ahora con ‘No es un país, es un mundo’, conquistó al jurado, para quien esta novela “es una celebración del poder de las palabras para entender lo que nos hace humanos, el amor y el dolor. La voz del narrador nos transporta imperceptiblemente al mundo de un joven y las personas que lo rodean.
El tema de la enfermedad y la muerte es llevado delicadamente a lo largo de un texto bien escrito y convincente. La historia está muy bien llevada, así como la relación entre los personajes”. La historia de Natalia abarca el amor, el juego, la risa, el dolor, la pérdida, la muerte física y la conversación que se sostiene, más allá de la vida, como un pretexto para hablar de las cosas que comparten dos hermanos, que aunque se trate de dos niños muy diferentes están unidos por la misma madre, y compartieron ese país o mundo, desde antes de nacer.
¿Qué significa este premio de literatura para usted, en este momento que estamos viviendo?
Es un momento muy especial, me siento muy honrada de recibir este premio de parte de la Fundación SM, porque ellos han hecho una labor tremenda, en medio de esta situación de pandemia, han sostenido este premio sin aminorar ninguna de las posibilidades del mismo y eso es algo que tiene mucho valor.
¿Cómo surge la idea de esta novela suya, ‘No es un país, es un mundo’?
Esto se da mientras estoy trabajando paralelamente el libro de enfermedades raras y huérfanas, que fue lanzado en una pasada Feria del Libro, es un libro de cómic en el que desarrollo un personaje infantil.
Hace mucho rato que hago el ejercicio literario, pero era la primera vez que escribía para niños y jóvenes, y sentí que era una voz literaria muy fluida, y las situaciones de la vida me hicieron poner frente a ciertas preguntas, que son las que quiero explorar en este libro ‘No es un país, es un mundo’. También tuve la oportunidad de hacer ‘Río Dormido’, un libro de poesía con ilustraciones maravillosas de Pegatina Gráfica, un artista muy especial. Y al mismo tiempo, empecé a pensar en la importancia de esos vínculos que lo sostienen a uno durante la contingencia.
Usted es médica farmacóloga, ¿cómo concilió estos dos mundos, el de la medicina y el de la literatura?
La medicina esencialmente es narrativa, porque para poder acercarnos a la historia del dolor, de la queja de alguien, a la historia personal, a la que muchas veces solamente los médicos tenemos capacidad de acceder, para hilar todo eso y construir una relación de confianza con la persona hay que hacer narrativa.
¿Y qué vocación llegó primero a su vida, la literatura o la medicina?
A mi vida las palabras llegaron muy temprano, fue algo muy especial que recordamos todos en familia, hablar muy rápido en la vida. Primero llegaron las palabras y después fueron naciendo todas las demás cosas.
¿Por qué se inclina por la literatura infantil y juvenil?
Hubo un proyecto muy especial que nos propusimos hacer junto a Paula Margarita Hurtado, una mujer a la que tengo mucho que agradecerle, es la primera persona que me contrató en mi vida, es mi jefe y mi amiga desde hace mucho tiempo. Y como ella es genetista, trabaja con enfermedades raras y huérfanas, nos propusimos hacer un libro de cómic sobre el tema, porque la gran mayoría de personas que son diagnosticadas en el mundo con una enfermedad rara y huérfana no son niños sino jóvenes, y era importante hablar sobre ciertos desafíos estéticos, éticos y políticos. El año pasado lo lanzamos, se llama Ser Uno en Miles.
Sentí muchísima celebración interna, tuve un gusto tremendo cuando me ubiqué en esa voz narrativa. Uno puede escribir muchas cosas pero de repente tiene ciertas vibraciones con las que va resonando más y eso puede ser muy cambiante a lo largo de la vida de alguien que escribe.
¿Qué historia real inspiró la novela premiada por El Barco de Vapor?
Hay dos hechos que tienen que ver mucho, el primero, la muerte de Lino, mi felino, mi mascota, que fue mi gran amigo y tuvimos la oportunidad de acompañarnos durante un buen tiempo, pese a que estaba muy enfermo, vi cómo progresó, cómo mejoró y luego de manera intempestiva se fue y quedé con esta pregunta muy intensa sobre cuidar, sobre ser madre y sobre ciertos lazos que se tejen muy especialmente con los animales, que tiene una transmisión muy directa, que no requiere de palabras. Yo quise nutrir esa ausencia con palabras, que es algo que siempre me ha funcionado.
Y el segundo hecho que tiene que ver con el libro es que mi prima mayor viene a mí un día y me dice “quisiera dejar a mis hijos una historia para ellos, y a ti que te gusta este tema de escribir”... Yo había publicado Río Dormido, el libro de poemas ilustrados, y me dice que haga una historia para sus hijos que son dos niños muy diferentes, “pero yo quiero que ellos sientan que tienen algo en común” y pensé que lo que más en común que tenían era su mamá, mi prima, y que antes de llegar al mundo, estaban habitando ese país que es ella, su mamá, y empecé a pensar cómo podía ser un país-madre, alimentada por esta pregunta de la ausencia de Lino. Y así empecé a tejer esta historia de un chico de 14 años, que está viviendo la transición a la adolescencia, que tiene una contingencia familiar, su madre es diagnosticada con una enfermedad grave y todo lo que transcurre entre lo que piensa el chico, su profunda amistad con el personaje que le regala el consuelo de las palabras, y lo que pasa con la mamá en ese tiempo.
¿Cali es un personaje más en sus obras literarias?
Yo creo que permanentemente las referencias tanto lingüísticas, como paisajistas, han estado presentes. En ‘Río Dormido’, un libro que en realidad es para toda la familia, nace cuando yo estoy en la ribera del río Cali dedicada durante un tiempo a la tarea de recoger la basura del río, con amigos y hermanos, y me doy cuenta de ese río tan hermoso que tenemos. Cali está permanentemente presente en todo lo que escribo.
¿Cuál es su reflexión sobre la pandemia, como médica y ser humano?
Cada uno de nosotros ha podido revaluar el orden de sus prioridades y hemos tenido la oportunidad de concederle un espacio a la muerte como una de esas cosas que ya se hablan en casa y también hemos aprendido a celebrar la vida a partir de cosas pequeñas.
Si hay algo que debería unirnos a todos es el deseo de no perder este aprendizaje, de no intentar sepultarlo con esperanzas que son vacías, de no añorar la vida que teníamos antes, sino más bien valorar la posibilidad que tenemos ahora de celebrarnos mutuamente, porque ante tanta incertidumbre, no sabemos cuánto tiempo vamos a conservar ese abrigo, esa felicidad que son los otros. Estamos llamados a cultivar esa sensibilidad. No debemos perder esa nueva visión, más amplia, sobre lo que es la vida.
¿Durante la pandemia escribió o se dedicó más a su labor médica?
Durante la pandemia escribí y también he trabajado en mi doctorado.
¿Cuándo será el lanzamiento?
La expectativa de la editorial es que se pueda lanzar en la Feria del Libro de Bogotá, esperamos que eso pueda ser este año (del 6 al 22 de agosto). Estamos unidos en ese propósito.
En otras palabras
Director de la fundación SM
Pablo Andrés Fernández, director de la Fundación SM Colombia, expresó que “la organización trabaja desde 1978 para fomentar el gusto por la lectura y la escritura, promover valores humanos, sociales y culturales y aportar en la construcción de una sociedad más digna y justa”.
Entrega del premio
El premio se entregó este miércoles en Bogotá, en una ceremonia que contó con la participación de Felipe Buitrago Restrepo, ministro de Cultura; Diana Patricia Restrepo, directora de la Biblioteca Nacional de Colombia; Pablo Andrés Fernández, director de la Fundación SM Colombia, y Juan Pablo Pérez, director general de SM Colombia.