Por Julian Acosta Riveros* / Especial para El País
En esta suerte de reseña-experiencia intentaré explicar por qué y cómo editar Agüela, se fue la nuna fue una tarea que conmovió mi espíritu, en tanto me implicó editorial, personal, política y estéticamente.
Hace unos meses, antes de FILBo 2023, me entrevisté con Mary Grueso. Previo a hacerlo, me sentía emocionado de ver personalmente a esta escritora que solo conocía por su poesía, sus libros para niños y algunos videos (algo para discutir en otra parte es si un autor, su alma, se puede conocer a partir –o aparte– de sus libros). En dicha entrevista le pregunté si tendría algún texto que quisiera publicar con Panamericana Editorial. Para mi sorpresa, me habló de un texto breve, para niños, que estaba por terminar. Me lo describió con su particular encanto e inteligencia (producto de sus años como narradora oral) y quedé convencido de hacerlo. Quepa mencionar que también me impresionó su calidad humana y que una autora de su altura y recorrido fuera tan amable.
Recibí el manuscrito a los pocos días. Y, como pocas veces en mi rol de editor, me sentí conmovido por la experiencia estética que tenía ante mis ojos, oculta en una aparente sencillez.
La acción se desarrolla en Tumaco (gracias a las descripciones de Mary, que posteriormente nos servirían para la guía de ilustración, inmediatamente me transporté a ese contexto): una abuela y su nieto están en casa. Ella hace alguna actividad manual y canta, él juega. Entonces entra en escena un ojo de agua sobre el que se posa la luna. La curiosidad del niño con este reflejo lo lleva a una conversación con su abuela en el que ella le explica de forma poética qué pasa con la luna (la “nuna”, como dice el niño), lo que da lugar a otros diálogos pequeños, donde el pequeño incluso usa una metáfora sublime para decir que el reflejo se descompone cuando una mano toca el agua, que la luna se rompe en pedazos como si de verdad se posara sobre el agua y como si se tratara de un espejo real.
En el trabajo con el texto tuvimos que tomar decisiones en las que, como editor, cuidé sobre todo que mi experiencia lectora tocara solo lo estrictamente necesario del texto. Incluso, preferimos dejar las voces originales y el título original para conservar la autenticidad del texto (lo que nos sacó un ojo al corrector de estilo y a mí).
Pero valió la pena cuando, tras varias lecturas en voz alta de Mary, logré escuchar el último poema-canción en su voz: esa es una experiencia inenarrable que, espero, todos los lectores del libro y admiradores de Mary puedan tener en la Feria del Libro de Bogotá en 2024.
Ahora seguía el reto de ilustrar este libro, pero para mí era claro que quería una voz fresca que conjugara un conocimiento del entorno de Tumaco, una mirada única desde lo afro y que tuviera un estilo que le aportara al relato. Y que fuera mujer. Y que fuera colombiana.
Este desafío me llevó a explorar muchos perfiles de mujeres talentosas… pero siempre faltaba algo. Un par de meses de búsqueda me condujeron a un libro de la Comisión de la Verdad que recupera la historia de Tumaco, el cual me sacudió por la calidad de sus ilustraciones, realistas pero con un toque muy moderno. Investigué más de su ilustradora, Carolina Garzón Blanco, y supe que definitivamente era la indicada para hacer este libro, así que la contacté, le encargué este sueño y aceptó (en mi imaginación quiero imaginar que se puso feliz de hacerlo).
Desde los bocetos se podían adivinar personajes muy entrañables, más de lo que me había imaginado, en escenarios en los que la naturaleza de Tumaco se refleja en los juegos, los animales, las plantas, así como en los vestidos y las casas, pero de una forma, por decirlo de alguna manera, deconstruida, en la que se escapa del mero realismo para evocar la imaginación, la ternura y la poesía del relato de Mary Grueso.
No agotaré al desocupado lector con el proceso editorial: solo diré que el resultado final me llena de emoción como editor porque siento que aquí está lo que el libro pedía ser, es decir, un reconocimiento a Mary, a su voz, a su historia, a su influencia y a su aporte a nuestras letras.
*Editor de Panamericana Editorial