Cada año, la FIL Cali quiere dejar algo que perdure, este 2024 sembraron un guayacán rosado —similar al sakura japonés—, y se entregó al Centro de Ciencia, Arte y Tecnología de Cali, Yawa. Pero también dejarán un libro ilustrado, que imprimió el GEUP, el cual se repartirá en las bibliotecas, a la prensa o a los autores que donan su obra. “En esta versión nueve, con la Embajada de Japón en Colombia, seleccionamos 9 palabras japonesas, que le dimos a 9 autores vallecaucanos, para que hicieran un cuento, un ensayo, un poema con ellas”, dice Paola Guevara, directora de la Feria Internacional del Libro de Cali.
Haikú para Cali
Poema japonés, breve.
Autor: Diego Kuratomi, Presidente de la Asociación Colombo Japonesa.
Cali sucursal
Del cielo eres como
Un bello libro
Ikigai
“Elegí esta palabra como un cierto homenaje a mi padre y un reflejo de lo que fue parte de mi infancia y de mi juventud, y aunque es una fábula de un pájaro carpintero que no tenía talento para ser carpintero y no quiso ser carpintero y buscó otra vocación, digo que es un homenaje oblicuo a mi padre porque él habría querido ser escritor y periodista, y lo hacía muy bien, pero para sostener a la familia, terminó siendo odontólogo. Y yo trantando de escapar de la literatura, por distintas razones, en mi infancia, empecé a estudiar ingeniería, seguí con ciencias políticas y en Estados Unidos hice una maestría en literatura y esto es lo que me ha llenado el resto de la vida. Ikigai es buscar para qué sirves, cómo puedes recibir remuneración, cómo puedes ayudar a otros y cuál es tu verdadero destino”, dice Juan Merino, escritor.
Kenkyo
“Es una palabra japonesa que para mí significa humildad, romper la barrera del orgullo, para poder comunicarnos mejor con la gente. Ese es un problema que tanto cultural, como personalmente, aquí en Colombia tenemos. Y hablar con una persona orgullosa, que piensa lo mejor de sí, aunque a veces eso esté infundado, es bastante molesto y te genera una barrera de comunicación, otro problema muy grande”, dice el joven escritor Federico García. “Él admite que al terminar su cuento, se dio cuenta de que había sido una persona orgullosa por mucho tiempo. “Fue el disparo en el brazo que necesitaba. Ese llamado a la realidad. Desde esa epifanía, he tratado de escuchar más a la gente, bajarme de esa nube de ‘yo siempre estoy bien’, mejoré como escritor, cambié mi tono, por uno más humilde”. Un mundo muerto, gracias a la contaminación y la radiación solar, y la poca humanidad que queda. De un solitario que decide que a pesar de la destrucción del entorno, decide mejorar como persona.
Kibou
Para la escritora Carmiña Navia, la traducción de una lengua a otra no puede ser literal, “pero podemos comprender que esta palabra designa para los japoneses una combinación o articulación entre esperanza y armonía. Invito en mi escrito a lograr un mayor acercamiento desde el Occidente a la cultura japonesa, tiene unos valores que pueden ayudarnos aTsundoku
“Me gusta esa palabra, pues no tiene traducción al español y el hecho de que una cultura use una sola palabra para condensar el acto de comprar más libros de los que uno alcanza a leer, me parece lúcido, humorístico, agudo y mágico”, dice la escritora y periodista Paola Guevara, directora de la Feria Internacional del Libro de Cali. los occidentales a lograr más armonía y esperanza. El pueblo japonés tiene muchas virtudes: su sentido del trabajo, su amor a él. Su búsqueda de equilibrio, armonía y esperanza que conlleva una mirada abierta hacia el futuro, siempre adelante”.
Kintsugi
“Mirarme de nuevo hacia dentro, acariciar dolores pasados y abrazar esas partes rotas que han forjado mi camino, fue atreverme a sostener cada fragmento, reconociendo en esas grietas la belleza de lo vivido. El término Kintsugi, referente a esa práctica ancestral japonesa que no esconde las cicatrices, sino que las transforma en algo valioso, me hablaba de diferentes formas, desde hace años que esa palabra me encontró y me invitó a reconocer mis propias fisuras. Escribir este texto fue un acto de reparación, un ritual en el que recogí mis partes agrietadas y las hilé con palabras como polvo dorado. Kintsugi no es solo un arte, es una forma de vivir: aceptar lo que nos rompe y hacerlo parte de nuestra fuerza. En mi relato, las cicatrices físicas y emocionales convergen con el poder transformador de la escritura y la memoria. Cada línea busca recordar que las heridas no son un final, sino un renacimiento; un recordatorio de cuánto coraje toma seguir caminando, con miedo en los pies y valentía en el corazón”. Periodista y escritora Carmen Andrea Rengifo.
Nakama
“Fue una cuestión circunstancial. Justamente estoy escribiendo una novela que bordea esta idea entre la amistad y la familia, y fue pura coincidencia. Quería explorar otra noción de amistad y familia, que no necesariamente sea con otro ser humano, sino un ser animal u otro ser vivo. El texto que escribí aborda un tono del lenguaje de la infancia, entonces quiso jugar con la voz de una niña que es amiga de las cosas, que son seres como ella, y terminan siendo también parte de su familia”, explica Andrea Serna, escritora de literatura infantil.
Shoganai
Aceptar lo inevitable. “‘No es posible evitar nuestro destino, hay que beber del cielo que nos riega, Shoganai’, dicen los japoneses, así espantan al ave de los remordimientos, agradecen la ofrenda que dejan las tinieblas, convierten en canto el vendaval, en levedad sumergen la impaciencia, nos recuerdan el signo transparente que nos unge del inicio hasta la tumba Shoganai: el cauce del presente se hace ola, somos como las hojas que arrastra la corriente, lo humano tan pequeño, también es misterioso, aceptar este enigma es el regalo”, dice la poeta Alejandra Lerma, inspirada por esta hermosa palabra.
Tsundoku
“Me gusta esa palabra, pues no tiene traducción al español y el hecho de que una cultura use una sola palabra para condensar el acto de comprar más libros de los que uno alcanza a leer, me parece lúcido, humorístico, agudo y mágico”, dice la escritora y periodista Paola Guevara, directora de la Feria Internacional del Libro de Cali.
Wabisabi
Apreciación de la belleza de las cosas sencillas e imperfectas. “Como escritor me interesa el sentido poético que hay en la idea de fracaso, en cómo las derrotas de la vida, a las que todos estamos sometidos, incluso los poderosos, tienen una belleza muy difícil de aceptar para nuestra cultura consumista y dominada por la necesidad de éxito capitalista. Wabisabi es la definición irónicamente perfecta de la belleza humana, la de la imperfección. Escribí un ensayo sobre cómo el gran arte no lo es porque sea perfecto, sino porque es humano. Hablar de obras perfectas es tan ridículo como hablar de humanos perfectos, no aceptarlo delata lo confundida que está nuestra sociedad sobre sus aspiraciones”, dice el escritor L.C. Bermeo.