El camino que lleva de la excentricidad absoluta, un arte ininteligible para la mayoría, hasta el punto de poesía simple y refinada que cautiva a las masas más indiferentes, es el que recorrió Pink Floyd desde sus primeros álbumes musicales a la obra maestra del rock que es ‘The dark side of the moon’, álbum publicado hace medio siglo, el 1 de marzo de 1973 en Estados Unidos, y el 24 del mismo mes en Inglaterra.
Pero, ¿cómo cuatro músicos ingleses llegaron al pináculo de su arte? De la forma más pragmática posible, convirtiendo en música todo lo que se les pasaba por la cabeza, fueran ideas geniales, regulares, dementes, simples, malas, aburridas y… francamente algunas de relleno, y aun para eso necesitaron talento. Pensemos —solo por un momento— en el nombre de la banda: Pink Floyd. Parece tan preciso, como la primera frase de un filósofo después de años de meditación: “¡Eureka! Lo tengo, se llamará Pink Floyd”. Pero no, primero hubo algunos intentos nada acertados.
Antes de todo, este grupo se llamó: Sigma 6, Meggadeaths, The Abdabs, Screaming Abdabs, Leonard’s Lodgers, Spectrum Five y Tea Set. ¿Se imaginan el nombre de Tea Set (“Juego de té”) estampado en una camiseta y debajo el prisma de arcoíris del ‘The dark side of the moon’? Yo tampoco. Pero, para repetirlo una milésima vez, recordemos cómo surgió el nombre final, que fue un chispazo genial de Syd Barrett antes de que precipitadamente su chispa se apagara.
Cuenta Ricardo Zotelo en su cronología de la banda, que fue por año 1964 cuando Syd Barrett, quien tocaba en la banda Those Without de Cambridge, pasó unos días en Londres donde se reencontró Roger Waters, que en ese momento tocaba en The Abdabs junto a Nick Mason y Richard Wright, una banda en sus últimas porque ya tres de sus integrantes la habían abandonado decepcionados. Sin embargo, como Barrett y Waters habían tenido una banda varios años atrás, llamada Geoff Mott & The Mottoes —solo explicaré el origen del nombre final, de lo contrario esto nos consumiría todas las páginas—, decidieron unirse en un nuevo proyecto con Mason y Wright.
“Haciéndose llamar por breves temporadas The Spectrum Five, Leonard’s Lodgers y The Tea Set, hacia fines del 64, Barrett propuso el singular nombre de The Pink Floyd Sound, inspirado por dos viejos bluesman americanos que nadie conocía entonces ni conoció durante décadas, Pinkney ‘Pink’ Anderson (1900 - 1974) y Floyd Council (1911 - 1976), que tuvieron carreras efímeras, poco llamativas y murieron en la pobreza sin saber que le habían dado nombre a una de las bandas más importantes del siglo XX”, explica Ricardo Zotelo. ¿Cuánto blues se oía en Inglaterra por esos años como para conocer a estos músicos recónditos? Cierto es que Barrett sabía de ellos y muchos más, pero su ocurrencia finalmente se redujo a dos palabras para siempre: Pink Floyd, nombre ya definitivo para 1965.
Del nombre derivaron no pocos malentendidos. Cuando la banda comenzó a ser reconocida por la prensa, la principal pregunta de los reporteros era: “Y, ¿quién de todos es Pink?”. Por alguna razón, asumían que había un integrante, el líder de la banda, que se llamaba así. Algo de lo que Rogers Waters se burlará en la letra de ‘Have a cigar’, del álbum ‘Wish you were here’, publicado en 1975. Pero allí no acabó todo, más tarde el personaje Pink apareció como protagonista de ‘The wall’, otro álbum clásico de 1979. En esta producción, Roger Waters cuenta la historia de Floyd Pinkerton, a quien su madre llama cariñosamente Pink, es decir, Pink Floyd. Para 1982, en la película basada en ‘The wall’, Bob Geldof encarnará a ese personaje inventado por la ignorancia de algunos periodistas, a los que deberíamos agradecer.
Es momento de retomar la historia del ‘The dark side of the moon’, pero no sin antes contar —brevemente— cómo llegó David Gilmour a la banda, algo que demuestra la importancia de Syd Barrett en el origen de Pink Floyd, y no solo por ponerles un nombre. Resulta que David Gilmour era amigo de Barrett, y fue él quien lo presentó con los otros miembros del grupo durante una fiesta en casa del diseñador y fotógrafo Storm Thorgerson, el mismo que diseñaría nada menos que 12 portadas de los discos de Pink Floyd, entre ellos ‘The dark side of the moon’. Gilmour pertenecía a otra banda de Cambridge llamada Jokers Wild, que ya estaba en decadencia, por lo que siguió en otro proyecto menor llamado Flowers, y en contacto con Pink Floyd a cuyos ensayos asistía invitado por Barrett, sin saber la propuesta que le harían un par años después.
Entre tanto, la formación de Pink Floyd para el año 1967, cuando publican su primer álbum de estudio ‘The piper at the gates of dawn’, estaba compuesta por Syd Barrett como guitarrista y cantante principal, Roger Waters como bajista, Nick Mason como baterista y Richard Wright como tecladista. Para ese momento, eran considerados los directos sucesores de la vertiente más experimental de The Beatles, es decir, la que los Fab Four trazaron el álbumes como ‘Sgt. Peppers lonely hearts club band’, ‘Magical mistery tour’, el conocido como ‘White album’ y el ‘Abbey road’. Cabe recordar que Pink Floyd y The Beatles fueron contemporáneos y representantes del sonido psicodélico de la época, no obstante la poderosa influencia de los cuatro de Liverpool no se ponía en duda, por el contrario, se los escuchaba como un universo de posibilidades para nuevos estilos, que surgían casi al mismo tiempo.
De modo que las innovaciones técnicas y musicales de The Beatles, aunque revolucionarias, siempre mantuvieron las buenas maneras. Mientras que Pink Floyd las llevó a niveles de profundidad, muy bajos y muy altos, que rayaban en la genialidad y el absurdo, un rasgo del estilo de Syd Barrett que marcó un primer momento de la banda. Escuchemos, por ejemplo, sus dos primeras canciones: ‘Arnold Layne’ y ‘See Emily play’, que podrían considerarse del estilo psicodélico, pero llegaron más lejos. La primera es transgresora en su temática, ya que su protagonista es un travesti a quien condenan por robar lencería femenina. Aunque llegó al número 25 de las lista de Reino Unido, fue censurada en varias emisoras. La segunda canción es puro rock progresivo con temática espacial, de ahí los continuos saltos de la guitarra con slide, que Barrett tocó con una regla de plástico. Con este último sencillo alcanzaron el número 5 de las listas y, por supuesto, fueron invitados a tocar en Top of the Pops, el programa de la BBC donde se consagraban los grandes del rock inglés.
Aún es 1967, no han publicado su primer álbum, pero ya tienen múltiples conciertos en agenda, pero Pink Floyd debe tomarse las cosas con calma debido a la creciente adicción de Syd Barrett a los alucinógenos, particularmente el LSD (ácido lisérgico). Se toman un mes para desintoxicarlo, luego de publicarse ‘The piper at the gates of dawn’, la banda sale en su primera gira por Estados Unidos donde Barrett colapsa y pone en aprietos a sus compañeros. En un concierto en Los Ángeles desafinó su guitarra hasta que las cuerdas colgaban totalmente, en otros simplemente estaba parado y ausente al mismo tiempo en el escenario.
Mike Watkinson, biógrafo de Barrett, cuenta en un pasaje de su libro ‘Crazy Diamond – Syd Barrett and the Dawn of Pink Floyd’ (2009): “El resto de la banda había partido al escenario dejando a Barrett solo en el camarín frenéticamente tratando de arreglar su despeinada mata de pelo. Como último recurso, y más a través de la desesperación que de otra cosa, arrojó sus coloridas pastillas de mandrax [un sedante] en un frasco de Brylcreem [una crema para el cabello] y derramó todo el desastre en su cabeza. Agarrando su guitarra, marchó resueltamente al escenario. Debajo de las luces calientes la coagulada masa viscosa comenzó a derretirse y a escurrir sobre la frente de Syd, y un par de docenas de aterrorizados fans en la primera fila gritaban al unísono a medida que su cara lucía para todo el mundo como si se estuviera desintegrando al frente de sus propios ojos”. Cabe aclarar que los juegos de luces hacían que muchos de los excesos el músico pasaran por efectos psicodélicos. Los demás no se lo tomaron con tanta alegría, puesto que para fin de año, mientras giraban por Inglaterra como teloneros de The Jimi Hendrix Experience, se encontraron con David Gilmour, quien comprobó lo que todos sabían, Syd Barrett estaba perdiendo la cordura.
Ante la urgencia, Mason ofreció a Gilmour unirse a Pink Floyd, inicialmente como auxiliar de Barrett, pero al cabo de dos semanas Gilmour ya dominaba todo el repertorio y Barrett ya ni se preocupaba por asistir a los ensayos. En enero de 1968, la banda realiza cuatro conciertos como quinteto (Barrett, Waters, Mason, Wright y Gilmour), fueron las últimas presentaciones con quien había creado de la nada a Pink Floyd. Para febrero, Roger Waters había asumido la dirección de la banda y Gilmour era el guitarrista líder y nuevo cantante. Syd estaba demasiado sumergido en las drogas como para que esta decisión lo conmoviera. Simplemente dejaron de llamarlo.
Cuando apenas ensayaban, en vivo, la nueva suite ‘The dark side of the moon’, se ven obligados a cambiar el título por ‘Eclipse: a piece for assorted lunatics’, debido a que en Reino Unido apareció un disco llamado igual, del grupo Medicine Head, que fracasó y fue olvidado.
De la lenta producción en que venía la banda hasta ese momento, pasan a una etapa de creatividad desaforada, en la que prueban con todas las ideas que reciben para desarrollar —o sería más preciso decir: toparse con— un estilo inconfundible, que será el destilado para ‘The dark side of the moon’.
A continuación, un inventario del excéntrico laboratorio de Pink Floyd:
—En 1968, cuando publican ‘A saucerful of secrets’, su segundo álbum ya sin Syd Barrett, además de las giras por Europa y Estados Unidos, se dedican a crear música para dos películas, una llamada ‘The committee’, y ‘More’ del director francés Barbet Schroeder. La banda sonora se encuentra en su discografía como ‘Music from the film More’ (1969). Para este último, componen y graban todo en un mes. Cuatro años después, por los días que también grababan ‘The dark side of the moon’, hicieron otra banda sonora para Schroeder, esta vez sobre la película ‘El valle’, que ellos mismos publicarían en el disco ‘Obscured by clouds’ (1972). Además, entre 1969 y 1970 graban la música para la película ‘Zabriskie point’, a pedido exclusivo del director italiano Michelangelo Antonioni, para ellos fue un reto complacer las exigencias del cineasta y la película resultó un fracaso, pero para Pink Floyd nada era trabajo en vano, cada error era un paso adelante.
—La banda, que desde sus inicios suele realizar conciertos para presentar la música en que trabaja y recibir comentarios del público, empieza a ensayar en 1969 una obra llamada ‘More furious massed gadgets of Auximenes’ (“Los más furiosos artilugios en masa de Auxímenes”), que incluye la suite ‘The man & the journey’, con la que pretendían contar la vida de un hombre de clase media. Parece un primer esbozo de lo que será el tema central del ‘The dark side of the moon’.
—El mismo año publican el álbum doble ‘Ummagumma’, cuya primera paerte es un concierto y la segunda una larga serie de experimentos musicales —de los que sin duda habría disfrutado Barrett—, entre ellos la canción ‘Several species of small furry animals gathered together in a cave and grooving with a Pict’ (“Varias especies de pequeños animales peludos reunidos en una cueva y jugando con un Picto”) , compuesta por Roger Waters y en la que no suenan instrumentos musicales, sino voces produciendo susurros, gritos, gemidos, sonidos guturales, con palabras pasadas al revés, todo en diferentes velocidades y mezclado para, como afirma Ricardo Zotelo, “producir una verdadera orgía prehistórica-animal”. Así se convirtieron en pioneros de algo llamado biomúsica, que sigue siendo lo más avanzado y a la vez primitivo en propuestas musicales. Como dato adicional, aclaremos que los Pictos fueron una tribu aborigen que vivió en lo que ahora es Escocia. Como adicional a lo adicional, recordemos que el título de la canción se incluyó en el libro de los Récord Guinness como uno de los más largos en la historia.
“En realidad no es nada, es un poco de poesía concreta. Esos fueron sonidos que hice, la voz y las palmadas de las manos fueron generados por humanos, sin instrumentos musicales”, comentó Waters en una entrevista de 1970.
—Vendría después el álbum ‘Atom heart mother’, una fina pieza de música orquestada y con secuencias barrocas muy del rock progresivo de la época, sin embargo, fue considerado por Waters y Gilmour como una “enorme basura”. Así y todo, alcanzó el número 1 en las listas de Reino Unido. El título del álbum, nuevamente, se lo debemos a la prensa, puesto que Waters lo leyó en una noticia sobre una mujer embarazada que había sido mantenida viva con un corazón atómico para que pudiera dar a luz. ¿Qué haríamos sin la prensa británica de los 60 y 70?
—En 1971 saldría a la luz ‘Meddle’, una pieza clave en la transición musical de Pink Floyd, porque ante la multiplicidad de formas que había tomado su estilo finalmente aparecen unos rasgos distintivos; uno concreto a nivel instrumental —el bajo de Waters y la guitarra de Gilmour cobran personalidad—, y otro de una delicadeza plástica en el paisaje sonoro, todo lo cual queda reflejado en la canción ‘Echoes’ de 23 minutos sublimes. Aquí empieza lo que todos conoceríamos como la etapa clásica de Pink Floyd, aunque sin una obra maestra hasta el momento.
—En 1972 aparece como álbum ‘Obscured by clouds’, una banda sonora realizada para Barbet Schroeder. De ahí, la canción ‘Free four’ será hit en Estados Unidos y reavivará el interés por Pink Floyd.
A lo largo de todo este año, en conciertos de gira, como en presentaciones para amigos y prensa, Pink Floyd va compartiendo los avances de un álbum conceptual en el que trabajan, en cada interpretación toman los comentarios y perciben las emociones del público para mejorar su propuesta musical, este es un extraordinario recurso que los distinguió como banda. Mientras que otros trabajaban desde el aislamiento, en este caso, se trataba casi de una colaboración permanente con el público, un ensayo permanente. Por lo que, ese primer jueves de marzo de 1973, cuando apareció en las tiendas de discos norteamericanas ‘The dark side of the moon’, todos sabían que se trataba de una obra de arte que había tomado forma frente a sus ojos y oídos, pero consumada en el estudio.
Al escuchar hoy este álbum resulta impresionante comprobar su perfección, sabemos que detrás hay años de ensayo y error, pero ocultos por el encanto del arte. Con ‘The dark side of the moon’ se abrió un vórtice artístico, un periodo de casi 10 años en los que Pink Floyd solo produjo obras maestras de la música del siglo XX: ‘Wish you were here’ (1975), ‘Animals’ (1977) y ‘The wall’ (1979). Es por eso que si le preguntáramos a una Inteligencia Artificial (IA) si en el futuro podría repetirse algo como esta música, respondería de inmediato: “la música es una forma de arte que a menudo se basa en la experiencia humana, las emociones y los sentimientos, y una IA aún no puede tener una comprensión profunda de estos aspectos de la vida humana. En resumen, aunque una IA podría generar música de alta calidad, es poco probable que pueda replicar completamente la complejidad y la singularidad de una obra maestra como ‘The dark side of the moon”. Como expresó alguna vez el pintor James M. Whistler, el arte no se puede programar, “el arte sucede”.
En 1973, Pink Floyd tuvo la idea de grabar un disco sin instrumentos musicales convencionales. Se tituló ‘Household objects’ (Objetos domésticos), pero luego de tres meses grabando toda clase de sonidos, lo cancelaron.