La astronomía es una ciencia que, pese a su dificultad, no deja indiferente a nadie, mucho más en nuestros tiempos, cuando cada semana se están publicando nuevas imágenes del universo tomadas por sofisticados telescopios espaciales como el James Webb, o se descubren nuevas características de estrellas y galaxias desde observatorios, o llega nueva información desde alguna sonda perdida a más 20.000 millones de kilómetros de la Tierra como la Voyager 1. Cada día hay más personas buscando cómo comprender lo que sucede más allá de la órbita terrestre, aunque no es un interés exclusivo de los adultos, para niños y niñas es apenas natural sentirse fascinados por el universo, pero pocas veces alguien se toma el trab ajo de escuchar sus preguntas y aprovechar su curiosidad para que descubran por sí mismos las maravillas de la astronomía y la astrofísica.

Para ellos, la astrónoma y divulgadora científica, Teresa Paneque, acaba de publicar su novela infantil y juvenil ‘El universo según Carlota’, una historia que demuestra cómo el miedo hacia la ciencia —que sienten la mayoría de niños y jóvenes en la escuela, y que los vuelve apáticos—, puede transformarse en una divertida aventura de descubrimientos y, quizá en una pasión que perdurará toda la vida.

Teresa Paneque nació en España, pero desde los nueve años vive en Chile, donde se graduó como astrónoma, actualmente es investigadora del Observatorio Europeo Austral de Múnich (Alemania), donde estudia la formación de planetas como parte de su trabajo de doctorado. Por otro lado, es una influencer de divulgación científica que mantiene actualizando a sus más de 160.000 seguidores sobre los últimos acontecimientos de ciencias duras, aportando explicaciones que facilitan su comprensión al público en general.

—¿Cómo nació su interés por la ciencia, en particular por la astronomía? ¿Qué la motivó a compartir sus conocimientos con niños y jóvenes?

Siempre he tenido dos grandes pasiones en mi vida. Una es aprender y otra es enseñar. Desde muy pequeña he sido una niña súper curiosa, haciendo preguntas de todo, tratando de entender cómo funciona todo a mi alrededor. Mis padres son científicos, mi mamá es química farmacéutica y mi papá es bioquímico. Entonces en mi casa, si bien no se hablaba de ciencia, era un hogar muy normal, mis padres siempre me motivaron mucho a hacer preguntas sobre todo, a buscarle respuestas a las preguntas que me pudiera hacer. Y por otro lado, me apasiona muchísimo enseñar, la docencia es mi pasión absoluta, me encanta hacer clases, me gusta mucho poder compartir y encontrar la manera en la cual transmitir ciertos conceptos o conocimientos.

Cuando estaba en el colegio y empecé a ver física, me llamó mucho la atención, me gustó muchísimo el cómo la física empleaba las matemáticas para predecir y comprender la naturaleza y todos los procesos, es algo que se puede aplicar a cualquier proceso. Y dentro de todo eso, pensé que la astronomía iba a ser un área increíblemente interesante, muy amplia, donde iba a tener muchas preguntas, lo que despertó más mi curiosidad y por ese lado llegué a la astronomía.

Igualmente, en el colegio y durante mi carrera universitaria estuve siempre tratando de hacer clase, tratando de aportar. El tema de trabajar con niños y niñas nunca fue una decisión consciente, sino que siempre lo fui eligiendo, como en la universidad cuando participaba como profesora ayudante de varios cursos para niños y niñas, y luego como profesora titular de algunos cursos infantiles. Lo que más me fascina es que los niños y las niñas no sienten vergüenza y miedo de hacer preguntas, hacen preguntas por todo y eso es básico para aprender ciencia. Es muy bonito cuando uno puede responder una pregunta a un niño o una niña, cuando un puede motivar a esa infancia a que vayan buscando más respuestas, para mí eso es fundamental. De alguna manera siempre quise enfocarme en niños y niñas, porque siento que con ellos tenemos esa posibilidad de mantener viva la chispa de la curiosidad. De paso las redes sociales también te permiten guiar a gente de todas las edades.

—¿Y cómo llegó la oportunidad de escribir un libro infantil?

Llegó sin buscarla, me contactaron para preguntarme si alguna vez había pensado en escribir un libro y dije que sí de inmediato, para mí el libro es lo más bonito que jamás he producido, aunque también tengo artículos científicos, mis libros son lo mejor que he escrito. Cuando me lo propusieron lloré, porque yo de niña además de ser muy curiosa, era muy lectora, leía como tres libros al mismo tiempo, realmente devoraba los libros. Así que poder entregar un libro a otros niños y niñas, es como querer llegar a comunicarme con esa niña que era yo.

—¿Cómo surgió ‘El universo según Carlota’?

Tenía claro que debía ser una temática astronómica, pero la pregunta era cómo hacerlo, porque uno para hablar de astronomía puede escribir un libro que sea 100% informativo, una especie de enciclopedia, pero hay distintas maneras de hacer un libro de divulgación científica. Y primero que todo, yo quería contar una historia, que tuviera personajes, que la ciencia estuviera presente, pero que no fuera lo único, que hubiera una narrativa para que las personas que quizá no son fanáticas de la ciencia, o no les interesara tanto, que quieran leer una buena historia pudieran ir aprendiendo, casi sin darse cuenta, a medida que van siguiendo la historia de Carlota.

—¿Y el nombre del personaje?

Sabía que mi personaje se tenía que llamar Carlota Jiménez, porque era el nombre de un personaje ficticio que creamos con mi papá cuando yo era niña. Mi papá jugaba conmigo a inventarse historias y el personaje de todas siempre era Carlota Jiménez, ahora no recuerdo las historias que yo creaba de pequeña, sino que me acuerdo mucho del nombre y es algo que marcó mucho mi infancia, la presencia de este personaje. Además quise hacer un personaje con el cual niños y niñas pudiesen sentirse representados, un personaje que rompiera ese prejuicio de muchas personas acerca de que la ciencia es solamente para los que son buenos en matemáticas, los que tienen las mejores notas, los más aplicados en el colegio. Con Carlota quiero mostrarles que la ciencia es para todos, no existe aquello de que no te gustan las ciencias, porque básicamente la ciencia es ser curiosos, la ciencia es hacerse preguntas, y cuando te esfuerzas por responderlas usas un proceso científico, estás buscando las razones, y sientes la necesidad de revisar cuál es la respuesta correcta o no, de buscar pruebas. Entonces, realmente no cabe la posibilidad de que no te gusten las ciencias, a menos que no te hagas ninguna pregunta jamás.

Por eso, Carlota comienza su aventura desde una postura muy cerrada, con recelo de las ciencias, pero quiero pensar que a lo largo del libro también quienes lo vayan leyendo se van a dar cuenta de que eso cambia sin que cambie Carlota, no es que Carlota deje de hacer las cosas que le gustaban al inicio, no es que cambia de personalidad, sino siendo exactamente igual, puede tener un lugar en este mundo del descubrimiento y la curiosidad.

—¿Por qué considera importante escribir libros con temáticas científicas para el público infantil?

La lectura en general es una puerta a un universo de creatividad, imaginación y pensamiento crítico, entonces tenemos que fomentarla, porque probablemente estamos pasando por una crisis de lectura. En todo este contexto mediático, de redes sociales, de tecnología, pareciera ser que estamos perdiendo el gusto de agarrar un libro y leerlo, sobre todo, las generaciones jóvenes. En ese sentido, yo tengo un libro de conocimiento científico, del que se puede aprender, pero no por eso siento que no deban publicarse otros libros que no sean de divulgación. Simplemente creo que es relevante que logremos traspasar esas ganas de hacer preguntas, esas ganas de aprender de los jóvenes, pero de nuevo, podría haber sido de otra cosa, creo que no tengo una respuesta respecto a por qué hacerlo de ciencia, más allá de que a mí me parece que es un tema relevante, creo que es un tema que aporta, además de ser una historia puede ser de material educativo, así que siento que calza bien con los tiempos que estamos viviendo.

—¿En su niñez tuvo algún contacto con libros de divulgación científica, como el suyo?

No directamente, lo que más leía eran libros de fantasía y magia, si tenían dragones, hadas, caballeros, yo iba por él… y creo que los libros de mayor divulgación que leí eran libros de historia, siempre me ha gustado la historia y hasta el día de hoy, principalmente novelas históricas.

Pero como el mío, cuando lo escribía recordé este otro tipo de libros que eran como una saga, la traducción al español sería ‘Historia horrible’ que contaban todas las cosas horribles de la historia, lo hacían de manera graciosa a través de cómics, que iban hilando una historia y hablando de personajes históricos, eran muy divertidos. Pero es un enfoque y materia completamente distinta al de Carlota. Creo que no me inspiré en ningún libro con estas características, de divulgación científica a través de una historia, solamente me inspiré en las historias o los libros que a mí me gustaban, los que tenían que ver con cómo los protagonistas se relacionaban con sus amigos, con sus familias, y cómo se iban construyendo las redes y las emociones entre ellos, metiéndole la ciencia como algo que va ocurriendo. Quiero que la gente imagine a Carlota con sus amigas tratando de resolver un problema, y en medio de la resolución de ese problema vayan encontrando todos estos datos y temas científicos, es algo muy casual…

—Sin embargo, el elemento divulgativo es fundamental. ¿Qué criterios tuvo en cuenta para comunicar todos estos conocimientos?

Con mi editora decidimos empezar con algo que fuera muy cercano a los niños y niñas, con lo que ellos pudieran haber interactuado o escuchado, la idea de los meteoritos, la idea de las estrellas fugaces, son cosas que tenemos como conceptos cercanos y creo que eso es bastante importante cuando uno habla de ciencia. Creo que esa es la razón de que a la astronomía le vaya tan bien como ciencia divulgativa, porque tenemos la idea en la cabeza, tenemos la idea de lo que es una estrella, un planeta, nos gusta imaginarlo. Si yo empezará a hablar de cuántica desde el primer párrafo, de las partículas subatómicas, no sería adecuado, ya que no es inmediato imaginarse un protón, un electrón, un quark; la primera reacción sería preguntarse ¿qué es eso? En cambio la astronomía tiene eso, que son cosas cercanas. Entonces buscamos conceptos cercanos, objetos que podríamos ver en el cielo nocturno y objetos que nos son familiares, como los el sistema solar y los planetas.

Pero mi plan a largo plazo en esta saga, que se llama ‘El universo según Carlota’, es por supuesto ir por las distintas temáticas que son de más interés a nivel popular, o son temas específicos de áreas de investigación activas. En este libro vemos la temática astronómica en grande, todas las partes del sistema solar, los asteroides, los cometas, las estrellas fugaces. Para el segundo, que aún no llega a Colombina, veremos la evolución estelar y los agujeros negros, que están muy relacionadas con las estrellas. En el tercer libro, bueno no quiero adelantarme… pero podrían mezclar a la astronomía, los instrumentos con los cuales se observa, los distintos telescopios, la tecnología que desarrollamos, están las galaxias, están los exoplanetas, está la búsqueda de vida extraterrestre, también la expansión del universo. Son temáticas que a mí me gustaría eventualmente tocar en futuras versiones de Carlota.

En cuanto cómo contarlo, la verdad es algo que he hecho de manera autónoma, basándome principalmente en mi experiencia trabajando con niños y niñas, en el fondo me he dado cuenta que sirve explicar estas cosas usando poner ejemplos que eventualmente se podrían hacer en la vida real. Al respecto, hay una parte muy bonita del libro, que es cuando dibujan o piensan el sistema solar en una cancha de fútbol, eso es algo que niños y niñas podrían hacer en su colegio, podrían ir y de la misma manera que Carlota y sus amigas, pueden marcar con sus pies las distancias de los planetas. Este tipo de cosas dan una cercanía a los conceptos que ayuda a que nos imaginemos las escalas, las distancias y cómo son las cosas en el universo.

—¿Cómo este tipo de libros ayuda a contrarrestar la desinformación que nos llega a todos, incluso a los niños, imponiendo fake news y fomentando teorías conspiranoicas?

Quiero adelantar que esto es algo que voy a tocar fuertemente en el tercer libro, vamos a hablar mucho sobre el efecto de las conspiraciones y como la burbuja de encerrarse en las redes sociales a buscar información, afecta la percepción de la realidad. Pero los libros de divulgación científica en general ayudan muchísimo, primero porque entregan información verídica, te explican qué es lo que está pasando con pruebas y evidencias. Por ejemplo, en el primer libro de Carlota explicamos claramente cómo es que ingresa un asteroide a la Tierra, por qué se ilumina y parece una estrella fugaz, hasta cómo lo podemos recoger del suelo y estudiarlo. O sea, realmente, explicamos todo el proceso y es lo que tiene a su favor la ciencia y la información verídica, que tiene un proceso que uno puede seguir, experimentos que uno puedo hacer, información que uno puede corroborar.

Otro aspecto del que tuve cuidado en mi libro, es que están muy presentes las figuras de autoridad académica, personas que se encargan del traspaso de enseñanza, como las que trabajan en el museo, los científicos, las profesoras, padres y madres, porque es importante que los niños y niñas puedan ver a profesores y profesoras como fuentes de información verídica, puedan verlos como personas a quienes acudir para hacerles preguntas y buscar las respuestas. Creo que hay que rescatar también el rol que tienen los adultos bien informados en la infancia. Yo recuerdo siempre de pequeña haber leído libros en los que todas las cosas se solucionaban entre grupos de amigos y amigas, pero cuando estamos hablando de información, quizá a veces sea mejor salirse de las redes sociales y preguntarle a personas que se han formado en esas áreas o a quienes están educando, en el caso de las profesoras. Y luego volver a las redes y a internet para buscar información, pero de la mano de adultos que pueden ser facilitadores de encontrar esas respuestas reales. Entonces, va por dos partes, de un lado, los libros de divulgación presentan información verídica y por otro lado, también presentan a personajes e instancias que van a ser importantes en la vida real para buscar las respuestas.